Dios vive en ti cuando sientes.
Dios vive en ti cuando ríes;
cuando lloras.
Dios es frío y sol ardiente.
No está en el cielo de huríes
que le adoran.
¿NO es para Dios un insulto
que nos dé miedo su risa
y su presencia?
¿No es absurdo y hueco el culto
que desconoce la brisa
de su esencia?
No grites tus oraciones.
NO temas a los pecados
de tu vida.
Hay infinitos perdones.
Si amas, se habrán cerrado
tus heridas.
Ladrones predicadores,
se apropiaron de su voz,
de su palabra.
Se creyeron los señores
del mundo. Su juicio atroz
nos descalabra.
Ellos hicieron de Dios,
un áspero juez distante.
Muy lejano.
Caminábamos en pos
de un cielo sin habitantes;
sin Hermanos.
la llamada de Dios, llueve
como el canto natural
del corazón.
No te urge. No te mueve
a decidir entre el mal
y su perdón.
Sin prisa, llama a tu puerta.
Paciente espera que abras
el candado
hecho de mentiras ciertas.
De amores, entre palabras
ocultados.
En siete días compuso
la más hermosa canción.
Este universo.
El silencio fue su pulso.
Creó el descanso y su acción
se hizo verso.
Los que no entendían nada,
le atribuían las luces
que veían,
como su esencia sagrada.
No percibían su dulce
melodía.
Mas el descanso esperaba,
a que cerrases los ojos
para hablarte.
Sin verle tú, te miraba.
No sabías de su antojo
de abrazarte.
Se derritieron infiernos,
en el fuego refrescante
de su abrazo.
¡Qué mal chiste aquel invierno
pintado por ignorante
y grueso trazo!
El más divino misterio,
la verdad más entrañable
de tu Amado,
es que no es el Padre serio,
que condena imperturbable
tus pecados.
Es el amigo si quieres.
Es el padre cuidadoso
que te lleva
por caminos que no hieren.
Por un campo luminoso
hasta su cueva.
Su cueva ha de ser pequeña.
Te invita a entrar y a quedarte
silencioso.
la Paz desnuda de enseñas,
te da la luz de su arte
en el reposo.
Vacío de cielos muertos,
¡Deja ya las oraciones
de codicia!
Reconoce aqueste puerto,
donde el premio son canciones
que acarician.
El Amor no necesita
que le prometan la fruta
más sabrosa.
Incluso el alma marchita,
con él deja sus disputas
y es dichosa.
¡Qué triste predicamento,
el de los pobres demonios
que amenazan!
Su desgarbado lamento
se convierte en el armonio
que te abraza.
Sus notas son el escudo
con la dura suavidad
de la ternura.
No te importe estar desnudo
ante el rey de la bondad
y la dulzura.
Sin adornos ni artificios,
brillarás como reflejo
de su Luz.
Entrarás al edificio
del corazón, cuyo espejo
es la virtud.
Sereno y sin arrogancia,
bailarás en el Amor,
que es tu grandeza.
disolverás la distancia
que te hizo sentir temor
en la pureza.
Tu danza estará vacía
de la tóxica poción
de la amargura.
Bailarás con alegría.
Entonarás la canción
de tu locura.
¡Enloquece libremente!
¡Enloquece con tu Padre
que te ama!
¡Hazle un trono aquí, en tu mente!
Déjale que te taladre
con su calma.
¡Embriágate de su fuego!
¡no tengas miedo a la fragua
que te quema!
Cuando descubras su juego,
reirás bebiendo su agua.
Paz suprema.
Escucharás en tu pecho,
la desbordante quietud
que te convoca.
Ya no es tiempo de barbecho.
cultiva la gratitud
en alma y boca.
Alienta a quienes hostiles,
desprecian la Caridad
y hacen la guerra.
Libérales de los biles
dientes de la vanidad
que les aferran.
Tu Amor será simple y bueno.
Su caricia invisible, su ternura,
abona nuevos terrenos
donde brotan apacibles
y maduras,
manzanas de libertad.
Manzanas que no son fruta
de pecado.
Sin tentación ni ansiedad,
haz de tu vida la gruta
de tu Amado.