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  Dios Vive en Ti (Roberto Enjuto)
 

 

 

Dios Vive en Ti

Roberto Enjuto

Dios vive en ti cuando sientes.

Dios vive en ti cuando ríes;

cuando lloras.

Dios es frío y sol ardiente.

No está en el cielo de huríes

que le adoran.

¿NO es para Dios un insulto

que nos dé miedo su risa

y su presencia?

¿No es absurdo y hueco el culto

que desconoce la brisa

de su esencia?

No grites tus oraciones.

NO temas a los pecados

de tu vida.

Hay infinitos perdones.

Si amas, se habrán cerrado

tus heridas.

Ladrones predicadores,

se apropiaron de su voz,

de su palabra.

Se creyeron los señores

del mundo. Su juicio atroz

nos descalabra.

Ellos hicieron de Dios,

un áspero juez distante.

Muy lejano.

Caminábamos en pos

de un cielo sin habitantes;

sin Hermanos.

la llamada de Dios, llueve

como el canto natural

del corazón.

No te urge. No te mueve

a decidir entre el mal

y su perdón.

Sin prisa, llama a tu puerta.

Paciente espera que abras

el candado

hecho de mentiras ciertas.

De amores, entre palabras

ocultados.

En siete días compuso

la más hermosa canción.

Este universo.

El silencio fue su pulso.

Creó el descanso y su acción

se hizo verso.

Los que no entendían nada,

le atribuían las luces

que veían,

como su esencia sagrada.

No percibían su dulce

melodía.

Mas el descanso esperaba,

a que cerrases los ojos

para hablarte.

Sin verle tú, te miraba.

No sabías de su antojo

de abrazarte.

Se derritieron infiernos,

en el fuego refrescante

de su abrazo.

¡Qué mal chiste aquel invierno

pintado por ignorante

y grueso trazo!

El más divino misterio,

la verdad más entrañable

de tu Amado,

es que no es el Padre serio,

que condena imperturbable

tus pecados.

Es el amigo si quieres.

Es el padre cuidadoso

que te lleva

por caminos que no hieren.

Por un campo luminoso

hasta su cueva.

Su cueva ha de ser pequeña.

Te invita a entrar y a quedarte

silencioso.

la Paz desnuda de enseñas,

te da la luz de su arte

en el reposo.

Vacío de cielos muertos,

¡Deja ya las oraciones

de codicia!

Reconoce aqueste puerto,

donde el premio son canciones

que acarician.

El Amor no necesita

que le prometan la fruta

más sabrosa.

Incluso el alma marchita,

con él deja sus disputas

y es dichosa.

¡Qué triste predicamento,

el de los pobres demonios

que amenazan!

Su desgarbado lamento

se convierte en el armonio

que te abraza.

Sus notas son el escudo

con la dura suavidad

de la ternura.

No te importe estar desnudo

ante el rey de la bondad

y la dulzura.

Sin adornos ni artificios,

brillarás como reflejo

de su Luz.

Entrarás al edificio

del corazón, cuyo espejo

es la virtud.

Sereno y sin arrogancia,

bailarás en el Amor,

que es tu grandeza.

disolverás la distancia

que te hizo sentir temor

en la pureza.

Tu danza estará vacía

de la tóxica poción

de la amargura.

Bailarás con alegría.

Entonarás la canción

de tu locura.

¡Enloquece libremente!

¡Enloquece con tu Padre

que te ama!

¡Hazle un trono aquí, en tu mente!

Déjale que te taladre

con su calma.

¡Embriágate de su fuego!

¡no tengas miedo a la fragua

que te quema!

Cuando descubras su juego,

reirás bebiendo su agua.

Paz suprema.

Escucharás en tu pecho,

la desbordante quietud

que te convoca.

Ya no es tiempo de barbecho.

cultiva la gratitud

en alma y boca.

Alienta a quienes hostiles,

desprecian la Caridad

y hacen la guerra.

Libérales de los biles

dientes de la vanidad

que les aferran.

Tu Amor será simple y bueno.

Su caricia invisible, su ternura,

abona nuevos terrenos

donde brotan apacibles

y maduras,

manzanas de libertad.

Manzanas que no son fruta

de pecado.

Sin tentación ni ansiedad,

haz de tu vida la gruta

de tu Amado.

 
 
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