I. Ausencia
Ausencia que se muerde y que te muerde; ausencia que me envuelve como un globo hinchado de pestilente aire; ausencia que tiene cuerpo, sentido, sentidos, voz.
Al alba tengo tu ausencia, al dormir me araña tu ausencia, en sueños tengo tu presencia y cuando no te tengo, tengo tu
ausencia. Y de sollozos bordo la esencia de tu ausencia silenciosa. Y me estoy acostumbrando tanto a tu ausencia, que pronto será mía y no tuya.
Y en este vaivén de nostalgias transidas de dolor, en esta esponjosa angustia que bebe la humedad del silencio, me calienta el tibio sol de tu ausencia.
Así es el amor. Si viene vestido con túnicas alegres, se ha desnudado para mejor vivirlo; si como collar el amor trae dolor, también el dolor es amor y a nuestro cuello lo colgamos y vive con nuestra sangre.
III. El micrófono (soneto)
Manojo de recuerdos y sonidos,
mendigo de palabras y argumentos,
a ti dedico todos mis momentos
inspirados en ti y a ti unidos.
Dormitorio de voces y latidos,
ventana para cálidos alientos,
eres respiración de pensamientos
o casa de silencios y quejidos.
Parto humano de la ciencia fría,
de susurro pausado al oído,
tú, fiel escaparate de ideas
las transmites sin cesar, día a día.
En ti encuentra mi vida sentido
y contigo camino decidido.
IV. Fotografía de los tristes
A los tristes los paren con tristeza.
Somos barcos botados a la vida, y nos inauguran destapando botellas y con tanta sonoridad como la que produciría el destape de las negras conciencias.
Los tristes comemos, crecemos y engordamos tristemente; lloramos y hasta reímos tristemente, y alegremente morimos.
Alguien tuvo la crueldad de poner nuestra hoguera de tristeza a un leño de esperanza, y tristemente vivimos esperanzados.
Y es que nos da tristeza el rocío de las flores que son lágrimas de dolor nocturno.
Nos da tristeza el vaho de soledad que hace opaco el cristal de tus ojos, el temblor de tus labbios que derraman insultos grana, y esa lágrima, que asoma y se oculta, para no ser herida.
Los tristes somos el agua del buen vino, el negro del polícromo paisaje, y en nuestra mirada, plena de encrucijadas y sombras, está marcada a cuchillo la frontera gris del mañana.
Somos obreros tristes a sueldo, porque nos pagáis en monedas de tristeza lo que con tristeza amasamos para alegremente morir.