Nota Introductoria de Pedro Zurita
Hace unos días felicité a Don Alfredo con motivo de su 91 cumpleaños. Carlos Andrés Vallejo me había pedido que intentase obtener de él unos versos que Don Alfredo había compuesto hace muchos años para ayudar a memorizar un tipo de ecuaciones. Su primera reacción fue decirme que recordaba que había hecho algo, pero que ya le era imposible reconstruir el contenido. Yo le lancé el reto de que ejercitara su memoria de elefante para compartir con los que lo deseaban aquellos ripios (así los denominó él). Dos días después me llamó por teléfono para hacerme escuchar lo que había grabado en un magnetófono de casetes. Yo cumplí gustoso lo que se me había solicitado y acudí raudo a su casa con un registrador digital.
Fui alumno suyo los cursos 63-64 y 64-65 y en las navidades del 64 Don Alfredo me invitó a que fuera a su casa. Posteriormente, cuando yo ya trabajaba cultivé una amistad estupenda con él y su familia que sigue viva hoy.
Don Alfredo inició su vida en condiciones muy complejas y luego ingresó en el Colegio Nacional de Ciegos; en 1936 cuando estalló la Guerra Civil los alumnos y algunos profesores de ese Colegio fueron trasladados a Onteniente, donde en condiciones bastante ajenas a los sufrimientos de aquella contienda pasaron un tiempo bastante largo. Tras la guerra civil regresaron a Madrid. Cuando la ONCE ocupó el Colegio Nacional, Don Alfredo formó parte de la primera promoción que hizo estudios de Bachillerato en conjunción con el Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid. Posteriormente Don Alfredo empezó a trabajar como jefe administrativo en delegaciones de la ONCE en Andalucía, pero pronto pasó a dar clases de enseñanza media en el centro en Madrid del que había sido alumno. Luego, complementó su actividad dando clases nocturnas a adultos en la Delegación de la ONCE en la calle Prim de Madrid.
Es lógico que Don Alfredo sufra algunos inconvenientes propios de su edad avanzada, pero afortunadamente conserva su mente lúcida con su humor irónico. Don Alfredo es un hombre profundamente bueno y los inicios tristes de su vida los ha compensado por ser un ejemplo elocuente del papel emancipador que la ONCE tuvo para los ciegos en España y por haber tenido una familia magnífica, ya con biznietos.
Poema
Elevemos b al cuadrado,
restémosle 4 a c,
y hallemos la raíz cuadrada
del número que nos dé,
la cual sumada o restada
de b con el signo opuesto
Dividimos por 2 a,
obteniéndose con esto,
si no hay equivocación,
los números que han de ser,
las raíces que han de tener
de valores la ecuación.
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