El Seat León de seis marchas, estacionado en la Intermodal de Almería, esperaba tranquilamente al último pasajero. En la acera de enfrente, una joven con mochila gris, observaba el escaparate donde se exponían una variedad de zapatos de alta gama:
-¡Oiga, señorita!, ¿es usted la que esperamos?-
Acomodados en el vehículo, los tres pasajeros varones comenzaron por desarrollar las estrategias utilizadas en el fútbol de la Champions League.
Bajando el Puerto de la Mora, uno de ellos intentaba remarcar las dificultades de su carrera de ciencias. Los otros, también reivindicaban los esfuerzos en sus especialidades, si bien, mezclaban los viajes realizados a Europa, dando detalladas explicaciones sobre sus experiencias en aquellas tierras tan lejanas.
La chica, al no darle conversación, permaneció ojeando una revista mientras escuchaba en un Huawei 2019, su música preferida.
Bien entrada la noche, en la ciudad de la Alhambra, una de las principales discotecas, desplegaba sus encantos. Las tres pistas asimétricas, clasificaban a los clientes por estilos y ritmos. En una de ellas, dónde se destacaba la salsa, iban los más atrevidos. A penas, sin advertirlo, se destacaba entre el público, una morena, cuando comenzó a desplegar su arte procedente del trópico, la gente empezó a desplazarse para hacerle hueco, impresionaba su forma de evolucionar en la pista, tanto que, desde la Torre de la Cautiva hasta la Cuesta de las Cabezas, quedaron pendientes, mientras el adarve del lienzo de la muralla, temblaba algo inquieto.
El conductor del Seat León, se prendó de ella, y al momento quedó encantado por la magia de su cintura. Sin pensarlo dos veces, quiso probar suerte:
-¿Acaso no me conoces?, soy tu pasajera de esta mañana- y continuó diciendo- vosotros, hablabais de muchas Romas, Grecias y descensos de Danubios, pero ahora, al menos, esta es mi noche, y por lo que veo, se te ha colado una chispa emocional a través de tu jersey, que si la dejas crecer, será en un futuro tu tormento.