Esta es una de las razones que me dan mis alumnos de "La música que escucho" el primer día de clase. En la primera sesión, hago una pequeña encuesta en la que les pido (de viva voz) que se presenten y expresen cuál o cuáles son las motivaciones que les impulsa a realizar el curso. Esto no es porque yo sea un mezuca. Con esta técnica trato de identificar un nombre de la lista con una voz. Además, puedo centrar las explicaciones en los aspectos menos conocidos y en los que los alumnos están interesados.
Pues bien. Una de las respuestas más habituales es: Porque yo no sé música. ¿Y qué? ¿Es delito? ¿Acaso te señalan por la calle por "no saber música"? ¡Mira! El del jersey amarillo no sabe música..
Y yo me pregunto: ¿Qué es "saber" música?
Hay disciplinas o materias que son muy fáciles de enmarcar. Por ejemplo, la geografía nos sirve, a grandes rasgos, para conocer el relieve terrestre (sin entrar en mayores detalles). Las matemáticas, la física, la astronomía, la filosofía... Cualquiera de ustedes tiene una imagen preconcebida de en qué consiste cada una de ellas.
Pero, ¿qué ocurre con la música? ¿Y con la pintura, la poesía, la escultura o la arquitectura? ¿Alguno de ustedes podría asegurar que "sabe" de pintura o de escultura? Entonces, ¿por qué ese empeño por "saber" música?
No se agobien ni salgan a esconderse a las Cuevas de Maltravieso ni se arrojen al Tajo desde el puente romano de Alcántara. ¡No es necesario!
Lo que diferencia a la geografía, la astronomía o la gramática de la música, la pintura o la escultura es que éstas son artes, por lo que el concepto de "saber de" es distinto.
Retomando mi pregunta anterior, es imposible afirmar que se sabe o no se sabe música, más que nada porque es una disciplina que engloba muchas submaterias. Una persona puede ser un experto en Armonía (ciencia que estudia los acordes y la relación entre sí) y ser un ignorante absoluto en Historia de la música (conocimiento de las diferentes épocas y sus autores); o ser un virtuoso tocando determinado instrumento y no tener ni idea de ninguna forma o género musical. Sin ir más lejos, al arriba firmante le suspendieron Música en Primero de BUP. En aquella época, a mí no me interesaba nada conocer la vida de los músicos ni la época en la que vivieron ni nada de lo que compusieron. Sin embargo, como estudiaba piano, estaba tocando obras de muchos de ellos (barrocos, clásicos, románticos, contemporáneos...). ¿Qué incongruente, no?
No obstante, si a cualquiera de nosotros nos pusieran delante una paleta con veinte colores, ¡seríamos capaces de dibujar un cuadro medianamente decente? Muy posiblemente no. ¡Ni falta que hace! Tampoco seríamos capaces de escribir una novela, con su presentación, su nudo y su desenlace, por mucho que tuviéramos el mejor ordenador del mundo.
En las artes prima el sentido del gusto, pero no el de saborear los alimentos. Con la música se disfruta o se aburre. ¿Gusta más el himno gregoriano Crux fidelis, si se sabe que está en latín, cantado a una sola voz y que es música litúrgica? ¿Se disfruta menos del Ave María de Tomás Luis de Victoria (uno de los grandes compositores españoles de todos los tiempos) si se conoce que es una obra polifónico-coral perteneciente al Renacimiento? ¿Y qué pensarían si supieran que el famoso oratorio Pasión según san Mateo del genial Johann Sebastian Bach pertenece al rito luterano, y que es del Barroco, una época en la que surge el sistema bimodal e instrumentos tan conocidos como el violín? ¿Les gustaría menos su magnífico coral final? ¿Y a que el tercer movimiento de la sonata número 14 Alla turca de Mozart o el primer movimiento de la sonata Claro de luna de Beethoven les van a sonar igual de bien aunque desconozcan que estos dos compositores pertenecen al Clasicismo? Pues sí.
¿Comprenden ahora el porque es una estupidez afirmar que alguien sabe mucha música? Entre otras cosas, ¡porque es mentira!
He escrito algunos ejemplos pertenecientes a la música culta (conocida por el gran público como música clásica). Pero podríamos trasladar estas mismas preguntas a la música popular (la hecha por y para el pueblo) o a la música folklórica (aquella que expresa los ritos y costumbres de una comunidad). El tema principal de la música de La lista de Schindler, De John Williams, hace aflorar los lagrimones, aunque se desconozca que pertenece a algo que se llama "banda sonora" (BSO significa "banda sonora original", pese a que exista la manía de piratearlas). Una buena película del Oeste (El bueno, el feo y el malo Por un puñado de dólares, La Misión...), no sería la misma sin las respectivas bandas sonoras de Ennio Morricone.
De igual manera, si a cualquiera de ustedes le preguntan que qué es una jota, muy probablemente contestarían que una letra del alfabeto. ¡Perfecto! Pero, ¿y en música? A todos les suenan títulos como Jota del Redoble, Jota de Guadalupe, o Jota de la Uva. Ni "Redoble", ni "Guadalupe" ni "Uva", se escriben con jota. Al menos, yo no se la encuentro. ¿Entonces? La jota es un tipo de baile y un género musical, muy extendido por España. Aunque la más conocida y popular es la aragonesa, en Extremadura tenemos la nuestra, ¡y de muy buena calidad! Pues, nos va a gustar tanto o más aunque no sepamos si es una jota, una eñe o una uve doble con acento circunflejo.
Pero hay más. ¿Han tenido ustedes la oportunidad de entrar en las aulas del Conservatorio? ¿O de la escuela "Enclave" (que está más cerquita)? ¿Qué aturdiero! Uno dando pitidos con un clarinete, otro aporreando un piano, la de más allá raspando un violonchelo, otro zumbándole duro a una batería... Y no sólo eso... ¡Tienen la osadía de leer unos dibujitos que no los entienden ni ellos!
Cuando yo estudiaba, a eso se le llamaba solfeo. Ahora, como era un término que daba pavor a todo aquel que lo escuchara, se le llama Lenguaje Musical. ¡Eso es otra cosa! Pues no. Es lo mismo, pero con otro nombre. El conocimiento de esta signografía es fundamental para tocar cualquier instrumento, o para cantar, o para dirigir una orquesta. Pues, aunque parezca mentira, no es necesario. ¿Ustedes creen que Pablo Alborán, Rosario Flores o Leire Martínez no lo saben. ¿Y se les nota al cantar? Pues no. Cantan igual de bien o de mal que si lo conocieran. Cualquier guitarrista flamenco o trombonista de jazz que haya aprendido a tocar en casa o en la calle, lo hará igual o mejor que el mejor de los guitarristas o trombonistas de conservatorio. ¡Y les importa muy poco saber que Debussy fue el creador del Impresionismo musical! De hecho, muy seguramente ni les "impresiona" el saberlo.
Y podríamos seguir con más. ¿Quién de ustedes sabe la técnica para componer una suite? ¿Y un vals? ¿O un nocturno, un cuarteto de cuerda o una misa de requiem? ¿Y una ópera o zarzuela? ¿Conocen que para escribir estas últimas se necesita un libreto? ¡Y qué más da...! Si yo no quiero ser Manuel de Falla ni Miguel del Barco (autor del himno de Extremadura). Si para disfrutar de la Novena de Beethoven no se necesita saber su estructura, ni para encandilarse con La verbena de la Paloma de Tomás Bretón, es imprescindible saber que hay un libreto detrás. A mí lo que me interesa es que Daniel Barenboim interprete deliciosamente las sonatas de Beethoven, que Maria Joâo Pires te transporte al romanticismo al tocar los nocturnos de Chopin o que Ataúlfo Argenta haya dirigido a la Orquesta Nacional de España como ninguno otro.
En resumen: es una solemne tontería afirmar que alguien "sabe" música, porque en la música hay materias tan diferentes como el lenguaje musical, la historia de la música, el análisis musical, la armonía, la composición, el estudio de las formas y géneros musicales, los tipos de música, los conjuntos instrumentales, la organología... Es imposible dominar todas estas parcelas de la música a la vez. Lo importante de la música es que te guste o no te guste. Porque la música afecta al sentimiento y no al conocimiento. Es enriquecedor conocer los autores de las obras que escuchamos, y encuadrarlos en una época determinada, con lo que podremos entender mucho mejor lo que nos quiere decir. Pero es aconsejable; no obligatorio. Cuando acudan a un concierto de música clásica, popular, folklórica, flamenca o de jazz, olvídense de todo y disfruten de la música. En definitiva, los que escribimos música no lo hacemos para eruditos. Lo hacemos para el público en general. Si no fuera así, se habría terminado hace siglos.