Ya no habrá más partidas de ajedrez,
jugaste con la Muerte por la vida;
la Muerte te venció y, así, esta vez,
has perdido tu última partida.
Te enfrentaste en desigual combate
con la más tosca, la más hosca, la más fea,
que te dio sin piedad el jaque mate
llevándose tu vida en la pelea.
Fuiste duro, tenaz, fuiste valiente,
diste cara a la enfermedad odiosa,
siempre el rostro arriba, alta la frente
con una actitud vital maravillosa.
Mas, de pronto, recibisste tal zarpazo
de ese mal tan negro y traicionero,
que la muerte te dijo: "En mi regazo
con inmensa ansiedad, hijo te espero".
Y te quedaste dormido en dulce sueño,
sin sentir que la Muerte te arrastraba
llevándote a esa dimensión de ensueño
donde la oscura negritud se acaba.
Tus ojos se han abierto ya a la luz;
verás por fin lo hermoso que no viste,
dejarás el bastón que fue tu cruz,
dejarás las tinieblas que sufriste.
Sabrás qué son imágenes, colores,
bosques, ríos, praderas, mar, estrellas,,
verás el arco iris y las flores,
las cosas más bonitas, las más bellas.
No preguntes a Dios por tu ceguera,
(pudiera parecer una protesta);
pasar en negritud la vida entera
a lo mejor no tiene una respuesta.
Ya no nos sentaremos codo a codo
ante el cuadro con cuadros del tablero,
defendiendo cada uno a nuestro modo
al equipo. querido compañero.
No escucharé tu "E-4" de salida,
ttu golpe en el reloj cada jugada,
y, cuando yo PERDIERA la partida,
tu ánimo al decir: "No pasa nada".
Tu voz grave, serena, tras el juego,
siempre igual si ganabas o perdías;
si ganabas hablabas con sosiego
animando a aquel al que vencías.
Si perdías, señor y caballero,
estrechabas la mano a tu rival
felicitándole, sin más, sincero,
deseándole suerte hasta el final.
Me despido de tí, mi leal amigo,
sintiendo el corazón dolido y frío;
por más que pase el tiempo, irás conmigo,
no habrá nadie que llene tu vacío.
Y si ves desde ahí que este invidente
se perdiera por la noche de la vida
sé un faro luminoso, un referente
que lo lleve a encontrar una salida.