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  3ª Carta a Antonio Almaza, Febrero 2005 (Fermín Tamayo)
 

 

 

Carta a Antonio Almaza

Fermín Tamayo

Madrid, 9 de febrero de 2005.

Queridos Antonio y María:

Ya he aprendido a mandar "Emilios", aunque aún no me haya puesto el mío propio. Pero -como decía el astuto Richelieu, cuando gentes provectas objetaban que, para ser nombrado cardenal, era aún demasiado jovencito-: "Ese mal se me cura con el tiempo". Estoy de baja y me permito el lujo de escribiros al pie del mediodía, a la hora de la siesta del carnero, y sin tener que andar a salto de mata robando ratos sueltos al currelo, o a las cansinas horas de la noche.

Hoy estamos a 9 de febrero; tal vez para la inmensa mayoría de la ciudadanía hispanoibérica -incluidos inmigrantes sin papeles (ni falta que les hace a los mahométicos que se limpian el ano con la mano)- nada les diga tal fecha como ésta. Sin embargo, para los chiflado-aficionados al mundo ferroviario, supone la efemérides de que, en el año de gracia de 1851 -año del traído y llevado Concordato con la Santa Seda-, se inauguraba la línea Madrid-Aranjuez (segunda en toda el área nacional, tras la de Barcelona-Mataró, que funcionaba ya 3 años antes) para que circulara por sus rieles el convoy "de la fresa", ¡chúpate ésa! Y por si fuera poco, tal día como hoy nació mi suegro, hace 89 inviernos: el año que vinieron a este mundo: tu tocayo el señor Cuero Pellejo -autor de El tragaluz, o Las Meninas-, Camelo Pepe Pela -¡vaya tela!-, el vate Blas de Otero-cocotero, el criollo Ginastera, el judío-mariachi Yehudi Menuhin y otros más; el año de largarse al otro barrio, entre otros varios númenes gloriosos: Félix Rubén García Sarmiento -alias Rubén Darío-, el músico goyesco Quique Granados, el Nóbel dramoniano Pepe Lechecaray, el maestro Max Reger y el autor de Quo vadis (cuyo apellido, a fuer de polonés, lleva una indigestión de consonantes que mejor no morir en el intento).

En un par de sentadas, te he grabado cuatro discos compactos; para ganar espacio, te irán dos juntos en cada carcasa. Y para que te enteres "mejormente" de lo que va grabado en cada cual, te lo indico al final de este mensaje (que sigue para mí siendo una carta). En vista de que te gusta la voz de la neozelandesa maorí Kikiriki Te Cabana (digo, Kanawa), te he vertido un disco con canciones del judío-yanqui Jordi-Gorka-Jorjito Gershwin; como quiera que el disco dura poco, te completo el CD con varios números de Porgy and Bess en registros históricos de hacia el año 40. A ver qué te parece ese Paul Robson, el bajo americano y comunista, que aparece cantando en la novela del habanero Alejo Carpintero La consagración de la primavera. Como diría el viejo Zugazaga -alias el Ziquezeque-, tampoco el congrio es mal ave, replicó Sancho; lo digo refiriéndome al barítono gringo Lawrence Tibett, que tenía una voz timbrada y cálida. Completan ese disco un par de números de la ópera de marras, tocados al violín por Jascha Heifetz, más otros dos cantados por la simpar yazzista Ella Fitzgerald con voz de jovencilla, secundada por el inconfundible borrachuzo Louis Amstrong. En un segundo disco te incorporo música gershwiniana, interpretada por Zejudi-Menujin, más unas cuantas piezas de ragtime, del yanqui de color Scott Joplin, cantadas al violón por Itzhak Perlman. Un tercer disco enlata la obra pianística del burgalés de pro Antonio José Martínez Palacios, asesinado en la incivil contienda fratricida, acusado de espía. El otro disco incluye tres cuartetos (de cuerda, por supuesto: uno de Guridi, otro de Conrado del Campo y otro de Francisco Escudero; entrañan el sabor de la nostalgia por el hecho de estar interpretados por aquella lejana Agrupación Nacional de Música de Cámara -Antón-García-Meroño- Vivó-, a la que tantas noches sabatinas íbamos a escuchar, acompañados por el curilla Arteaga o algún otro, al viejo caserón de San Bernardo, antigua sede del Conservatorio, hogaño Escuela Superior de Canto, donde nos encontrábamos con don Simón Vaquero, el Carrasquillo, Juan Vicente Molina y otras hierbas.

Tocante a mi dilecto profesor de segundo y tercero de solfeo, recuerdo la pensión donde vivía, de lobreguez vetusta y cutrefacta, antro típicamente barojiano. Leyendo las Memorias que escribiera Evaristo Acevedo, el humorista, asidua pluma de La Codorniz, capté que su primer alojamiento al llegar a Madrid, en el 46 del Novecientos, era precisamente la pensión molinaria, llamada Arriazu, sita en calle Arriaza, próxima al convento de la Encarnaçâo, en cuyo órgano estudié por algún tiempo bajo los auspicios de nuestro profesor de Religión don Gerardo Peña, natural de Oña, su capellán mayor a la sazón. Estaba esa pensión en el piso primero del inmueble; había también otra en el tercero, donde yo me alojé unas pocas noches aquel septiembre del 64, cuando me examiné de Ingreso, lo mismo que María, en la entonces llamada Facultad de Filosofía y Letras. En el 68, coincidiendo con el señor Molina en su mansión, le pregunté qué se hizo de la casa de huéspedes de arriba: --¡Ahahaha! La denunciaron unas tías de Acción Católica y la cerraron, ¡ahahaha!, porque allí había putas y jodían. --No imaginaba yo que hubiese allí... --¡Pues porque tú eres tonto y no te enteras, chiquet, ahahaha!... Cierta noche volvíamos de farra y acompañaba yo hasta su morada al bohemio coterraño de Gracián, empapado el riñón de ingesta etílica, cuando al pronto se para -aguarda un poco-, tira de portañuela y, por las bravas, se pone a mingitar en la cuneta. --¡Don Juan, cuidado; está meando a un coche! --¡Calla, so gilipollas; esos capitalistas que se jodan! ¡Que yo soy comunista, ché!, ¿te enteras? Y lo decía el hombre a voz en cuello para que se enterase el vecindario. ¡Señor, señor; qué tiempos!

La voz esmeraldina de la recién finada -aunque inmortalizada por el disco- Victoria de los Ángeles López, catalana de origen andaluz (hija de un bedel del Gran Teatro del Liceo barcinonense, a quien, por su notable bajitud, los guasones llamaban Rompetechos) queda para otra entrega. Estoy ahora escuchando los ballets Don Lindo de Almería y La madrugada del panadero, de Rodolfo Halffter (1900-1987), hermano de Ernesto y tío de Cristóforo (¡la madre que lo parió!); son gratos de escuchar estos ballets, con su fresco sabor nacionalista y sus stravinskianas resonancias. Dime si te interesa que te grabe los dos cuartetos de Turina -uno de cuerda, otro de cuerda y piano-, también interpretados por la Agrupación Nacional de Música de Cámara (Enrique Aroca al piano). Como curiosidad, puedo añadirte que, en uno de los discos, aparece una pieza en un solo movimiento: Rubaiyat, de Adolfo Salazar (1890-1958), crítico musical tan alabado por don Rafael Rodríguez Al-bert. Ahora que está de moda que salga tanta gente del armario -sobre todo curillas bujarrones camuflados de castos socerdotes-, aparecen sarasas a porrillo, hasta a título póstumo, no creas; lo digo porque -aparte de Dalí, Lorca, Falla, Cernuda y varios más- ahora parece ser que don Adolfo era también del gremio de la pluma.

¿Qué te voy a contar que ya no sepas referente a mi vida laboral en el "Antro de Reclusos Eructativos Toño Invidente Corchete", de Chamartín de la Rosa (de donde viene el célebre refrán: A todo ciego le llega su Chamartín)? Ya te dije que el juicio terminó en una especie de conciliación (de "concilio económico tal vez"), que yo acepté no sólo como prueba de buena voluntad, sino también para no encabronar al magistrado, que era de quien el fallo dependía; pensaba yo:si con mi negativa a aceptar la propuesta de la empresa de reducirme la sanción a un día respecto a suspensión de empleo y sueldo (en lugar de los tres que me impusieron), le hacía trabajar, su veredicto podía redundar en contra mía... Además, doña Lupe, mi abogada, que era un poquito pava en esas lides, me hacía ojitos porque me aviniera (ley del mínimo esfuerzo, como ves). Y si, a fuer de optimista, se miraba del negocio su parte positiva, el haber disfrutado de tres días de asueto al precio de uno de salario, tampoco estaba mal, doctor Casal.

Tres días antes, la ilustre Fatimula -la directriz del "antro" mencionado- me manda un papelito por el que me comunica el cambio de horario. Bien sabe la individua que me hacía la cusqui; por eso mismo lo hizo, por supuesto. Porque se han empeñado en soltar lastre; que la Seguridad Social lo acoja. Me parece muy bien que se estimule a tomar el portante al personal que para ellos no es más que un trasto viejo; pero que no me fuercen ni me obliguen con el truco de hacerme la puñeta. Me iré -como diría Marcus Tulius- Cum metipsíssimis ex cataplínibus exíberit mihi, ¡qué carajo! No se conforman con amortizar la plaza que Loli acaba de dejar con su jubilación, sino que encima me putean a ver si una de dos: o me jeringo, o bien me doy el bote y, de ese modo, tienen otro puesto para poner a alguno de los suyos. El caso es que este lunes, por de pronto, han colocado a una sustituta, venida de Alicante, que de Braille ni pajolera idea, y lo de vista (que es la sección que a mí me corresponde), también lo lleva crudo la chiqueta, porque juna muy poco, al parecer, y necesita un magnificador para arreglarse con el ordenata. Ante tales indicios, está claro que se trata del típico ejemplar de la especie que el ínclito Linneo -bautizante zoológico y botánico del Siglo de las Luces- llamaría tiflosacáridos, o lo que, traducido al esperanto, llamáis vosotros "ciegos del azúcar". Se dice que la ONCE está muy mal; pero a ti y a mí que nos registren. Que empiecen por quitar tantos parásitos como la dedocracia ha colocado entre sobrinos, hijos, querindongos, madres que los parió y demás parientes; que todo lo demás es ahorrar lo que el propio Linneo llamaría psitacoteobroma, o tanto monta, 'chocolate del loro' en inodoro. Item más: si la ONCE anda tan mal, que no actúen con tanta chulería, tanta desfachatez y despotismo. Luego, si alguien litiga contra la "obra" por defender nomás sus intereses que han sido lesionados sin motivo, le tachan de traidor y descastado. Y es que en la cofradía cegarrúmbrica -igual que en otra secta cualisquiera-, el que joroba al prójimo es más leal que la víctima en pie de su defensa. Me recuerda eso un diálogo famoso entre Roosevelt, entonces presidente, y Cordell Hull, secretario de estado de los yanquis, cuando alojaron en la Casa Blanca a Somoza, el dictador nicaragüense: --Este Somoza es un hijo de puta -decía Cordell Hull-. --Puede que sí -admitió Roosevelt, pero es nuestro hijo de puta.

Pero no hay que dudar de que, con todo, la ONCE es una gran institución, puesto que, si después de tantos lustros de desgobierno por pelafustanes, mangutas, zurupetos y charranes, sigue aún en pie, es que está bien cimentada. Eso ya lo decía el personaje aquel de Bertolt Brecht, Madre Coraje: Está comprobado que allá donde abundan las buenas virtudes hay algo que falla. [...] Si un capitán, o un rey, es incapaz de llevar sus tropas a un callejón sin salida, los soldados tendrán que multiplicar su coraje para no sucumbir. Si el jefe es un tacaño y escatima en el reclutamiento de las tropas, los soldados tendrán que convertirse en verdaderos Hércules. Y si es un tarambana, a quien le importa un rábano la suerte de sus hombres, éstos tendrán que obrar con la prudencia propia de una sierpe. Y si se los abruma con toda clase de exigencias, serán de una lealtad a toda prueba. Todas estas virtudes son totalmente fútiles en un país donde tanto el rey como los capitanes han sabido imponer el orden. Allí donde las cosas marchan como Dios manda, las virtudes están de más; cualquiera puede permitirse el lujo de ser un mediocre, un tonto, o un cobarde.

En fin, pues a mayor abundamiento de mi deformación profesional, vendría aquí también como de molde ese relato del Decamerón en que el judío Abraham se hace cristiano al ver la corrupción reinante en Roma: Todo allí era lujuria, gula, fraude, avaricia, envidia, soberbia y otras cosas peores, si acaso puede haber algo peor. [...] Creo que vuestro pastor, y en consecuencia los que viven con él, pone más arte e ingenio en reducir a la nada la religión cristiana que en hacerla brillar [...]. Así pues, pese a todos sus esfuerzos por desterrar la fe de los creyentes, no ocurre tal como ellos se proponen; antes bien la cristiana religión crece más cada día, se hace más luminosa y esplendente; razón por la que yo me he convencido de que el Espíritu Santo está en ella y de que es la más santa de todas y la sola verdadera.

Tanto hablar de la ONCE, hemos llegado al día onceno; tal día como hoy, hace ya 13 tacos de almanaque, me desescayolaron la antepierna, siete meses después del "arcidente"... Creo que vale ya por esta vez. Hoy, a las diez y media de la noche, tenemos concierto en el Auditorio, que está aquí muy cerquita, a unos cuatro minutos a pinrel; se puede ir en pijama y a la pata coja. No lo digo por mor de disculparme, ahora que estoy de baja, o de evitar que se me aplique el chusco chascarrillo: No voy a misa / porque estoy cojo, / y a la taberna / poquito a poco. Vamos a ver (o mejor dicho, a oír) cómo suena la Orquesta de Strasburgo tocando la Novena Sinfoniaza del bunkeriano Bruckner, que Dios haya, el autor predilecto del maestro Sergiu Celibidache, que esté en gloria. Ut supra dixit, va a continuación el menú de los discos registrados. Un abrazo: Fermín.

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CD 1

George Gershwin (1898-1937)

1. Somebody Loves Me

2. Boy Wanted

3. Things Are Look Up

4. Love Walked In

5. Love Is Here to Stay

6. Someone To Watch Over Me

7. But Not For Me

8. Summertime

9. The man I Love

10. Soon

11. Meadow Serenade

12. Nive Work If You Can Get It

13. By Strauss

14. Embraceable You

15. I Got Rhythm

Kiri Te Kanawa

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16. Buzzard Song.

Lawrence Tibbett & Chorus.

17. Bess, You is My Woman Now.

Lawrence Tibbett & Helen

Jepson

18. It Ain't Necessarily So.

Lawrence Tibbett & Chorus.

19. Where is My Bess?

Lawrence Tibbett.

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20. Lullaby: Summertime / Livin's Easy

21. A Woman is a Sometime

Thing

22. Take's a Long Pull to Get

There

23. It Ain't Necessarily So

Paul Robeson (bass)

Orchestra conducted by

Clifford Greenwood; with

Emmanuel Bay, piano (arr.

Jascha Heifitz)

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24. Summertime

25. A Woman is a Sometime

Thing

Jascha Heifetz, violin

26. Mack the Knife

Ella Fitzgerald

27. Summertime

Ella Fitzgerald

& Louis Amstrong

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CD 2

George Gershwin (1898-1937)

1. Fascinating Rhythm

2. Soon

3. Summertime

4. Nice Work If You Can Get It

5. Embraceable You

6. Liza

7. A foggy day

8. S'Wonderful

9. The Man I love

10. I got rhythm

11. He loves and she loves

12. Tey can't take that away

13. They all laughed

14. Funny face

Yehudi Menuhin (violín)

Stéphane Grampelli (piano)

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Scott Joplin (1861-1917)

The Easy Winners and other Ragtime Music arranged for violin and piano by Itzhak Perlman.

15. The Ragtime Dance

16. The Easy Winner

17. Magnetic Rag

18. The Strenuouse Life

(Rag-Time Two-Step)

19. The Entertainer

20. Elite Syncopations

21. Pine Apple Rag

22. Sugar Cana

Itzhak Perlman (violín).

André Previn (Piano)

 

CD 3

Antonio José (1902-36)

Obra para piano

Sonata Gallega

1. Libremente a modo de preludio

2. Cancioncilla. 3. Rondó.

4. Poema de la Juventud

Evocaciones

(Cuadros de Danza Campesina)

5. Cuadro 1ª (Allegro moderato)

6. Cuadro 2ª (Allegro moderato)

7. Cuadro 3ª (Allegro)

Danzas Burgalesas

8. Allegro Vivo

9. Allegro

10. Allegro

11. Marcha para Soldados de

Plomo

CD 4

Conrado del Campo (1878-1953)

Cuarteto en La Mayor,

"Carlos III"

1. I Majeza y señorío

2. II Estudiantina

3. III Nocturno

4. IV Fiesta

Francisco Escudero (1912-2002)

Cuarteto para cuerda

5. I Un poco alegre y no muy vivo

6. II Ligero clásico y destacado

7. III Calmoso, expresivo y concentrado

8. IV Muy rítmico y un poco moderato

Jesús Guridi (1886-1971)

Cuarteto nª 2 en la menor

(para cuerda)

9. I Allegro moderato

10. II Allegro sostenuto

11. III Prestissimo

12. IV Vivace non troppo

Madrid, 22 de marzo de 2005.

Mi distinguido amigo don Antonio, cordobés de nación (peñarroyano, si no recuerdo mal), madrileño de crianza y formación, y a la postre hispalense malgré toi:

Deseo que al recibo de estas líneas os encontréis bien de salud. Nosotros bien, gracias, y yo en particular, dicho en euskera, ongi esan bearko da (bien habrá que decir); o también, como dicen que decía la actriz Katharine Hepburn, bien, sin entrar en detalles... Acabo de leer tu mensaje. Ya veo que eres pan agradecido (como diría Sancho el escudero). De bien nacido es ser agradecido, soltaba de manera recursiva aquel galaico capitán Andrade, de El señor de Bembibre, esa novela histórico-romántica de Enrique Gil y Carrasco... Como bien puedes ver (u observar), me he (me han, mejor dicho) puesto mi propia electronicoposta, a la cual podrá vuesa merced dirigirse cada y cuando tuviere a bien facello... Eso de enviarte música acaso sea un vicio más que nada. Es co-mo cuando tienes un buen vino y lo disfrutas más si lo compartes. Día vendrá tal vez, y no lejano, en que hasta los licores deliciosos se puedan compartir por Internet. ¿No hay quien hace el amor por esa vía, y sin necesidad de usar la Viagra en caso de que el cálamo del bálano esté ayuno de enhiesta lozanía?... Ayer noche te di un telefonema, y me dijo tu vástago que habías salido a pescar (a tomar unas cañas, me refiero); bien está rendir culto al dios Gambrinus.

Al vuelo de las piezas del teclado, me vienen a las mientes toda clase de absurdas y mostrencas chuminadas. Sería interesante hacer un libro sobre la historia de la estupidez. Bien es cierto que Erasmo el rotterdano nos ha dejado su Stultitiae laus; pero su erudición, como buen humanista, se centraba en la época clásica más bien; además ya han pasado cinco siglos desde que vio la estampa el libro célebre. Así que nos podemos figurar la sarta de estolideces de moda surgidas desde enton-ces a esta parte. A mi corto entender, es una de ellas la proliferación de las encuestas, que son un fraude intrínseco y un modo de engatusar a la ignorante masa, sobre todo, tratándose de vainas de opiniones políticas, sexuales, religiosas, etcétera y demás. Hace poco se hablaba de una encuesta donde se planteaba qué sería de los varones, por naturaleza tan adictos al culo de las hembras, si el bul o tafanario femenino tuviese triple nalga en vez de dos. Resultado: un 51% cree que el mate-rial mejoraría; un 38,2% opina que sería desastroso para los machos por razones obvias, mientras que el resto, aproximadamente, se muestra partidario de la vicepresidenta primera del gobierno. ¿Que qué ver tiene el culo con las témporas? Pues muy sencillo: que la susodicha es más fea que el traste de un mandrid. Ya lo dice el refrán: Aunque de Vogue se vista la Vega, Vega se queda... ¿Y qué decir de mi querida tierra, llamésela Euzkadi, Euskalerría, País Vasco o Provincias Vascon-gadas (muchos nombres pero ninguno histórico)? Ahora que los de fuera han propagado tantos y tantos chistes de Bilbao, parece ser que hasta los propios vascos están contribuyendo al repertorio, incluso en Internet... Es un tío que va a una librería y pide un mapamundi de Bilbao; entonces el librero le pregunta: --Sí, pero ¿de qué parte quieres, pues?: ¿de la margen derecha o de la izquier-da? Lo bueno es que lo chusco a esa gente le rezuma aunque no se lo proponga. Ejemplo: el hotel Carlton de Bilbao (edificio emblemático del Bocho, sede algún tiempo del gobierno vasco) se dice en Internet que se halla próximo a la estación de metro más cercana (¡como si hubiese tantas en la villa!). Y de Portugalete, que sus calles suben en cuesta hacia el interior, de manera que están más elevadas conforme se distancian de la ría... ¡Pues menudo embolado que hay montado con esos sucedáneos batasunos que quieren presentarse a los comicios bajo el nombre de Aukera Guztiak! Con tanto nombrecito euskeromorfo, cualquiera pensaría que en Euzkadi no se habla más que euske-ra, ¡friolera! Sin comentarios... Y uno se pregunta si, en un momento dado de la historia, no ha-brán metido el cuezo en esos pagos gentes de Portugal. Si no, ¿de dónde viene el topónimo "Portu-galete"? ¿Y el nombre de "Sestao" no suena a luso? Que tomen buena nota los ilusos prosélitos de don Sabino Arana, como lo son la inmensa mayoría de los beligerantes abertzales, llámense peneu-vistas, batasunos, euskalerritarrok, u otras lindezas. Si fuese yo un auténtico abertzale, un jatorra euskotarra, vasco-vasco, no un español traidor y descastado, os miraría a ti y a tus congéneres (hi-jos de estirpe ibera y no de Aitor) por encima del hombro como mínimo (¡y eso si me dignaba yo a miraros!). Así que no te quejes por tratar con un vasco traidor y sedicente de la sabinoarácnida ortodoxia, de la que, a guisa de botón de muestra, te engarzo aquí unas perlas impagables.

La fisonomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español, inexpresiva y adusta. El bizkai-no es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos) o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero).

El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe.

El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras y sabréis que un bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos.

El bizkaino es laborioso (ved labradas sus montañas hasta la cumbre); el español, perezoso y va-go (contemplad sus inmensas llanuras desprovistas en absoluto de vegetación).

El bizkaino es emprendedor (leed la historia y miradlo hoy ocupando elevados y considerados puestos en todas partes... menos en su patria); el español nada emprende, a nada se atreve, para nada vale (examinad el estado de las colonias).

El bizkaino no vale para servir, ha nacido para ser señor ("etxejaun"); el español no ha nacido más que para ser vasallo y siervo (pulsad la empleomanía dentro de España, y si vais fuera de ella le veréis ejerciendo los oficios más humildes).

El bizkaino degenera en carácter si roza con el extraño; el español necesita de cuando en cuando una invasión extranjera que le civilice.

El bizkaino es caritativo aun para sus enemigos (que lo digan los lisiados españoles que atestan las romerías del interior y mendigan de caserío en caserío); el español es avaro aun para sus herma-nos (testigo, Santander cuando pidió auxilio a las ciudades españolas en la consabida catástrofe).

El bizkaino es digno, a veces con exceso, y si cae en la indigencia, es capaz de dejarse morir de hambre antes de pedir limosna (preguntádselo a las Conferencias de San Vicente de Paúl); el espa-ñol es bajo hasta el colmo, y aunque se encuentre sano, prefiere vivir a cuenta del prójimo antes que trabajar (contad, si podéis, los millares de mendigos de profesión que hay en España y sumadlos con los que anualmente nos envía a Euskeria).

Interrogad al bizkaino qué es lo que quiere y os dirá "trabajo el día laborable e iglesia y tambo-ril el día festivo"; haced lo mismo con los españoles y os contestarán pan y toros un día y otro tam-bién, cubierto por el manto azul de su puro cielo y calentado al ardiente sol de Marruecos y España.

Ved un baile bizkaino presidido por las autoridades eclesiásticas y civiles y sentiréis regocijarse el ánimo al son del "txistu", la alboka o la dulzaina y al ver unidos en admirable consorcio el más sencillo candor y la más loca alegría; presenciad un baile español y si no os causa náuseas el livia-no, asqueroso y cínico abrazo de los dos sexos queda acreditada la robustez de vuestro estómago, pero decidnos luego si os ha divertido el espectáculo o más bien os ha producido hastío y tristeza.

En romerías de bizkainos rara vez ocurren riñas, y si acaso se inicia alguna reyerta, oiréis sonar una media docena de puñetazos y todo concluido; asistid a una romería española y si no veis brillar la traidora navaja y enrojecerse el suelo, seguros podéis estar de que aquel día el sol ha salido por el Oeste.

El aseo del bizkaino es proverbial (recordad que, cuando en la última guerra andaban hasta por Nabarra, ninguna semana les faltaba la muda interior completa que sus madres o hermanas les lle-vaban recorriendo a pie la distancia); el español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año.

La familia bizkaina atiende más a la alimentación que al vestido, que aunque limpio siempre es modesto; id a España y veréis familias cuyas hijas no comen en casa más que cebolla, pimientos y tomate crudo, pero que en la calle visten sombrero, si bien su ropa interior es "peor menealla".

Pues bien, ¿a que no tiene desperdicio? Y lo he dejado ya, porque seguir sería darle vueltas al manubrio del ludibrio del bodrio -que diría Ramón Gregueripombo de la Sorna-, al modo de un concierto de Vivaldi, dándole al molinillo hasta aburrirnos. Apostillando el punto donde dice que, en una romería de bizkainos, jamás brilla el acero navajero, como en una reyerta de maketos, pu-diérase decir que, en nuestros días, brilla, en cambio, el cañón de la pistola con la cual se asesina por la espalda (aunque como brillar, sólo un instante, ya que se da a la fuga el asesino). Acaso don Sabino alegaría que eso es la consecuencia de que Euzkadi esté hoy día infestada de maketos. En-tonces la legión metralletarra, salvaguardia del neto abertzalismo, ha de operar con métodos make-tos en pro de la genuina vasquedad? Que me aten esa mosca por el rabo. (Pero aún así, los vascos y las vascas -como diría Juanjo el lehendakari- somos más majos, pues, ¡me-cagüen-lá!) Pues bien, merced al ínclito meapilas, turibulario acólito del gremio de la sotanoléptica teocracia, queda eus-kaldunizado el santoral; así es como son Josu los Jesuses, Jasón las Asunciones, Agurtzane las Charos o Rosarios, Nekane las Dolores, Joseba los Pepitos, Iker los Quiques, Miren las Marías, Imanol los Manolos, Gorka los Jorges, Andoni los Antonios Koldo los Luises, Kepa los Pericos, aparte de la autóctona onomástica (caso de los Aitores, los Asieres, Izáskunes, Aitzíberes, Itzíares, Estibalizas y demás familia). Y mira qué curioso el caso "Kepa": cuando en todas las lenguas co-nocidas conserva la raíz griega de Petros, o la de Petrus en versión latina (sea Piotr, Peter, Piero, Pierre o Petre), resulta que en la noble izkuntza euskérika, y por disposición de don Sabino (quien por algún cleríptero políglota se enteraría de que, en arameo, el sobrenombre de Simón es Kephas), pues nada: Kepa al canto sin quebranto. Cabría igual decir del caso "Luis", cuyo euskeromorfismo "Koldobika" (o en forma hipocorística de "Koldo") procede del germano Khlodovico (variante de Hlodovico y Khlodoveo), mientras que el castellano lo ha tomado de la forma francesa, cuyo idioma se come consonantes y vocales con voraz apetito, de ordinario. Pero dejémonos de bagatelas y va-mos a otra cosa-carrascosa.

Me halaga que me consideres culto, aun cuando sea hoy día algo superfluo, un adorno sin más que a uno le cuelga como un dije cualquiera a una señora. No sé quién dijo (¿Nitzsche, Schopen-hauer...?) que la cultura es todo lo que queda después que hayamos olvidado todo; según lo cual, mi caso no sería sino simple y banal pedantería. Recuerdo que mi tía la de Urdiáin (hermana de mi madre, en cuya casa pasábamos dos meses en verano), que me estimaba y valoraba mucho (qui-zá la única en toda mi familia), decía de mí cuando era muchacho: "Este pobre, lo que es de traba-jar y cosa así, parece que no sirve; no tendrá más remedio que estudiar". A veces es cuestión de dar el pego para que a uno le crean "culto y clero". En mis funciones de bibliotecario en el centro escolar chamartiniano, y como orientador en los trabajos que algunos profesores despiadados ponían a las mártires criaturas, iba adquiriendo fama de sabihondo; y es que sabía dónde consultar lo que desconocía mi ignorancia (que es la misión de un buen bibliotecario, como diría Ortega, o Robert Musil). Además, ya conoces el refrán: En la casa del ciego...; o dicho en griego: Tou tiflóu Oikó, ho monophtalmos basileos; o en latín si prefieres: Caeci domi, monóculus monarcha. Resulta que una vez cierta mozuela, una canaria dulce y rubicunda, Noemi por su gracia bautismal (nombre de bisabuela de David, suegra de Ruth y abuela de Jesé, el que sostiene un árbol invertido en la icono-grafía religiosa), de voz cálida y seno hospitalario en promesa de madre amamantísima, con suma candidez me preguntaba cómo es que yo sabía tantas cosas, no siendo más que un simple autodi-dacta? Por lo visto, pensaban los rapaces que quien estaba a cargo de los libros, no siendo profesor y currelando con naturalidad, como el que lava, no precisaba título ninguno; y si sabía cosas, era sólo porque, al andar moviéndose entre libros, algo se le pegaba por contagio, como a deidad que atiende las plegarias que su feligresía le dirige dando vueltas al rollo de oraciones; o bien como al vaquero que se impregna de los rancios olores del ganado de tanto trajinar en el establo... Y cuan-do yo, sencilla y llanamente, respondíle a la cándida zagala que tenía cursados mis estudios de tal y cual y lo de más allá, me miró con visible decepción, como diciendo: "Así no tiene gracia". Yo entonces me sentí un tantico fatuo por haber defraudado a la muchacha... Recuerdo a este tenor un episodio que refiere Axel Munthe en su novela Historia de San Michele, al que también alude de pasada don Miguel de Unamuno en un ensayo de El sentimiento trágico-vital. El texto de Axel Munthe reza así:

En aquella época eran muy numerosos los médicos extranjeros que ejercían en París. Había entre ellos mucha celotipia profesional, por lo cual no era extraño que una buena parte cayera sobre mí. Tampoco éramos muy queridos de nuestros colegas franceses, por el monopolio que teníamos de la rica colonia extranjera, clientela sin duda mucho más lucrativa que la suya. Precisamente entonces surgió en la Prensa una agitación para protestar contra la cantidad cada vez mayor de médicos extranjeros en París, llegando a insinuar que, a menudo, muchos de ellos ni siquiera estaban provistos de un regular diploma de Universidad reconocida. Esto originó una orden del Prefecto de Policía a todos los médicos extranjeros, para que, antes de fin de mes, presentasen su título, para ser comprobado. Yo, con mi licenciatura por la Facultad de París, estaba [...] a salvo; casi olvidé la orden y me presenté justo el último día en la comisaría de mi barrio. El Comisario [..] me preguntó si había oído hablar de cierto doctor que vivía en mi misma avenida; contesté que lo único que sabía era que debía de tener una gran clientela; había oído hablar de él a menudo, y también a menudo había admirado su elegante coche esperándolo a la puerta de casa.

Dijo el Comisario que no lo admiraría mucho tiempo, porque estaba en su lista negra; no se ha-bía presentado con el título porque no lo tenía; era un charlatán y acabaría por ser pincé. Decíase que ganaba doscientos mil francos anuales, más que muchos médicos célebres de París. Observé que no había ninguna razón para que un charlatán no pudiese ser un buen médico; un título significaba poco para sus enfermos, si él podía aliviarlos. Un par de meses después, el mismo Comisario me contó el fin de la historia. El doctor se presentó a última hora, pidiendo una entrevista privada. Mostró el título de una notable Universidad alemana y suplicó al Comisario que le guardase el secreto, pues debía su enorme clientela al hecho de ser considerado un charlatán por todos. Dije yo al Comisario que aquel hombre no tardaría en hacerse millonario si supiera de Medicina la mitad que de psicología.

Y no te doy por hoy más la tabarra utilizando tu atención de esparrin, o bien de espejo en el que quien escribe se proyecta de forma narcisista. Me dice mi querida demi orange que, como ya hace tiempo que no tengo público de zagales que me escuchen, doy la vara al que pillo por delante. Saludos a María; y a propósito, ¿cómo van sus asuntos jubilares? ¿Y a ti no te menean el asiento para que te retires de una vez, como hacen en el centro de reclusos eructativos donde yo laboro? Por cierto, como sabes, el vocablo jubilación no tiene que ver nada con el término júbilum latino. Al parecer proviene del hebreo jobel, que significa la trompeta que debía tañerse cierto día de cada año sabático, según lo establecido en el Levítico:

Contarás siete semanas de años [...]; de modo que el tiempo [...] vendrá a sumar cuarenta y nueve años. Entonces en el mes séptimo, el diez del mes, harás resonar clamor de trompetas; en el día de la Expiación haréis resonar el cuerno por toda vuestra tierra. Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. [...] ...cada uno recobrará su propiedad; [...] no sembraréis, ni segaréis los rebrotes, ni vendimiaréis la viña que ha quedado sin podar, porque es el jubileo, que será sagrado para vosotros. Comeréis lo que el campo dé de sí...

Un abrazo y seguimos conectados Tu viejo amigo, que lo sigue siendo: Fermín.

 

 
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