Señor, te doy las gracias
Por estas manos mías,
Por el claro prodigio de estas manos
Hechas por ti, para aliviar mis brumas;
Para encender los cauces,
Sin sol, de mis sentidos,
De mis pasiones y de mis ideas.
Por esta maravilla
Con la que Tú quisiste
Que mi ser ascendiera y se encumbrara
Hasta el portento mismo de saberte.
Por esta maravilla
De amor, que te proclama
Y nos hace sentir tu omnipotencia.
Gracias te doy, Señor,
Con mi verdad más tuya
Desde el calor de mis latidos;
Porque siento la fuerza creadora
Que me dejó en las manos
La fuente de tus huellas
Y la fe para andar por el seguro
Camino de encontrarte;
Que tan sólo es posible
La aventura de cruzar por estos mundos
Tan oscuros, tan preñados de lodo,
Contando con la ayuda
De unas manos que guíen,
De unas manos que alumbren y protejan.
Heraldos que me avisan
Son mis manos errantes,
Que se adentran sin pausa en la espesura
De esta bóveda inmensa que me ciñe,
Trayéndome presentes
De aroma y de sonido,
Que el misterio me oculta en sus entrañas.
La vida en que me muevo
Se sostiene en mis manos,
Que, además de mis manos, son mis ojos,
Mi razón poderosa de ser hombre.
La sed que Tú me envías
La sacio con mis manos,
Que se beben la luz que necesito.
Gracias, Señor; te doy
Las gracias por mis manos,
Por el favor inmenso que me hiciste
Con el don fabuloso de estas manos
Que me hacen responsable,
Y que serán, sin duda,
La causa de mi gloria o mi condena.
Mis manos dan y piden,
Asumen y derraman;
Son el sol que germina y acaricia
Los frutos que maduran en mi tierra;
Son la cita amorosa
De la brisa y del álamo,
Que hacen más limpio el aire con su beso.
Mis manos son balcones
De un mundo que se abre
Al mensaje de todos los caminos,
Al efluvio de todas mis vivencias.
En mis manos confluyen
Mi voz y mi horizonte;
Son el brote vital de mi aventura.
Mis manos, nuestras manos
Las manos de los ciegos...
Nuestro querer se agolpa en nuestras manos,
Nuestro pensar se centra en nuestras manos.
Lo que dicen tus ojos,
Lo que tus gestos dicen,
Lo expresan en voz alta nuestras manos.
Mis manos son la fértil
Síntesis que procrea,
Y allí donde mis ríos se reúnen,
Conjugando las aguas de mi vida,
Palpita la fecunda
Frontera de mis manos
Para poblar mi sangre y mi memoria.
Mis manos van forjando
Mis paisajes de dentro,
Porque dan su figura a cada cosa,
Sentido y corazón a los conjuntos.
Mis manos trenzan vida,
Son llegada y camino
A esta luz interior que hay en mi niebla.
Señor, gracias te doy
Por estas manos,
Por la cruz y la cara de estas manos
Que me confieren dignidad humana;
Por estas manos mías
En las que se resumen
Tu aliento, mis palabras y mi música,
Y que hicieron posible
El goce doloroso
De poder engendrar este poema.
Por estas manos mías que trabajan,
Que rezan y que riñen,
Que abrazan, que rehúyen,
Que escribieron el libro de mi historia...
Gracias te doy, Señor,
Emocionadamente,
Y bendigo la vida que me diste
Porque puedo valerme con mis manos,
Porque con ellas puedo
Conocerte y amarte,
Porque puedo alabarte con mis manos.