XXX aniversario del Consejo General
26 de abril de 2012
Organiza PUEDO
Introducción
Admito sin reservas que con la muy valiosa colaboración de la ONCE, he vivido el inmenso privilegio de desempeñar la casi totalidad de mi vida profesional vinculado al movimiento internacional destinado a intentar lograr una inclusión social plena de las personas ciegas y con disminuciones visuales graves en sus comunidades respectivas. Deseo, pues, que mi intervención festiva hoy en este trigésimo aniversario de la constitución del Consejo General de la ONCE contemple a nuestro organismo en el panorama mundial de las organizaciones relacionadas con este tipo de personas.
La instauración del nuevo órgano rector de la ONCE culminaba un proceso, no sencillo, de actuaciones encaminadas a instaurar una dirección y gestión de la Organización que representase adecuadamente las sensibilidades de sus miembros. Motivos tal vez comprensibles supusieron que este profundo cambio no lo impulsaran quienes tenían una participación entonces significativa en la dirección y gestión de la ONCE.
Antonio Vicente Mosquete
En este proceso renovador desempeñó un papel muy protagónico la savia joven del momento y hubo la fortuna que el primer presidente de aquel Consejo democrático fuese Antonio Vicente Mosquete, una persona adornada con cualidades excepcionales de liderazgo, de elaboración de planes de futuro y una capacidad inmensa de movilizar todo y a todos los que tuviesen en aquel momento algo positivo que aportar en la reconstrucción de ese fenómeno social insólito que fue la ONCE desde que se creó en 1938.
Por desgracia, a los cinco años de existencia de este órgano rector democrático de la ONCE un zarpazo del destino nos arrebató para siempre a Antonio Vicente Mosquete. Las personas como Antonio no son fácilmente substituibles, pero en la vida existe la necesidad imperiosa de seguir, pese a todo, adelante.
El fenómeno excepcional que es la ONCE
Transcurridos setenta y cuatro años de vida de la ONCE podemos afirmar sin vacilación que aquellos propósitos idealistas que se plasmaron en su decreto fundacional hoy son una utopía convertida en gran medida en algo real. DE todas maneras, es muy conveniente que podamos detectar desapasionadamente los aspectos insatisfactorios del modelo de prestación de servicios y de representación de inquietudes e intereses que las personas con discapacidades visuales graves tenemos hoy en España. Fernando Martínez Burgos, una de las personas de aquel grupo reducido de ciegos que consiguió crear el ambiente adecuado para que el 13 de diciembre de 1938 Franco firmase el decreto fundacional de la ONCE dijo algo que sigue teniendo vigencia aún hoy. En efecto, él manifestó que la ONCE debería ser la catapulta para que los ciegos diesen un salto hacia la inclusión social y no debería ser en modo alguno un muro invisible que encerrase en su seno a esas personas.
El pensamiento único
El modelo de actuación que Antonio Vicente Mosquete impulsó sufrió casi inevitablemente cambios grandes, pero lamentablemente desembocó en un cuadro de pensamiento único poco deseable en un entorno democrático. Estoy convencido de que El gran pecado que comete Unidad progresista, el grupo que rige hoy nuestra organización con carácter casi exclusivo, es confundirse con la ONCE en su totalidad. Una de las características de la ONCE más positivas en el panorama organizativo de las personas con discapacidad visual en el mundo es su condición unitaria, lo que evita la dispersión de un grupo social afortunadamente minoritario. Entre nosotros casi nadie pondría en cuestión la conveniencia de mantener esa conquista. Sin embargo, en un entorno democrático esa unidad ha de reflejar la inevitable pluralidad de actitudes y opiniones de las personas a que representa. Desde un primer momento creí que era negativo el intento de remedar en la gestión de nuestros asuntos a la gran política. En un grupo como el que ahora nos ocupa existen posibilidades para que todos aquellos que tienen algo valioso que aportar lo compartan libremente allí donde les toque actuar. No debemos desperdiciar valores. Hay que sumar talentos y voluntades en lugar de ignorar a alguien porque no tenga la adscripción grupal requerida o se niegue a pensar y hablar al dictado.
El pensamiento único es propio de regímenes totalitarios en los que hay votaciones, pero no elecciones, y el que se mueve no sale en la foto. Esa práctica de actuación pública fomenta miedo en la mente de los implicados, promueve el que la gente no sea plenamente sincera y actúe movida por medrar en los escalones de promoción interna o se vea sencillamente condicionada por un instinto de supervivencia dentro de un entorno en el que el trabajo constituye un bien escaso. Una brisa fresca de verdadera libertad nos haría mucho bien.
La crisis y nosotros
Es obvio que la crisis económica que estalló en el mundo en 2008 está afectando negativamente a la ONCE, pero hay que reconocer que los problemas graves de venta de nuestros juegos ya empezaron a ponerse de manifiesto algunos años antes. Tal vez sea ingenuo pensar que la dirección actual de la ONCE promueva una tormenta de ideas para diagnosticar y pronosticar nuestra realidad y diseñar nuestra actuación futura. Un ejercicio semejante habría de llevarse a cabo sin exclusión de personas en razón de la ortodoxia según algunos de sus opiniones o cosmovisiones. Hemos tenido la fortuna de encontrar salidas -a veces, incluso muy halagüeñas- dentro de la compleja estructura de la ONCE, de la Corporación Empresarial o de la Fundación ONCE, pero vale la pena que intentemos sacar partido favorable a la crisis para abordar la asignatura pendiente de lograr una inclusión social individual, no colectiva. Eso querían los visionarios que influyeron en el decreto fundacional del 38 y eso es lo que propugnaban Antonio Vicente y los que se adhirieron con entusiasmo a los planes renovadores de 1982.
La ONCE y el movimiento promocional internacional
La ONCE participó siempre en el trabajo de las organizaciones internacionales específicas, pero el mérito incuestionable de Antonio Vicente Mosquete fue el implicarse de manera muy activa en la actuación y promoción de estas organizaciones. Él estuvo presente en las reuniones en Noruega, en septiembre de 1984, cuando se constituyó la Unión Europea de Ciegos que suponía el salto cualitativo de superación de la no deseable dispersión de recursos que conllevaba la existencia de los comités regionales europeos del Consejo mundial para la Promoción Social de los Ciegos y de la Federación Internacional de Ciegos, y en Arabia Saudí en octubre de ese mismo año donde, tras la autodisolución de las dos organizaciones internacionales, se formaba la Unión Mundial de Ciegos. La UMC contiene en sus estatutos la cláusula sagrada de estipular que los movimientos asociativos de las propias personas con discapacidad visual grave deben tener mayoría en las respectivas delegaciones nacionales. Sin excluir a las fundaciones de servicios a las personas ciegas, esa disposición garantizaba la aplicación del principio que las personas ciegas organizadas fuesen las que llevasen la voz cantante en los foros destinados a tratar y promover sus inquietudes y aspiraciones sociales. La no aceptación de este principio fue lo que generó la creación de la Federación Internacional de Ciegos en Nueva York en el verano de 1964. Los profesionales de la educación, la rehabilitación y el empleo privilegian su participación en otros foros: el ICEVI, el movimiento de conferencias internacionales de movilidad, las conferencias internacionales de baja visión.... Hoy día hay entre estos organismos y la UMC una convivencia positiva y no es un hecho banal que en noviembre de este año se celebren en Tailandia en lugar y fecha compatibles las asambleas de la UMC y del ICEVI e incluso algunas reuniones conjuntas. Antonio también se implicó mucho en que la reunión del Comité Ejecutivo de la UMC en Nueva York en octubre de 1986 eligiera a un español para ocupar la secretaría general de ese organismo, entonces vacante, y decidiese que su segunda asamblea mundial tuviese lugar en Madrid en septiembre de 1988. Antonio también empezó a aplicar con entusiasmo un plan de colaboración profunda con algunos países europeos, Reino Unido y Suecia, por ejemplo, una de cuyas primeras conclusiones fue mostrar que se contemplaba con dificultad la cuantía y envergadura de recursos para la prestación de servicios, pues en la mayoría de los países los mismos los aportaban entidades públicas en sus distintos niveles y con frecuencia organismos privados, pero en España la mayoría del dinero partía de la ONCE. Era más fácil localizar los fondos y el proceso de decisión de su adjudicación era mucho más sencillo.
El Paraíso en la Tierra
El éxito casi anómalo que la ONCE tuvo en los ochenta y noventa en muchos aspectos condujo a que muchos sintiesen que en España habíamos logrado el paraíso de los ciegos en la Tierra y a veces resultase difícil el establecimiento de un diálogo fructífero con los representantes de otros países. Sin abandonar para nada mis convicciones sobre las características muy positivas del modelo de la ONCE, en mi larga actuación internacional no tuve nunca dificultad para interactuar con personas procedentes de otros sitios. Crecí con la convicción de que en ningún sitio se ha producido una inclusión social total y que valía la pena luchar por encaminarse a la construcción de una sociedad para todos en la que cada uno ocupe el puesto que le corresponda de acuerdo con sus rasgos propios.
Los ciegos en el trabajo
La ONCE debe exhibir con orgullo su condición de ser en España el organismo prácticamente exclusivo de prestación de servicios y representación de intereses, el haber dado a las personas con discapacidad visual grave un papel muy protagónico en la gestión de su actuación y en haber conseguido unas oportunidades de empleo para las personas ciegas en proporciones no superadas en ningún otro país. A mediados de los cincuenta en Guatemala se formó el Comité Nacional pro Ciegos e imitó de España que la financiación del organismo se basase en una lotería, "Santa Lucía" que venderían fundamentalmente las personas ciegas. Obtuvieron mucho éxito y llegaron a fundar un hospital modélico de atención ocular. Su punto negativo fue que el Comité y su lotería lo gestionaban prácticamente personas videntes. Llegaron a fundar una asociación de ciegos, mas controlándola de manera que tuviese una actividad reivindicativa muy moderada. En Tailandia algunos miles de personas ciegas venden una lotería estatal.
En los antiguos países socialistas del Este de Europa, con pequeñas variaciones en los diferentes estados, se intentó lograr el pleno empleo de las personas ciegas y con disminución visual grave mediante la creación de empresas mixtas en las que al menos el cincuenta por ciento de los trabajadores fueran ciegos. Tuve la oportunidad de comprobar de cerca que ese modelo de igualdad de oportunidades laborales escondía muchos fenómenos insatisfactorios. En cualquier caso, sé de fuentes fidedignas que la transición de esas economías de un sistema de planificación central estatal a otro regido básicamente por el mercado ha conllevado el colocar a muchas personas con discapacidad visual grave en situaciones muy precarias. Si en tiempos de la Unión Soviética, en Rusia se aireaba que había varias decenas de millares de ciegos empleados en las empresas mixtas de la Asociación panrusa de Ciegos, ahora no llegan a mil los que están trabajando en las empresas que han logrado sobrevivir.
En una concepción idealista debemos mantener que es preciso eliminar las barreras discriminatorias basadas en percepciones erróneas no objetivas en los distintos aspectos de nuestra intervención en la sociedad. En lo que se refiere al empleo lo idealmente deseable es que podamos trabajar en aquellas ocupaciones que estén en consonancia con nuestros intereses personales y con nuestra auténtica capacidad.
Sin embargo, en todas partes en grados variables se ha tendido a presuponer lo que podemos y no podemos hacer los ciegos. En muchos países se ha practicado la preparación y orientación de los ciegos hacia un número de actividades profesionales restringido: masajistas y acupunturistas en Japón, China y otros países de Extremo Oriente; telefonistas, masajistas y profesores en las escuelas para todos en Italia..... En Alemania a los ciegos con preparación intelectual se los orientó a ocupar puestos en las tareas de técnicos de la administración civil, pero, salvo en la enseñanza universitaria, se consideraba totalmente inadecuado que fuesen profesores en la enseñanza media. En Italia, por el contrario, se reguló su acceso a la enseñanza en las escuelas para todos, mas existían obstáculos casi infranqueables para que accediesen a puestos en la administración civil. En casi todas partes se estimaba que las personas ciegas deberían dedicarse en los estudios universitarios a las materias de letras, pero en Rusia a muchos se les encaminó al estudio de la Matemática y la Física Pura.
Un porcentaje importante de los ciegos que trabajan en Alemania, Francia, Reino Unido se formaron en ocupaciones relacionadas con tareas burocráticas medias, con profesiones relacionadas con el teléfono... Francia es el país de la Europa Occidental donde ha habido siempre más oportunidades de formación profesional y empleo en el campo del masaje y la kinesiterapia. En los Estados Unidos podemos encontrar a personas ciegas trabajando en un amplio abanico de ocupaciones en los niveles medio y superior.
Los ciegos españoles hemos demostrado un éxito colectivo indudable y ahora también aquí podemos encontrar a personas que trabajan en un abanico amplio de actividades. De todos modos, en nuestra mayoría estamos orientados a trabajar dentro de la estructura de la ONCE. No es una utopía loca pensar que igual que en lo educativo también ha de haber oportunidades de empleo para nosotros en una sociedad abierta.
Mundo dinámico
El mundo ha cambiado y, aun cuando todavía seguimos enfrentándonos a prejuicios y concepciones erróneas, en muchos aspectos las actitudes sociales son ahora notoriamente más favorables. Actualmente, En todas partes es diferente el perfil de la incidencia de la ceguera y la disminución visual grave. Ha disminuido el número de personas ciegas cuya problemática objetiva es únicamente la falta de visión; de manera creciente las personas con baja visión aprovechan mucho mejor su visión disminuida; aumenta muchísimo el número de personas con una pluralidad de problemáticas graves; es considerablemente mayor la expectativa de vida y en los últimos años de existencia de una persona la discapacidad visual grave, incluso la ceguera, es un corolario patológico frecuente. El perfil de las ocupaciones laborales está sometido igualmente a cambios constantes.
Las personas con discapacidad
A todos los niveles, incluido en el marco de las Naciones Unidas, hoy se quiere tratar de personas con discapacidad en general y situar en ese grupo humano global las discapacidades físicas, intelectuales o sensoriales específicas. Lo verdaderamente progresista es pensar que todos somos seres humanos con derechos inalienables. A título simbólico, menciono que en diciembre de 2006 la Asamblea General de la ONU aprobó la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, que ya han ratificado más de cien países.
Conclusión
Un grupo minoritario como el nuestro merece un tratamiento global en muchos aspectos. La tecnología, que nos ha abierto tantas sendas hasta ahora intransitables, adquiere una viabilidad mucho mayor dentro de un enfoque globalizado. Algunas firmas que fabrican y venden productos para todos, empiezan a practicar un diseño universal, a veces sólo para productos determinados de su oferta total. Sin embargo, y ello no ha puesto en riesgo a la compañía, es muy prometedor el caso de Apple, que en los últimos años coloca en el mercado sus productos con estrategias de uso inmediato para los discapacitados visuales.
Animo a la ONCE y a todos por que nos empeñemos seriamente en conseguir universalmente una sociedad en la que todos tengamos cabida de acuerdo con nuestras características individuales concretas.
En mi larga actuación internacional, dentro de realidades en las que carecíamos de muchos recursos materiales, pude contemplar que el efecto positivo de nuestras actuaciones no era inmediatamente visible. Desde que ponemos una semilla hasta que vemos una flor o un fruto pasa tiempo.
Cuando yo ya no era secretario general de la UMC, a finales de 2.000, una persona ciega de Costa de Marfil, que al parecer me había visto en 1987 cuando visité su escuela en Abidjan, la capital de ese país africano, me escribió pidiéndome ayuda para su proyecto agropastoral para ciegos. Yo le dije que en aquellos momentos ya no tenía posibilidades efectivas de cooperacción. Él me contestó con una exhortación alentadora, que pienso se adecua muy bien para concluir esta mi intervención de hoy. Barthélémy Neunkado me animaba diciendo que los viejos del lugar dicen que el que suena el tam tam no sabe cuál es el alcance de su sonido.
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