Querido Louis:
¿Recuerdas aquel día… del mes de… en aquella clase?
Nos entregaron un cuadernillo a cada uno de los alumnos.
Ella y yo ocupábamos sillas contiguas. Tú sabes que era la primera vez que ambos nos encontrábamos.
Abrimos a la vez los folios para ir respondiendo a las preguntas del test.
El aula respiraba en silencio la tensión propia de una prueba difícil.
Apareció tu espíritu salvador revolando por el recinto. Se escuchaba el continuo y tenue rasgueo de los dedos sobre el papel.
Ella y yo íbamos aproximando, sin darnos cuenta, los cuadernillos. Y nuestras manos leían en las hojas.
Hubo un momento, eso sí que no se te olvida, en que sus páginas y las mías llenaron todo el espacio en la mesa, y nuestras preguntas y respuestas se confundieron. Y nuestras manos se intercambiaban la lectura. Hasta se unían en idéntica respuesta.
Y tú nada dijiste, como guardando celosamente un secreto.
El timbre nos despertó de aquella ensoñación. Y, antes de devolver los textos cumplimentados, ambos añadimos una rúbrica: "Braille eterno"