En la escuela, con apenas 6 o 7 años, la maestra nos explicaba en clase de Ciencias Naturales que los sentidos humanos eran cinco: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Cuando más tarde, en el instituto, nos explicaban con mayor precisión y detalle, la importancia y las peculiaridades de cada sentido, el orden de la explicación seguía siendo el mismo: vista, oído, olfato, gusto y tacto. ¿No es curioso?, ¡El orden de la explicación era el mismo!
¿Será esto así porque se explican por orden de importancia y el sentido más importante es el primero, el de la vista? Seguro que lo es. La belleza de los colores, los paisajes, las flores y las puestas de Sol son percibidas por nosotros desde nuestra primera infancia gracias a la visión. También el rostro de nuestros padres y las expresiones de los rostros humanos que nos rodean... y ¡los libros! ¡Qué decir de los libros! Hay una expresión que todos hemos oído en múltiples ocasiones: que un determinado acontecimiento ha hecho "correr ríos de tinta" y realmente la historia del mundo se lee gracias al interés de muchos seres humanos por poner por escrito, con las más variadas técnicas y utensilios, nuestra Historia. Desde grabados realizados en piedra, en tablillas de arcilla, en papiros y pergaminos, hasta los libros en el formato papel o más reciente todavía, en libros electrónicos, la escritura nos ha permitido conocer los acontecimientos, nefastos o venturosos, que han conformado nuestro pasado y nuestro presente... y que condicionan nuestro futuro.
Os voy a contar algo que pasó hace pocos días. Mi vecina me dejó al cuidado de su hija: se llama Carmela y tiene 6 años. Es una niña despierta que está en edad de soñar con princesas y mundos felices y en ese mundo de ensoñación en que vive nada sabe de mis problemas de visión y no me percibe diferente a los demás. Después de jugar con un cachorrito de yorkshire recién llegado a mi familia, me preguntó que si podía leerle un cuento y por supuesto de dije que sí. Me acordé de un libro de cuentos que me regalaron mis hijos cuando comencé con los problemas de visión y mis clases de braille. Lo busqué y lo cogí de mi biblioteca, nos sentamos en el sofá y acomodadas entre cojines nos dispusimos a pasar un agradable rato. Reímos, leímos y releímos. Cuando su madre vino a recogerla ella le espetó casi sin darle tiempo a quitarse el abrigo:
-¡Mari Cruz es un hada! ¡Hace magia!
Nos miramos sorprendidas pero Carmela tenía muy claro el porqué de su exclamación:
-Mamá, -le dijo. ¡Mari Cruz lee en un libro sin letras, y cuenta historias emocionantes y divertidísimas...!
Nos sentamos y les expliqué cómo era posible leer allí donde no había letras, allí donde no había tinta impresa. Les conté como en 1812, hace ya más de doscientos años, un niño francés perdía la vista accidentalmente y en la escuela a la que más tarde asistió, desarrolló un código de lectura en relieve para que otros niños como él, pudieran leer y aprender. Mejoró una idea que ya existía y gracias a ello dio "luz a los ojos" de miles de personas. ¿He dicho que dio luz a los ojos? Bueno, es una manera de hablar. Realmente es curioso que las personas invidentes o con baja visión hagamos continuamente referencias a la visión como si este sentido estuviera pleno en nosotros. "No te había visto", "He leído un libro", "He visto una película"..., son frases hechas pero con un gran sentido. Mi consuegro me decía el otro día:
-Ahora tienes que tener cuidado con no herirte las manos, no podrías leer.
Y yo le contesté:
-No te preocupes. Dios nos dio dos ojos, pero nos dio diez dedos.
Yo creo que Braille supo captar esa idea. El tacto es un sentido fundamental y ninguno de los otros sería nada sin este: si vemos es porque la luz de un cuerpo toca nuestra retina en el ojo, porque los sonidos vibran al roce con el tímpano de nuestros oídos, también los olores deben tocar la pituitaria en la nariz para ser percibidos y, para disfrutar de los sabores, el alimento tiene que estar en contacto con las papilas gustativas de la lengua. Es pues que el último de los sentidos que nos explicaban en la escuela es quizá uno de los más importantes: el tacto. No solo es el órgano más extenso del cuerpo humano sino también uno de los que más placeres nos aportan: sirve para sentir el roce de otras manos, las caricias de los rayos del Sol y de la brisa... y gracias a Braille, para leer y estar en contacto con el mundo. No solo el invidente goza de la genialidad de Braille, en mi casa es frecuente dejar y recibir notas escritas en braille dando aliento, diciendo lo mucho que nos queremos o lo mucho que nos necesitamos. Nos las encontramos en bolsos, bolsillos, cajones y es un divertido juego que nos permite aprender y sentirnos familia.
El filósofo Tomás de Aquino defendía la existencia de Dios con múltiples argumentos y entre otras ideas destaco una, la idea de que Dios como fuerza suprema, establece el orden del mundo. Para ello a veces Dios "escribe derecho con reglones torcidos". Puso en mi camino el importante obstáculo de la pérdida de visión, pero también me abrió nuevas puertas por las que entran esperanzadores rayos de luz: personas como Braille, con ideas geniales que nos han legado sus estudios facilitándonos la lectura y escritura y organismos y empresas cada vez más sensibilizadas con las necesidades especiales de algunos individuos que dedican esfuerzo y presupuesto para hacer viables estas ideas.
Hoy yo, gracias a Louis Braille, que escribió sin tinta y con renglones derechos, y con permiso de mis maestros, enseñaré a mis nietos los cinco sentidos humanos: el tacto, el oído, el olfato, el gusto y la vista. En ese orden sin más.