Lala es una pequeña marioneta de goma espuma, vestida con camiseta de color morado, vaqueros azules, zapatillas de deporte, con el pelo recogido con dos
trenzas atadas cada una de ellas con una goma y un lazo, sus ojos son grandes y azules como el cielo, tiene una boca que va de oreja a oreja. A la pequeña
Lala le encanta contar cuentos infantiles, oír las risas de los niños, sus aplausos, sus besos y abrazos.
Se sentía llena de vida cuando contaba un cuento nuevo por primera vez.
Pero ahora a Lala se la ve triste, esos ojos azules tan grandes, ese metro de estatura, esa sonrisa de oreja a oreja parecen más pequeñas que nunca, su
dueña, su gran amiga, aquella que le ponía voz y movimiento ya no puede ver las letras llenas de tinta negra, sus ojos marrones, aquellos que durante treinta
y tres años vieron con tanta claridad se han apagado, dando paso a una nube oscura y fría.
Cree que los cuentos nuevos se acabaron, que ya sólo quedarán algunos en el recuerdo.
Lala, ahora tiene miedo de aquella caja, su cama, guardada en lo alto de un armario, cree que nunca volverá a abrirse, tiene miedo a la oscuridad, al polvo,
al olvido.
Kala y Spyro, los pequeños perros de la casa están revolucionados, no paran de ladrar y de correr de un lado a otro y han despertado a Lala, ella no sabe
lo que pasa, no entiende nada, sólo oye voces y unos pasos que se acercan al armario, empieza a notar como se abre la puerta y la tapa de su caja. Una
alegría la sobrecogió, era Mar, su amiga que la estaba cogiendo otra vez.
La colocó sobre sus piernas y mientras que peinaba sus oscuros cabellos le iba contando un secreto. Ese secreto fue el regalo más bonito que nunca ha tenido,
su caja, su pequeña caja ya no iba a ser una cárcel, su boca se iba a volver a llenar de nuevos cuentos y sus oídos de risas. Unas lágrimas empezaron a
mojar sus pequeños brazos de goma espuma, pero no eran lágrimas de tristeza, no lo creáis así, eran de alegría, a Mar, mi voz, mi amiga, le habían extendido
una mano para guiarla, para enseñarla que las letras no sólo se escriben con tinta, sino que también con puntos, puntos que al principio no entendía y
que ahora van cobrando sentido.
Mar al recibir su nueva cartilla se siente cono cuando era niña y la profesora le enseñaban que "la m con a la a se dice ma", ahora otra profesora le enseña
que los puntos 1,3 y 4 con el 1 se dice ma.
Éste nuevo lenguaje se llama braille, pero para Mar y Lala se llama gracias.
El braille es un sistema de lectura y escritura táctil inventado por el francés Lois Braille al quedarse ciego en su niñez tras un accidente.
A lo largo del tiempo se ha ido transmitiendo para que personas ciegas o con problemas graves de visión puedan seguir disfrutando de los placeres de una buena historia, de un libro o incluso de escribir uno sus propias aventuras.
Desde ayer, la pequeña Lala ya está nerviosa y ansiosa porque no para de oír la máquina de escribir en braille y eso sólo significa una cosa y es que un nuevo cuento infantil está a punto de ser creado y éste tendrá que ser contado.