Premisas generales
Con el uso del sistema Braille surgió pronto la necesidad de encontrar una estrategia que subsanase EN ALGUNA MEDIDA el inconveniente derivado del gran espacio que ocupa. Se pensó también que ese código de escritura abreviada serviría para aumentar la velocidad de lectura. Esa alternativa la constituyó lo que en español denominamos estenografía, diferente de la taquigrafía, que se utiliza para captar por escrito un discurso o diálogo oral. El empleo de la taquigrafía es habitual en los tribunales de justicia y en los parlamentos, y también en oficinas. La estenografía contiene palabras representadas por uno o más signos y otros que reflejan un grupo de letras de una palabra. En la estenografía hay una correspondencia unívoca entre las abreviaturas y los signos que representan y es totalmente ortográfica. En la taquigrafía lo fundamental es la rapidez en la toma de notas y un mismo signo corresponde a varios grupos de letras similares. No es, pues, ortográfica. El taquígrafo ha de estar bien entrenado para interpretar ese tipo de escritura abreviada.
Observaciones terminológicas
El vocablo español, estenografía, proviene del griego "stenos (estrecho) y grafía (escritura). Con sus pertinentes diferencias ortográficas, se emplea también en portugués e italiano. En francés, sténographie, y en alemán, stenographie, son lo mismo que lo que nosotros denominamos taquigrafía.
La escritura Braille abreviada, nuestra estenografía, en francés se designa como "ABréGé" (abreviado) y en alemán "Kurzschrift" (escritura abreviada). En cambio, en inglés se habla de los grados del sistema Braille. El código que emplea en Braille un signo para representar cada uno de los signos de la escritura visual ordinaria lo designamos en español como integral. En inglés el integral es el grado 1, y la escritura abreviada, la estenografía, que a veces ellos denominan "Contracted Braille" es el grado 2. A veces también se utiliza la denominación grados del Braille en español, sobre todo, en algunos países de América Latina. En la segunda mitad del siglo XX en los EEUU surgió el grado 3, que, naturalmente, abrevia aun más. El profesor colombiano de la Escuela Hadley por correspondencia, Héctor Cadavid, confeccionó un esbozo de grado 3 para el español. En el grado 3 no se imprimieron libros y hoy, pese a su indudable valor, es casi sólo una reliquia histórica.
Valor de la estenografía
La estenografía no ha corrido la misma suerte en todos los idiomas. Sin duda alguna, el idioma en que ha tenido mayor éxito es el inglés. Prácticamente todos los libros se hacen en grado 2 y cuando se aprende el Braille se empieza desde las primeras fases de la enseñanza con el código abreviado. Los ciegos usuarios de Braille de habla inglesa sienten generalmente un inequívoco rechazo hacia el integral. Para ellos es algo poco natural. Por otra parte, la relación entre los grafemas y los fonemas del inglés es tan diferente de la vigente en español que el código estenográfico se percibe como algo mucho más aceptable. Aunque en proporciones menores que en inglés en alemán y en francés también se imprimen en estenografía gran cantidad de libros y revistas. En los años setenta los dirigentes de las organizaciones escandinavas de ciegos llegaron a la conclusión de que era más democrático imprimir todos los libros en integral. El integral está al alcance de todos los que conocen el código Braille y la estenografía es patrimonio de una minoría. Sé que a veces en esos países del norte de Europa echan de menos sus códigos estenográficos.
La estenografía para el español
En español, los grafemas tienen una correspondencia bastante unívoca con los fonemas. Esto, sin duda alguna, influye en la lectura del código estenográfico y ha sido uno de los factores que han influido en la inestabilidad de los distintos códigos ideados al efecto. Sin embargo, es comprensible que para poder leer con velocidad, aparte de factores difícilmente determinables de sensibilidad táctil, es preciso practicar cualquier código. En España y en algunos países de América Latina hubo algunos intentos de producir revistas en braille estenográfico e incluso libros. Recuerdo que en aquellos tiempos lejanos en que yo inicié el Bachillerato Superior empezaron a imprimirse los libros de texto en estenografía. Algunos compañeros dejaban que esos libros se los leyesen en voz alta usuarios más hábiles del Braille integral y de la estenografía.
En cualquier caso, las ventajas para todos en la escritura son fácilmente comprensibles. En una palabra el número de signos que hay que poner es mucho menor y puede llegar incluso a ser sólo uno. La informática permite la confección de programas conversores de estenografía a integral. Seguro que hay aún muchas personas que utilizan anotadores electrónicos con teclado Braille. Es evidente que la escritura que respete un código abreviado podría facilitar muchísimo la rapidez en la toma de notas o en la copia de textos completos. En inglés esa característica es un rasgo casi insoslayable de estos nuevos ingenios tecnológicos.
Tras la reforma del Braille hispanoamericano de 1987, la estenografía quedó aparcada. Algunos intentos ha habido para renovarla, pero, lamentablemente, han tenido poca continuidad. La Comisión Braille española tiene ante sí un reto importante que enfrentar respecto a la modernización y aplicación de la estenografía. Los ordenadores, por otra parte, hacen posible la aplicación de enfoques realmente democráticos. A partir de un mismo texto original, es posible con el programa correspondiente sacar copias en integral o en estenografía.
Este tema tiene aún vigencia y hay gente con conocimientos y capacidades suficientes en Braille y en informática para aportar respuestas útiles y satisfactorias a esta cuestión.
La taquigrafía y las personas ciegas
En España, en los años cincuenta y sesenta algunos siguieron con provecho cursos de formación en el sistema que había ideado para la taquigrafía Braille una profesora del colegio de la ONCE en Madrid la profesora con vista Consolación Gómez Martín: el sistema Congomar. Para escribirlo se empleaban unas máquinas inglesas que escribían un código de seis puntos en una línea continua. El papel se ponía en unos rollos similares a los de las calculadoras ordinarias. En Inglaterra, había, en efecto, un código para la taquigrafía, que en ese idioma se denomina "Shorthand". Algunos ciegos, que no se dedicaron a trabajar como taquimecanógrafos, utilizaban este código para tomar apuntes con mayor rapidez incluso que lo que les permitía su estenografía. Sé que en Francia y en Alemania tuvieron también sus respectivos códigos taquigráficos. En Alemania llegaron a aplicar un código de Braille de ocho puntos y fabricaron unas máquinas muy pequeñas de escritura en Braille de ocho puntos en una línea continua única.
La estenotipia y los ciegos
En los últimos años la informática y la microelectrónica han posibilitado la aparición de máquinas y programas que trajeron al español la estenotipia con la finalidad de captar textos con mucha rapidez que luego se convierten en textos con todas las letras. El prefijo stenos (estrecho) se emplea, pues, en español para designar a la escritura veloz. En los años ochenta, máquinas de una empresa búlgara, las Stenokey, se aplicaron con éxito en la formación profesional de personas ciegas para trabajar, sobre todo, en tribunales de justicia y parlamentos regionales. En los últimos años, un método italiano, la Stenotipia Milani, se ha aplicado con la utilización de máquinas americanas, al entrenamiento de personas ciegas en escritura rapidísima. Hace poco he visto que en colaboración con la ONCE se han convocado cursillos para la formación en el uso de la estenotipia con ese programa italiano, adaptado por una profesora argentina, y ese tipo de maquinitas.
La joven ciega Miriam Martín desempeñó con plena satisfacción un trabajo a tiempo completo en el parlamento autonómico de la Comunidad Autonómica de Madrid y obtuvo primeros premios en concursos internacionales de estenotipia para personas videntes en Praga. Miriam trabaja ahora con la especialista argentina promotora aquí de la estenotipia Milani.
Al igual que en otros aspectos también en la escritura rápida el Braille no debe ser arrumbado en el baúl de los recuerdos. Es justo y preciso aprovechar al máximo sus enormes posibilidades.
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