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  Apuesta Singular (Pedro Higuera)
 

 

 

Apuesta Singular

Pedro Higuera

Cuentan que en cierta ocasión,

cojo, y ciego se retaron

para hacer una carrera,

una cena se apostaron.

Un sinfín de periodistas

acudieron al evento,

nadie quería perderse

el raro acontecimiento.

A las cinco de la tarde,

que fue la hora elegida,

ciego y cojo se aprestaron

para tomar la salida.

El ciego, que parecía,

tener mucha fortaleza,

al poco de la salida,

ya se colocó en cabeza.

El cojo se lo miraba

atónito y asombrado,

al ver que en muy pocos metros

ya se había adelantado.

Pero he aquí, que una curva,

Y el ciego que se despista,

la toma por la derecha

y se sale de la pista.

El cojo que va detrás

se da cuenta del percance,

y acelera su cojera

para que ya no le alcance.

Su cuerpo se balancea,

ahora izquierda, ahora derecha,

nadie se puede explicar,

que corra como una flecha.

El ciego se reincorpora

maltrecho y con gran enojo,

se dispone nuevamente

a ir en busca del cojo.

Y cuando ya lo tenía

a muy poquita distancia,

se produce nuevamente

una triste circunstancia.

El ciego no se percata

a pesar de su destreza,

que se acerca a un agujero

y allá que va de cabeza.

El cojo mira hacia atrás,

y viéndole a gran distancia,

recompone su cojera

corriendo con elegancia.

El ciego se reincorpora,

de presencia va hecho un asco,

¡quien ha puesto? se pregunta,

tanto agujero y peñasco?.

Y cogiendo su bastón

algo ya deteriorado,

se dispone a perseguirle

a pasos agigantados.

El cojo mira y observa

que el ciego sigue su avance,

y acelera su cojera

para que ya no le alcance.

Y cuando ya se veía

ganador de aquel gran duelo,

cede su pata de palo

y se estrella contra el suelo.

El ciego llega a su altura,

su sonrisa le delata,

diciéndole que es normal

que tenga tan mala pata

Y cuando ya parecía

ser el primero en la meta,

se desvía de la pista

y se empotra en la cuneta.

El cojo que le echa el guante

se lo mira el muy bromista,

y le dice: eso te pasa

por tener tan mala vista.

Y con tanta desventura

presto a decirles me afano,

que llegaron a la meta

cogiditos de la mano.

La gente les aclamaba,

era enorme el griterío,

cojo y ciego demostraron

tener un gran poderío.

Hubo fiesta, algarabía,

un jolgorio inusitado,

y para bien celebrarlo

todo el pueblo fue invitado.

Y cuentan los del lugar,

no me canso de decirlo,

ciego y cojo prometieron

en volver a repetirlo.

El premio quedó desierto

junto a una cuenta pendiente,

que prometieron saldar,

ambos al año siguiente.

Nota: El autor ve tanto como uno de los protagonistas.

 

 

 
 
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