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  El Balsero de la Música, Osvaldo Rodríguez (Francesc Miñana)
 

 

El "Balsero" de la Música...

(Osvaldo Rodríguez)

Francesc Miñana i Armadàs

¡Qué difícil resulta sacrifficar el bien particular en favor del bien común y qué tremendo resulta creerse el salvador de un pueblo, cuando este salvador quiere identificarse con el mismo estado! Eso es lo que pasa con cualquier dictadura, sea del signo que sea.

 

Transcurría una de las tardes del pasado mes de agosto en uno de los pueblecitos de la costa catalana, soplava una agradable brisa marinera, el sol se perdía rápidamente en el horizonte y las sombras emkpezaban a nacer tímidamente alargando nuestras figuras. Había pasado el día trabajando, naturalmente con mesura, dada la época estival. como cada día, salía a dar un largo paseo para desentumecer las piernas y refrescar las pocas ideas del momento... De buenas a primeras se produce un hecho que ha dado sentido a unas jornadas de descanso y ocio y nos ha removido la paz de la arena y del sol...

 

Se nos acerca un hombre que, muy amablemente y después de saludarnos con un agradable acento sudamericano, nos deja ir la siguiente afirmación que me deja del todo descolocado: "En casa tengo a un señor como usted". Como podéis imaginar mi sorpresa fue total. Yo nunca hubiera pensado que tenía "un doble", siempre había creído que eso era privilegio de los políticos, artistas y gente muy famosa, -al menos así se decía del general Franco cuando tenía que desplazarse a algún lugar que le parecía peligroso o bien le convenía-. Tal debería ser mi cara de sorpresa y extrañeza que muy pronto añadió con voz clara y reveladora: "Es un hombre ciego, también". Como podéis suponer, mostré gran interés en poderlo conocer cuanto antes mejor. Aqquella misma tarde conversaba amigablemente con el "señor ciego" anunciado por aquella persona gentil y extraordinariamente amable, el cual había hecho posible el puente entre dos personas carentes de visión.

 

Osvaldo Rodríguez, que así se llama el amigo ciego, resulta ser un cubano cantautor muy conocido y estimado en toda la isla del Caribe. -Creo que no es necesario decir que de "doble mío", nada de nada... Tiene 46 años, de media estatura, fuerte y muy seguro de sus propias convicciones. Un hombre admirable, valiente y arriesgado en defensa de sus ideas. osvaldo Rodríguez, llega a Valencia el pasado mes de octubre, representando a Cuba en el festival de la OEI. Su canción había sido escogida para representar a su país en el festival, festival que este año se ha celebrado en España, concretamente en Valencia, como he dicho.

 

Al iniciarse la revolución promovida y capitaneada por el "comandante Fidel", nuestro amigo se incorpora plenamente a la revolución, creía, y nunca mejor dicho, "ciegamente" en Fidel y en todo lo que significaba aquel movimiento. Como ciego, poco podía hacer, pero sí, adherirse como cantautor a la revolución social y a la lulcha de las libertades. Muy pronto se convirtió en un cantautor "oficialista" al servicio de una causa noble. Varias de sus canciones han sido números uno durante mucho tiempo. Como trobador cantaba, no sólo a la revolución, sino también a la reivindicación social de las personas marginadas por sus diferencias y por el capitalismo. Canciones como: "Se me perdió el Bastón", "Soy ciego de nacimiento", etc. etc. Sus canciones llegan hondo al pueblo cubano.

 

A medida que pasaba el tiempo, nuestro Osvaldo, se daba perfecta cuenta de que, cada día mas, era utilizado por el régimen para engañar a aquel pueblo ilulsionado y que hoy sufre la dictadura de un hombre absolutista que ha perdido el norte y el timón de un barco tan importante como es el de un pueblo. Osvaldo no podía ser nunca "balsero", pero los entendía y los apoyaba. No podía hacer nada más por su país, pero ¿cómo salir para poder luchar desde fuera? Sólo tenía un arma en sus manos, una escapatoria: La música...

 

Dicho y hecho... Envía una partitura de sus canciones al ministerio resultando seleccionada para representar a Cuba en un festival internacional. Había dado el primer paso para la huída de aquel, dicho por él, infierno. El estado le abona, tan solo, un viaje. Él, dado que es autor e intérprete de su propia partitura, tiene derecho a dos pasajes y por tanto él los utiliza: Saldrían él y su mujer, el hijo quedaría con la familia durante unos días. ¡Estaba decidido!...

 

Llegan a Valencia, defiende su canción. Recibe tres votos: Los de José Feliciano y los de Portugal... Era muy normal: El régimen cubano no está bien visto por todo el mundo.

 

Aprovecha la corta estancia para visitar a unos amigos y compatriotas en el pueblo de Castellbisbal, por fin llega la hora de marchar, allá han dejado un hijo de doce años, todo un bagaje de illusiones y toda una vida entera.

 

Ha llegado la hora difícil: el matrimonio toma una deiccisión triste pero firme. Ella marcharía para reunirse con su hijo,, pero Osvaldo se quedaría y pediría refugio político en Cataluña. Era una decisión dura, durísima: él, ciego, se quedaría solo en un país desconnocido para poder luchar por los suyos y por su patria. El hombre es totalmente consciente que de ninguna manera puede quedarse a vivir con la familia cubana y pronto se dirige a la Cruz Roja donde pide asilo político. La Cruz Roja le acoge y, como todo refugiado, lo manda a uno de los hoteles contratados para la acogida de extranjeros. Así es. Osvaldo, su bastón, su guitarra y una maleta repleta de ilulsiones y proyectos, se dirigen a Malgrat de Mar. Desde allá y, sin saber como, pretende rehacer su vida luchando por sus ideales.

 

Una vez instalado en Can Planas de Malgrat, sus compañeros, refugiados también, le enseñan los lugares más fundamentales del _pueblo para que pueda desenvolverse solo.

 

Caminaba, un día, acompañado por su bastón, en busca de tabaco, cuando, muy cerca de él, oye que alguien dice: "Mira, éste es Osvaldo Rodríguez". Rápidamente se interesa por aquellos que le conocen estando tan lejos de su país. Resulta ser un matrimonio que pasa sus vacaciones alojado en casa de unos compatriotas y que, allá en Cuba, lo habían visto muchas veces por televisión y diversas salas de fiestas y que habían cantado sus canciones. Así fue como llegué a conocer a Osvaldo Rodríguez.

 

Hoy día, los amigos, intentamos encontrar lugares donde pueda actuar para su subsistencia y mientras tanto ir arreglando el engorroso papeleo para poderse trasladar a Miami, donde reunirse con la familia y seguir luchando para conseguir una Cuba libre, democrática y más justa.

 

Me complace relatar este hecho veraniego, como homenaje a un hombre que, si bien la ceguera le limita, la tenacidad, la volulntad, la fe en sí mismo y la terquedad, le lleva a caminar, pisando fuerte, por esta vida. Es un ejemplo a seguir y a ser ayudado... "Limitaciones las tenemos todos, pero no todos queremos superarlas"...

 

 
 
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