Considero de suma importancia la recuperación y digitalización del acervo bibliográfico de la tiflología hispanoamericana, porque sólo aprendiendo de nuestra propia historia podremos forjar un mejor futuro.
En este sentido, hay procesos de construcción de conocimientos y experiencias que corren el riesgo de desaparecer si no se los preserva y actualiza, ya que el abandono o la ignorancia respecto de la propia historia del movimiento de personas con discapacidad visual, sus organizaciones, conquistas y fracasos, lleva a que generalmente los proyectos que se promueven en el presente comiencen desde cero, como si estuviesen precedidos por el vacío, y así se cae en el error, pues se desperdicia la experiencia acumulada.
Aquí les traigo, a propósito de este asunto, un folleto que la Editora Nacional Braille publicó en 1980 con motivo de la inauguración del monumento a Braille en la ciudad de Buenos Aires, más precisamente en Plaza Francia. Recientemente, autoridades del gobierno de la ciudad y representantes de diversas organizaciones de la sociedad civil firmaron un compromiso para proteger el espacio público que comprende esta plaza, incluyendo el monumento.
En este folleto hay una descripción detallada de la obra, una breve semblanza del escultor y finalmente un brillante discurso del profesor ciego Pedro Ignacio Rosell Vera, que para quienes no lo saben fue una destacada personalidad de las letras y notable tiflólogo argentino.
Espero que este texto sea de su interés y que lo reciban con el mismo afecto con que yo lo comparto.
Carlos García
Editora Nacional Braille
Acto de Inauguración en la Argentina del Monumento a Luis Braille
Comisión Argentina de Homenaje a Luis Braille
Editora Nacional Braille
Talleres Gráficos
Buenos Aires - 1980
Hondamente emotivo resultó el acto de inauguración, en nuestro país, del monumento al inmortal ciego francés que, organizado por la Comisión Argentina de Homenaje a Luis Braille, y con los auspicios de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, tuvo lugar en la Plaza Francia de esta ciudad, el 16 de mayo ppdo. A partir de las 10, soldados del Regimiento Patricios, haciendo guardia de honor en el transcurso de todo el acto, pusieron una nota de brillo y solemnidad al mismo.
Además de la presencia de autoridades oficiales, del Agregado Cultural de la Embajada de Francia y de representantes de las instituciones tiflológicas integrantes de la Comisión organizadora, un público numeroso se congregó para testimoniar su sentimiento de admiración y gratitud al emancipador cultural de los ciegos del mundo.
El acto se inició con la interpretación de los himnos de Argentina y de Francia, coreados por el público, cuya ejecución estuvo a cargo de la Banda de la Policía Federal.
El Coro Polifónico de Ciegos "Carlos Roberto Larrimbe", bajo la dirección del maestro Ladislao J. J. Scotti, tuvo a su cargo la ejecución vocal del himno a Luis Braille y, posteriormente, el Ave María de Victoria. Sus ajustadas interpretaciones tuvieron la más favorable acogida del público presente.
Seguidamente se procedió a la bendición de la obra por el Superior y Comisario de Tierra Santa, R. P. Lucas Hernando. Finalizada la ceremonia religiosa, el sacerdote oficiante quiso dirigirse al público presente para manifestar, entre otros conceptos, que a su paso por casi todos los países civilizados del orbe había tenido la oportunidad de conocer aspectos sobre la modesta personalidad de Luis Braille y la enorme gravitación que su obra ha tenido y tiene en la elevación cultural, moral y social de todos los ciegos del mundo moderno.
De inmediato, la Comisión Argentina de Homenaje A Luis Braille, por intermedio de su Secretaria Ejecutiva, Srta. María Luisa Gómez, depositó una ofrenda floral al pie del monumento inaugurado.
Finalmente la disertación alusiva fue pronunciada por el Prof. Pedro I. Rosell Vera, Director de la Escuela Hadley en Argentina.
El monumento
A la sombra de un frondoso olmo, rodeado de tipas y jacarandás, frente al Museo Nacional de Bellas Artes, con la Facultad de Derecho a sus espaldas, a la izquierda el busto del eminente Dr. Luis Agote, la Biblioteca Nacional y el Monumento a Rubén Darío y a la derecha la figura ecuestre del General Alvear, el Palais de Glace, la Recoleta, en medio de este paisaje que rodea la Plaza Francia entre verdes, silencio y poesía se halla ubicado, sobre un pedestal de mármol gris, la venerable figura de Luis Braille fundida en bronce.
Luis Braille se halla de pie, vestido a la usanza de la época: levitón largo desabrochado que permite ver totalmente el chaleco abotonado y bien ceñido al cuerpo y que remata con un pañuelo alrededor del cuello.
La figura de Braille se aprecia hasta la mitad del muslo, parte visible cuando el profesor se halla detrás del estrado. La referencia está dada por la base misma de la figura, y se hace más comprensible en las líneas inclinadas hacia atrás de los perfiles.
Es la representación del "Braille pedagogo", dictando una de sus memorables clases en el "Instituto Real de los Jóvenes Ciegos de París". Está en actitud de leer un libro impreso con los caracteres de su invención, tomo que apoya sobre el estrado y sujeta contra su cuerpo.
El descenso de los brazos, paralelos al cuerpo, forma un ritmo ojival que termina en el extremo de sus dedos índices.
La cabeza bien erguida y de sólida estructura contrasta con la belleza de su fisonomía; a la despreocupación del cabello se opone la expresión concentrada de su rostro que refleja inquietud ante la imposibilidad de descifrar exactamente un signo. Se ha detenido, hay una leve inclinación interior hacia el oído derecho que parece haber cambiado de función: quiere "ver" o quizá "oír" el lenguaje de sus dedos. Se produce un lapsus, está a punto de hablar: todo en un mismo instante.
Al igual que otros hombres Luis Braille no se amedrentó ante su propio infortunio y como todos los grandes genios, su espíritu metódico y apasionado creó un sustituto de la función de que la naturaleza o la fatalidad lo habían privado y con su sistema penetra y permite a la vez a todos los ciegos del mundo, recibir los bienes de la Civilización y la Cultura.
*En el frente*, el pedestal se completa con el nombre grabado sobre el mármol:
Luis Braille
1809-1852
Creador del sistema de lectura y escritura para ciegos.
*En la parte posterior*, puede leerse la siguiente inscripción:
"La Comisión Argentina de Homenaje a Luis Braille" integrada por las Instituciones Privadas de Ciegos, ha erigido este Monumento.
El P. E. por Ley 21.743-78dispuso que la obra fuera colocada en la Plaza Francia. Buenos Aires, 16 de mayo de 1980.
Un poco más abajo, una plaqueta de bronce recuerda a los benefactores que han hecho posible el emplazamiento del Monumento. Que dice:
Texto de la placa:
Nuestra gratitud a quienes posibilitaron la fundición de la figura en bronce y la base de mármol de este monumento.
Juan Carlos Calhat
José María Ferrucci
Antonio Armando Santos
Nicolás Keglevich
Domingo Gatto
Comisión Argentina de Homenaje a Luis Braille
En ambas caras laterales, los 6 puntos salientes en bronce, simbolizan el signo generador del "Alfabeto Braille".
Texto original en francés y en Braille que se encuentra en el libro ubicado en la base de la figura del monumento y que el mismo Braille está leyendo
En Braille francés
Temoignage: Moi, je suis Louis Braille, né à Coupvray (Francia)le 4 janvier 1809. Après une longue recherche pour trouver une méthode rationnelle d'enseignement, j'enfin crée l'alphabet en points saillants à l'usage de mes frères les aveugles (1825).
Après cela, je crois que ma mission sur la terre est finie. Hier, Dieu m'a fait le don de faire briller devant mes yeux la splendeur de l'espoir èternel.
Homenaje de los ciegos argentinos
Al genial benefactor de la humanidad.
Traducción: Testimonio: Yo soy Luis Braille, nací en Coupvray (Francia) el 4 de enero de 1809.
Luego de una larga búsqueda por encontrar un método racional de enseñanza, por fin he creado el alfabeto de puntos en relieve para uso de mis hermanos los ciegos (1825).
Después de esto, creo que mi misión sobre la tierra ha terminado.
Ayer, Dios ha hecho brillar delante de mis ojos el esplendor de la esperanza eterna.
Realización
El monumento fue concebido y realizado, en forma totalmente desinteresada, por el escultor Lázaro Djibilian
Lázaro Djibilian, argentino, nació el 18 de diciembre de 1925.
Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación "Ernesto de la Cárcova" de la cual egresó en 1953 con Medalla de Plata.
Fueron sus maestros: en escultura y talla directa el escultor José Fioravanti (de quien ha sido luego su ayudante), en Estética los drs. Ángel Vasallo y Erio Luis Silva. Con anterioridad había estudiado dibujo con el Prof sepuccio Tidone y escultura, dibujo y otras disciplinas artísticas con el Prof. Superior Escultor Antonio Sassone.
En 1960 fue designado por el Poder Ejecutivo decreto No. 13.238-69 para integrar la Comisión que tenía a su cargo el llamado a concurso y ejecución del Monumento a Hipólito Yrigoyen.
En 1961 fue becado por el Fondo Nacional de las Artes para realizar un estudio sobre: "El caballo en el arte y su adaptación plástica en la estatuaria ecuestre a través de las distintas épocas". Ha sido profesor de escultura en la Asociación de Estudiantes y Egresados de Bellas Artes y profesor de Escultura y Morfología en la Escuela Municipal de Bellas Artes "Manuel Belgrano" de Pergamino, (prov. Bs. As).
Autor de diversas Medallas entre ellas: la del "Centenario" de la creación del Colegio Militar de la Nación, (1969), la del Primer Congreso Internacional de "Imprentas Braille" de habla castellana (1966), la Medalla de Homenaje a Luis Braille con motivo de cumplirse en 1975 el 150 aniversario de la creación del sistema de lectura y escritura para ciegos.
Discurso pronunciado por el Prof. Pedro I. Rosell Vera
En todos y cada uno de los homenajes y holocaustos que el hombre consagra a la evocación de sus héroes, sus apóstoles, sus precursores, una lección nueva se está gestando, una nueva lección de humanidad. En verdad, una lección mayor se celebra que sella los corazones y las mentes.
Por ello es, para quien les habla, honrosísimo a la vez que grave privilegio asumir la voz de los ciegos argentinos en tan excelsa circunstancia como la que hoy y aquí nos reúne:. El corolario de la acción -de la callada y legítima pasión, diría mejor- cultivada con fervor y ejemplaridad que ha trascendido nuestras fronteras, por la Comisión Argentina de Homenaje a Luis Braille desde su fundación misma; corolario, digo, realizado con la concurrencia de un artista fraterno, el escultor Lázaro Djibilian, y el auspicio generoso y la cooperación desinteresada de un grupo de espíritus comprensivos y solidarios.
Esta fecha de hoy, tanto como este lugar en el que nos hallamos congregados, están también íntimamente conectados con el propósito y la finalidad de este acto. Este rincón de la ciudad, próximo a la confluencia de dos vías de tránsito y sus nombres, sin ninguna duda de singular significación para los ciegos argentinos: Dr. Luis Agote, autor de la Ley Nacional No. 9.339 del 30 de setiembre de 1913, que específicamente atañe a nuestra trayectoria institucional en la esfera del Estado, y el del Libertador, cuyo simbolismo tan hondamente nos interpreta en la instancia social y espiritual de nuestra brega; en este rincón de la plaza homónima de la patria de Luis Braille, y este mes de mayo, mes de vendimias para los ciegos de nuestro país, ya que en él se han dado tantos motivos, tantos hechos auspiciosos y esperanzados para nuestros derechos y nuestros ideales. Tiempo propicio entonces y lugar elegido para nuestro adelantado en el continente de la utilidad y de la cultura; lugar cuya concesión obliga nuestro reconocimiento a las autoridades del municipio de esta Ciudad de Buenos Aires, por su gesto que testimonia una vez más la hospitalidad, la gratitud de nuestra comunidad, la reverencia de nuestra República a quienes supieron ganar el derecho a la luz de la memoria perpetua.
"Para todo francés -ha dicho Pierre Henri- Luis Braille es un destello del esplendor de la intelectualidad y el humanitarismo de francia". Y bien lo sabemos: es Francia, manantial en que tan abundantemente abrevaron los pueblos del Río de la Plata; la Francia de Luis IX el Rey Santo, fundador de "Les Quinze-vingts", la de Luis XIV avivando la llama de la inteligencia y la cultura que darían savia y pedestal a la Enciclopedia, con Diderot y su preocupación y estudio profundos para la revaluación de las facultades intrínsecas del ser humano en su compleja perspectiva situacional, atestiguados también en su Carta sobre los Ciegos; la Francia de Valentín Haüy, inspirado fundador de la educación de los ciegos; la de Maurice de la Sizeranne, la de Pierre Villey, la de Pierre Henri -nuestro contemporáneo- los tres ciegos ilustres y pioneros de la tiflología moderna.
El mismo Pierre Henri apunta que "se ha acusado con frecuencia a los ciegos de haber exaltado la personalidad de Luis Braille; de haber hecho un símbolo de ella, algo así como un estandarte. El espíritu de cuerpo -continúa- ha sido y es uno de los ingredientes principales del *complejo de minoría*". Y nosotros añadiríamos, de minoría reiterada e injustamente segregada; en un grado y manera de segregación que no se mitiga ni con el eufemismo de rótulos y declaraciones ocasionales, ni con la parodia de instituciones y organismos rutinarios o estructuras estancadas... Segregación cuya causa es también a menudo adjudicada al *resentimiento de los ciegos y a su propensión casi patológica al aislamiento y el enquistamiento grupal; cuando en todo rigor tal segregación responde a la ausencia de un eco humano vivo y constante, de una voluntad reflexiva y dinámica del medio social. Bien decía Helen Keller que "no era la ceguera lo más difícil de sobrellevar y resolver, sino la actitud prejuiciosa y renuente de la sociedad hacia ella".
Pero el término opuesto, la tan mentada *integración social* de los ciegos, no pasará de la categoría de mero ornamento retórico mientras no se conjuguen, en nuestro país, orgánica, inteligente y decididamente los medios humanos, técnicos y estructurales indispensables a su efectiva realización.
Pues sí, señores: Luis Braille es nuestro estandarte, porque encarnó al maestro ejemplar, sabio, sereno, bondadoso, que consagró con sin par ingenio, el valor intransferible de la intuición del hombre en cada nueva o diferente instancia de la proyección o arrimación de su ser.
No queremos agraviar la humildad de aquel "humilde entre los humildes", como lo definieron sus amigos, sus colegas y sus biógrafos; pero *una* debía ser la hora de la verdad, de nuestra verdad, y ésta lo es inequívocamente. A *ver* si por la convocación del espíritu de Luis Braille logramos *hoy para hoy*, para el hoy que crece con el mañana; no para la utopía fantástica de la ciencia-ficción; sino para *ahora*. A *ver* si logramos *abrir* los ojos de los que *ven* pero que no nos ven, o acaso peor, no quieren vernos. A *ver* si los rehabilitamos de su miopía espiritual, de su modorra moral.
A *ver* si acertamos a distinguir y promover a los pocos, a los muy pocos, que han querido mirarnos, que saben mirarnos, porque lo aprendieron a través del amor y la razón generosa. A ver si Luis Braille, sumado a los tantos testimonios egrégicos que adornan esta ambiciosa y predestinada ciudad y este país pletórico de futuro, obra el milagro de la página civilizada, la página culta, la página orgullosa que hable con dignidad *para* y *por* los ciegos argentinos.
A pocos años de cumplirse ya un siglo del arribo del sistema Braille a nuestro país, en lo que fuera el modesto marco del Asilo de Niños Huérfanos de esta ciudad, en 1887, tras la brega sin duda meritoria y su crecimiento a saltos, en el cauce institucional privado y público, corresponde evocar en esta hora de celebración y gratitud los nombres de sus precursores y líderes más conspicuos.
Juan Lorenzo y González, ciego español, primer maestro e iniciador de la educación de nuestros niños ciegos; Francisco Gatti, italiano, ciego también, fundador de la primera escuela especial para ciegos de nuestro país, y que se convertiría en 1908, por Ley Nacional 5.796, en el ex Instituto Nacional de Ciegos; Vicente Vercelli, ciego luchador y renovador de ideas, fundador en 1916 de la Sociedad de Ciegos "La Fraternal" y en 1940, de la presente Comisión Argentina de Homenaje a Luis Braille; Dr. Pastor Lacasa, diputado de la Nación; Eva San Román, maestra y gran colaboradora de Gatti; Domínguez Sanz, ciego fundador y director de la Primera Imprenta Braille en nuestro país; Dr. Luis Agote; Julián Baquero, otro ciego español, gran maestro y fundador de la primera Biblioteca y la primera Revista Braille de Latinoamérica, la Biblioteca Argentina para Ciegos (1924) y su órgano oficial "Hacia la Luz" (1927); Vicenta Castro Cambón, la dulce poeta ciega, hormiga afanosa de nuestra causa; el inspirado periodista y poeta, Alberto Larrán de Vere, presidente de la Biblioteca Argentina para Ciegos durante varios períodos; María Luisa Galián de Cisneros, maestra y vicedirectora durante años del Instituto Nacional de Ciegos y autora del primer método en nuestro país pedagógicamente concebido para la enseñanza de la lecto-escritura Braille a nuestros niños: el libro "Alas"; Antonio Pegoraro, mentor intelectual y ferviente propulsor de la cultura entre nuestros ciegos y sus Instituciones; María Adela Ayarragaray de Pereda, promotora y presidenta del que fue Patronato Nacional de Ciegos, inaugurando una dinámica y fructífera etapa para la causa de los ciegos argentinos, muy en particular en el orden social y laboral; y muchos otros que coadyuvaron con honestidad, lealtad, imaginación y optimismo, y otros que aún perseveran, que no cejan ante el desconcierto y la decepción que venimos padeciendo durante las últimas décadas.
Porque en las tres últimas décadas ha cundido una progresiva dispersión de propósitos, de proyectos y de esfuerzos en pro de mejor suerte para los ciegos argentinos. La pérdida progresiva también de autoridad institucional específica en el manejo de los diversos aspectos de su problemática; el empobrecimiento y estancamiento de los servicios; la pereza para adoptar o preservar resortes típicos y consagrados en la elaboración como en la provisión de recursos y dispositivos de circulación universal a través de organismos estatales y de las aduanas; etc., etc.; así como la pugna inconssistente entre los dos sistemas predominantes en la educación de los niños ciegos de todo el mundo, donde el deterioro y el desmedro paulatino de la aproximación a lo que una buena escuela residencial para ciegos pretendían ser nuestros institutos, por una parte; y la improvisación de la integración del educando ciego a la escuela pública, huérfana todavía del apoyo institucional y logístico, por la otra, no hacen sino confundir y despistar la experiencia y la visión de docentes y demás profesionales de la ceguera que vienen incorporándose, de tal modo, y a pesar de la así llamada capacitación profesional, a pesar de las nuevas técnicas -generalmente más nombre que realidad- y a pesar de títulos y diplomas y la soberbia que ellos suelen generar..., profesionales, digo, que vienen incorporándose a esta tan necesitada esfera de la acción educativa y social. Lo mismo que, en un plano más específicamente técnico, cuando, en un afán inmeditado, de adoptar nuevos enfoques y recursos didácticos para los ciegos parciales y los amblíopes, mediante la teoría y el empleo de muy bien venidas técnicas de utilización y preservación visual, se preconiza y se lleva a cabo con exclusividad la enseñanza de la lecto-escritura en tipo mayor -lo que es de indiscutible beneficio- en el aprovechamiento máximo de la visión residual, pero descartando en forma tácita la enseñanza a dichos educandos o rehabilitandos del sistema Braille, como si su práctica fuera a contaminarlos de "ceguera total", perdiéndose de vista la menos que raquítica producción de bibliografía en caracteres mayores en nuestro medio hispanoamericano y la todavía muy pobre en el mundo entero; olvidando que la lecto-escritura Braille educó y promovió a tantos discapacitados visuales de aquí y de allá, sin advertir que una mayoría considerable de los así defectuosamente instrumentados se encuentran, a la postre, más limitados y frustrados que los ciegos totales en su desenvolvimiento estudiantil, profesional o cultural y, lo que es más doloroso e inadmisible, contagiados de una absurda fobia contra el uso de la escritura en relieve y de una seudosuficiencia visual enfermiza que se ha vuelto casi endémica en los respectivos medios social y familiar.
Para los que, con perniciosa y lamentable cortedad de visión e ignorancia supina, se empeñan en ver y hacer ver que el sistema Braille está "obsoleto" y que debe ser reemplazado por las nuevas maravillas tecnológicas de la comunicación, afirmamos que en pareja torpeza incurrirían quienes conjeturasen la inutilidad de la literatura, la filosofía, la poesía y las artes tradicionales tras el advenimiento de la cinematografía y la televisión, o que el ejercicio de la matemática se ha vuelto inoperante porque ha llegado su majestad la computadora.
La alfabetización universal de los ciegos a través del sistema Braille ha despojado a éste de la connotación casi mítica de los *puntitos mágicos* que son cosechados por los *dedos alucinados* de aquellos, para convertirse en el asociado natural precisamente por su intrínseca estructura matemática, de la maravilla y el ingenio tecnológico de nuestro tiempo, como lo atestiguan los diversos prototipos de Braille computado actualmente en experimentación.
No permitamos que se confunda la especialización profesional en el campo de la ceguera, así como en otras áreas similares, con el fácil "boom" de las modas o la fruición primaria que destila el uso indiscriminado de nuevas técnicas y nuevos léxicos. Seamos prudentes. Reflexionemos: investiguemos. Aprendamos idiomas para acudir más rápida y seguramente a las fuentes de la experiencia, la investigación y el saber universales en la materia.
Contra la inercia, contra el estancamiento, contra la regresión que tan a menudo nos desconciertan, nos deprimen y nos sublevan; contra la condescendencia cómplice de la mediocridad y el quietismo cómodo o acomodaticio; contra todo lo adverso, sea la presencia simbólica de nuestro monumento a Luis Braille el tónico preventivo, el antídoto, el remedio, el acicate o la merecida y oportuna fustigación moral. Por un cambio inteligente de actitud en nuestro medio social hacia las reales posibilidades de las personas ciegas; por la concientización profesional de nuestros docentes y representantes de las demás disciplinas que concurren en la labor de educar, rehabilitar y promover a quienes han tenido el innegable infortunio de perder la visión física o de carecer de ella; por la eliminación definitiva de las cláusulas de excepción o exención restrictivas y los criterios injustificadamente discriminatorios en estatutos y reglamentos profesionales e institucionales, que impiden el acceso y la competencia libres de las personas ciegas; por el derecho de los ciegos a probarse, a triunfar y a fracasar dentro de las mismas leyes de juego, en la puja de aptitudes y dotes adquiridas o innatas; por una abierta y definitiva adscripción de nuestros gobiernos nacionales, provinciales y municipales a las premisas ya universalmente consagradas en pro de la efectiva integración social de los privados de visión; por la generosa y también definitiva erradicación de trabas a la importación y distribución no comercial de los elementos, dispositivos y materiales destinados al mejor desenvolvimiento educativo, profesional, laboral y social de nuestros ciegos y la supresión de tasas aduaneras sobre los mismos; por la iluminación dinámica y responsable de gobernantes y funcionarios en la consideración de nuestra problemática y la concertación unánime de criterios filosóficos y técnicos, bajo una autoridad auténticamente específica e institucionalmente consolidada; por los mismos ciegos, dispersos o agrupados, desorientados o apasionados de su causa, a los indecisos y los indiferentes, a los remisos y los pesimistas a fuerza de frustrados empeños y desarbolados ideales, para que encuentren cohesión y estímulo; porque el entendimiento mutuo entre los que ven y los que no ven armonice esfuerzos y nos redima a unos y a otros del desacuerdo intelectual, de la caridad inútil, del resentimiento empedernido, de la profesionalidad especulativa, de la disensión inoperante, de las veleidades meramente oportunistas o tecnocráticas...
Por todo ello... Luis Braille... que tu presencia desde hoy en esta cuatro veces centenaria Santa María de los Buenos Aires sea la venia permanente, la voz pacificadora, aglutinante y convocadora de la realidad de estos premonitores sueños.
Cuanto aquí se ha esbozado o proclamado no es antojadiza opinión personal o sectorial. Es consenso. Es consenso de los ciegos pero también consenso de los videntes que nos quieren y acompañan en la puja, en la derrota, en la perplejidad y en la zozobra, pero también en la esperanza:
No apelamos a la compasión... Apelamos a la solidaridad inteligente y respetuosa; al apoyo ilustrado de la autoridad pública; apelamos a la consecuencia culta de nuestro periodismo, sin claudicaciones de cursi sensacionalismo; apelamos a la fe de nuestros conciudadanos, a la fe del hombre en la fluencia incesante de su condición y de su genio; a su fe en su inequívoca identificación de Hijo de Dios, si se siente en verdad hecho a su imagen y semejanza.
Cada vez que un testimonio de amor al *acto de amor* toma, asume su expresión permanente, indeleble, queridos conciudadanos, cada vez que la Justicia, la Verdad y la comunión consciente de los ánimos se corporizan en ese *acto* o en ese *testimonio* como ahora en esta lección mayor que los ciegos argentinos propiciamos, en esta misma hora, en esta instancia gozosa de esperanza y gratitud, entonces, señores, Dios está presente:
En nombre y por el nombre de luis Braille, por su patria luminosa: Francia, por la nuestra todavía lozana y promisoria, decimos, sencillamente: Salud a esta pequeña porción de pueblo que son los ciegos argentinos y de Latinoamérica!