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  El Bastón Blanco (Rosa Delgado Casino)
 



  EL BASTÓN BLANCO

  Rosa Delgado Casino
 
 El carpintero examinaba con ojo experto los dos trozos de madera que habían sido un bastón y ahora eran solo eso: dos trozos de madera.
 -Huy jefe, qué mal veo esto. Esta madera es muy vieja y mucho me temo que no voy a poder hacer nada. ¿Desde cuándo usa este bastón?
 El aludido escuchaba este veredicto con rostro inexpresivo medio camuflado tras unas grandes gafas oscuras.
 -Hace más de treinta años, cuando tuve el accidente que me dejó a oscuras. El bastón había sido de mi abuelo que era pastor, y mi padre me lo pintó de blanco.
 -Pues ya le ha hecho bastante servicio. Yo de usted le tiraría y compraría otro
 - Pero ¿ni con cola?
 - Ni con rabo.
 Dos días después:
 Jacinto cerró su quiosco de cupones una hora antes de lo habitual al mediodía, se hizo parar un taxi y se dirigió a la Delegación de la ONCE. Preguntó por la tienda.
 -Buenos días, ¿tienen ustedes bastones?
 -Sí señor ¿cómo lo quiere?
 -Blanco.
 -Ya. Me refiero al tipo, modelo y medida.
 - Ah, pero, ¿no son todos iguales?
 - No señor, hay de muchas clases. Depende de lo que usted necesite.
 - Pues yo qué sé. Uno normal, que sea fuerte, me vaya bien y no sea muy caro.
 - ¿Usted ha hecho clase de bastón?
 - Pues no. No sabía que daban clases de bastón. A mí nadie me ha enseñado nada y he llevado un bastón toda la vida ¿comprende?
 - Sí, pero yo no le puedo vender un bastón si no sabe cómo lo necesita. Lo mejor es consultarlo con un TRB.
 - ¿Con un terrequé?
 - Un Técnico de Rehabilitación Básica. Pregunte en la primera planta.
Jacinto le preguntó a la recepcionista de la primera planta.
 - Querrá decir un TRB. En este momento creo que no hay nadie, pero pregúntele a la secretaria.
 - La secretaria también informó a Jacinto.
 - No, ahora están dando clases, pero les puede esperar aquí, en el pasillo.
 - Y sabe si tardarán mucho? Yo lo único que quiero es comprar un bastón.
 Una hora más tarde.
 -Entonces ¿Es usted el terre...terre...
 - TRB. Sí señor, ¿Qué desea?
 - Verá, es que se me ha roto el bastón que he llevado toda la vida y ahora quiero comprar uno nuevo, y me han dicho en la tienda...
 - ¿Le han enseñado a usted las técnicas del bastón?
 - No, yo he llevado un bastón normal, sin técnicas. Era de mi abuelo y mi padre...
 - Tendría que hacerle una evaluación para saber cómo se maneja usted. Pero tendrá que concertar un día y hora. Para eso tiene que hablar con la Asistente Social. En la puerta del fondo.
 En la puerta del fondo:
 -¿Es aquí la asistenta?
 - ¿Con cuál de ellas quiere hablar?
- No lo sé. Verá, es que se me ha roto el bastón y el señor terrequé me ha dicho que me tiene que hacer una ovulación y que se lo diga a usted.
 - Pues tendrá que venir el último viernes de mes, de aquí a dos semanas. Ahora espere un momento que le tomaré los datos.
 Dos semanas después.
 -Bien Jacinto, ya hemos terminado.
 - Bueno, entonces ¿me venderán ya el bastón?
 - No corra tanto. Antes tendrá que hacer un programa completo de O. y M. y H.V.D.
 - ¿Mande?
 - Un programa completo de Rehabilitación porque tiene usted vicios adquiridos que hay que corregir y problemas de equilibrio y memoria muscular ¿me entiende?
 - Sí, claro, ¿y cuándo empezamos ese programa?
 - Calma, calma, no vaya tan deprisa. De momento tiene que formalizar la solicitud con la Asistente Social.
 Más tarde, en el despacho de la Asistente Social.
 - Firme aquí y aquí. Muy bien, entonces quedamos que tiene que venir el día cuatro, dentro de tres semanas. Ha tenido suerte porque he tenido una cancelación.
 - Pero señorita, eso de la ovu... evolución ¿no es lo que me ha dicho el terrequé?
 - Pero ahora aún le tiene que ver el médico, el oftalmólogo, el psicólogo...ya se lo he explicado. Y acuérdese de traer el análisis de sangre y si tiene algún informe médico o social, también.
 Dos meses después en un bar del Clot:
 -... y el médico me hizo un reconocimiento completo, como para la mili, y oye, el psiquiatra venga a hacer preguntas raras. Y yo alucinao. Así que como he pasado todas las pruebas ahora me internarán en un Centro que se llama Castel...gandolfo o algo así. Tres meses, fíjate, y unos terrequés me enseñaran a ser ciego. Y ya luego si apruebo, me venderán un bastón.
 - Pero ¿qué dices, Jacinto? ¿Que para comprar un bastón de esos te van a encerrar tres meses para que te enteres de que eres ciego? Tú estás pirao.
 - Te lo juro, Antonio. Es que están muy organizaos. Me sale gratis y además me han dicho que se come muy bien.
 - Anda ya, hombre. Mira, por cien euros te fabrico yo un bastón de primera calidad que te va a llevar por donde quieras, ¿hace?
 Dos días después:
 Jacinto cruzaba por un paso de peatones de la Meridiana llevando por delante una caña de bambú de glorioso blanco, que aún atufaba a Titanlux.
 - Hombre, no está mal. No es el cayado del abuelo pero medio vale. Lástima, porque ya tenía a punto el impermeable sin capucha, el chándal y el bañador para el Centro ese. Mira, los guardo, que un día de estos he de ir a comprar un reloj parlante y a lo mejor me vuelven a ovular.
 


 
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