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  El Dinero y las Personas con Discapacidad Visual (Pedro Zurita)
 

 

 

El Dinero y las Personas con Discapacidad Visual

Pedro Zurita

Introducción

Lo ideal es que las monedas posean diferencias perceptibles al tacto en sus distintos valores y que los billetes tengan diferentes tamaños en cuanto a su ancho y longitud, o, al menos, en una de las dos dimensiones. Como, afortunadamente, entre las personas con discapacidad visual hay algunas que tienen un resto visual útil, es muy importante que monedas y billetes posean variaciones de colores con un contraste adecuado. Una situación muy insatisfactoria la tenemos con los dólares estadounidenses que son iguales en tamaño y en color. Sé que las personas ciegas practican estrategias loables de ordenación mediante modos diversos de doblado según valores. Las nuevas tecnologías de identificación de formas y de voz sintética permiten que se produzcan a un costo bajo dispositivos de pequeño tamaño que leen el valor de cada billete. En muchos países latinoamericanos se ha imitado el modelo dólar. Salvo mediante los identificadores del valor de cada billete con voz sintética, el paso a un sistema diferente es muy costoso. Sé que en los Estados Unidos las dos organizaciones representativas de los intereses de las personas ciegas ante la sociedad, la National Federation of the Blind (NFB) y el American Council of the Blind (ACB) mantienen posturas contrapuestas respecto a la superación de esta situación claramente discriminatoria. La NFB, que defiende la imperiosidad de combatir todas las discriminaciones de las personas ciegas basadas en concepciones erróneas de lo que pueden y no pueden hacer las personas ciegas, piensa que el coste de transformar lo que hay ahora sería demasiado elevado y que es mucho más conveniente promover el que las personas ciegas apliquen las técnicas ya existentes de clasificación de billetes por valores y se cuente con un dispositivo identificador por voz. El ACB sostiene que también en Estados Unidos han de producirse billetes con diferencias discriminables de tamaño y color.

Los intentos de dotar a los billetes de distintos símbolos perceptibles al tacto que se han aplicado en varios países no han tenido éxito. El uso de los billetes hace que esos símbolos pierdan su valor identificativo a medida que los billetes por el uso sufran procesos claros y rápidos de arrugamiento. Recuerdo que en 2000 los canadienses estaban muy entusiasmados, pues decían que ellos habían encontrado una fórmula para que esos símbolos se conservasen aún tras el proceso rápido e inevitable de envejecimiento de los billetes. No debía ser tan mágico su invento, pues sé que abandonaron su esfuerzo hace unos pocos años.

Una casa austríaca productora de aparatos para ciegos, Caretec, ha confecionado para diversas monedas nacionales unas plantillas, denominadas "cashtest", que permiten identificar el valor de los billetes mediante un sencillo proceso de doblado en las mismas. El borde del billete coincide con una cifra en Braille indicativa del valor de un billete determinado.

El que las monedas tengan variaciones de tamaño, forma y color es sencillo. La única dificultad que he podido contemplar en algunos países es que cuando coexisten conjuntos de monedas antiguos y modernos a veces algunas piezas que ya tienen un valor muy pequeño son iguales en cuanto a su tamaño que otras nuevas mucho más valiosas. Es ridículo el intento que se ha hecho en algunos países (italia, Perú, Costa Rica, y tal vez otros) de hacer monedas con una inscripción en Braille de su valor. En los tres casos que yo conozco, al tacto no se nota nada, y con la vista son sólo identificables esas cifras con gran esfuerzo, casi es necesaria una lupa. Esas monedas se han convertido en objetos preciosos para los coleccionistas numismáticos, pero que nadie piense que tienen un valor inclusivo social para las personas con problemas graves de visión o ciegas totales.

Actualmente, corren vientos que favorecen el que parlamentos y gobiernos estén sensibilizados a adoptar determinadas iniciativas, que no son costosísimas y que redundan en una imagen positiva de las autoridades correspondientes ante la sociedad. Sé que en México se ha adoptado la decisión de hacer que todos los billetes nuevos varíen en longitud según su valor. Creo que ya hay algunos en circulación con estas características diferenciadoras. En Costa Rica, hay una decisión parlamentaria para que los billetes y monedas sean distinguibles al tacto. Conozco el tema de Costa Rica bastante bien, pues el día 7 de marzo, justo unas horas antes de tomar el avión para regresar a España, la directora del Patronato Nacional de Ciegos, me acompañó a una entrevista con el Jefe de Tesorería del Banco Central de Costa Rica para que yo le hablase de la experiencia que habíamos tenido en la Unión Europea con la implantación de billetes y monedas de euro totalmente accesibles para su identificación táctil. No tuve ninguna dificultad en transmitirle un mensaje encaminado a que introdujesen medidas realistas. Estaba él ya muy bien enterado de todo. Dijo que ya habían optado por la diferencia de tamaños bien discriminables al tacto y que ya se había decidido retirar de circulación algunas monedas antiguas de poco valor monetario, pero con tamaños muy similares o idénticos a las nuevas de mayor valor facial.

La introducción del euro

La introducción del euro en algunos países de la Unión Europea tuvo características que favorecieron el que las monedas y billetes que finalmente se pusieron en circulación en 12 países el 1 de enero de 2002 (en enero de 2007 Eslovenia ha sido el país número 13 en entrar en la zona euro) fuesen ya totalmente identificables al tacto. La Unión Europea de Ciegos cuenta con una muy eficaz Comisión de Enlace con la Unión Europea y ésta conoció que se iba a introducir el euro con varios años de antelación. Hubo un grupo de trabajo específico compuesto por un representante de cada país afectado que trabajó seriamente en elaborar especificaciones que por color y características táctiles los nuevos billetes y monedas fuesen identificables al tacto. El Banco Central Europeo fue recibiendo sucesivos informes de este grupo de trabajo. Antes de la introducción efectiva del euro se hicieron cursillos de identificación para los grupos más afectados (por ejemplo, los vendedores del cupón de la ONCE en España) y en cada país se distribuyeron gratuitamente calculadoras parlantes que convertían los valores en la moneda vigente hasta entonces en el país en euros y viceversa. El Banco Central Europeo encargó a Caretec que confeccionase una plantilla de su "Cashtest" para identificar las monedas y billetes del euro. En España se confeccionó una plantilla con la misma finalidad, inspirada en algunas cosas en el cashtest, pero que, en realidad era más cómoda y efectiva que el cashtest austríaco. El inconveniente fue que la tarjeta española no se patentó y la austríaca sí. Hubo que retirarla de la circulación, pues el contrato entre Caretec y el Banco Central Europeo incluía una cláusula según la cual se entregarían a España gratuitamente varias decenas de miles de tarjetas para repartirlas entre las personas ciegas en España. Yo me veo en la obligación de decir que conseguí rescatar tres o cuatro de las tarjetas producidas aquí y aún las utilizo a veces.

Los billetes de euro (cinco, diez, veinte, cincuenta, cien, doscientos y quinientos) son todos de tamaño y color diferentes y el grupo de trabajo adoptó un acuerdo sobre el perfil de diferenciación que era preciso que hubiera entre los dos billetes de valores próximos para que las personas con una habilidad táctil media pudiesen identificarlos. Se hicieron, no obstante, esas plantillas con las que se puede saber en Braille qué valor tiene un billete determinado, pues es innegable que hay personas que tienen una capacidad de discriminación táctil superior a la media, pero también hay otras cuya habilidad es inferior. Es cierto que muchos no pueden leer el Braille, pero hemos de reconocer que las soluciones óptimas nunca existen.

Las monedas, que también pueden identificarse con la plantilla, tienen una discriminación táctil aún más sencilla que los billetes. Actualmente, hay ocho tipos de valores distintos. Las monedas poseen diferencias de tamaño y las características de sus cantos tienen rasgos diferenciadores perceptibles al tacto. Algunas casas produjeron incluso monederos con compartimentos específicos para cada valor.

Es indudable que la experiencia europea de hacer que las personas con discapacidad visual fuesen tenidas en cuenta con antelación suficiente en la implantación de su divisa común constituye una de las páginas más positivas en los esfuerzos para aplicar una auténtica inclusión social.

 
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