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  Un Cuaderno para Antonio (Cuadernos Horizontes, Enrique Elissalde y Carmen Roig)
 

 

 

Un Cuaderno para Antonio: Apuntes, reportajes y artículos de y sobre Antonio Vicente Mosquete.

A cargo de Enrique Elissalde.

Montevideo (Uruguay): Fundación Braille del Uruguay, 1987.

Cuadernos "Horizontes", número 23 (septiembre de 1987).

 

 

Índice:

Un Cuaderno para Antonio

Apuntes sobre Antonio

"Sólo el amor"

En este tiempo de trabajo

Por la solidaridad

1988: Asamblea Mundial en España

Post data sobre el cupón

Protesta ante la muerte de Antonio Vicente Mosquete

 

 

Un Cuaderno para Antonio no es una biografía. No es un estudio. Tampoco es un homenaje. Son, simplemente, apuntes, reportajes, artículos sobre don Antonio Vicente Mosquete.

Su muerte, el 3 de junio del corriente año, nos sorprendió a todos. Es demasiado pronto como para que, quienes fuimos sus amigos, tengamos la serenidad y la distancia que requieren una biografía, un estudio o un homenaje.

Sin embargo, no podemos permanecer en silencio. El dolor escapa por todas partes y lo intentamos atrapar en este Cuaderno para Antonio, que quizás sólo sea un testimonio de perplejidad y rebeldía ante su muerte.

En braille, el Cuaderno contiene un apunte sobre Antonio; una página literaria del propio Antonio; sus palabras inaugurales en el VIII Congreso Panamericano de Ciegos(1985) y en la reunión del Ejecutivo de ULAC (1987); un reportaje que le hiciéramos en octubre del año pasado y que fuera publicado en América Latina nº 5, reportaje al que ahora agregamos una post data compuesta por declaraciones que nos hizo Antonio y que habíamos pensado incluir en un futuro trabajo sobre la ONCE y el Cupón, pero que hoy creemos oportuno dar a conocer. El Cuaderno se completa con un poema de Carmen, otra forma de este testimonio nuestro que hemos sentido la necesidad de publicar ahora, sin perjuicio de que en otro momento, nosotros mismos u otras personas, realicen el trabajo de investigación y análisis que merece Antonio Vicente Mosquete.

En la versión en tinta, correspondiente al Fondo Tiflológico Latinoamericano, se incluye nuestro trabajo "Cambio en España: vino nuevo en odres viejos", ya publicado en braille en 1985.

Enrique Elissalde

 

 

Apuntes sobre Antonio

Algunos líderes tienen algo de poeta, o de filósofo, o de humorista.

Junto a la capacidad que poseen para mover y conmover al prójimo, muchas veces se adivina a un ser melancólico que, a pesar de concentrar y gobernar toda la fuerza de la palabra y la acción, no por ello deja de ser un sediento de ternura.

Tal vez don Antonio Vicente Mosquete fue así: un líder, más un poeta, más un humorista, más un escéptico que se aferraba a la vida para creer y para crear vida.

Sin esta suma, sin esta combustión existencial, quizás Antonio no hubiera alcanzado su plena dimensión de líder. Porque su capacidad para unir a la gente y hacerla vibrar, tenía mucho de poesía y también de filosofía asumida que sabía comunicar y compartir.

A veces, personas con disposición y condiciones para ser líderes, fracasan o se frustran. Esto quizás sea porque, en algunos casos, no son tocados por los dones del arte, o de la filosofía, o del humor. Estos dones ensanchan la vida. Tienen la virtud de cimentar y, a la vez, ubicar en su justo término la función de líder. La despoja de los riesgos del poder por el poder en sí mismo, ya que abre puertas y ventanas hacia la verdadera riqueza y variedad del vivir, donde el poder o ser líder son partes de un todo mayor, pero no el todo en sí mismo.

Antonio no fue sólo un líder. Fue más. Y en la medida en que fue más, fue mejor como líder. Vivió su liderazgo como algo más –no lo único- que movía y explicaba su vida. A veces sus tomas de decisión, llegaban desde un fondo melancólico, desde profundas raíces solidarias, desde un amor universal y cotidiano.

Es cierto que Antonio eligió ser líder. Fue él quien eligió su camino. Y ese camino, rápidamente alcanzó nombre y apellido propios. Sin embargo, algunas veces daba la impresión de que, por delante y detrás de ese líder, seguía estando el niño travieso, o el hombre triste que necesitaba esconderse en el humor y hasta se cambiaba de nombre y apellido para ser poeta, o filósofo, o humorista.

De ahí su conflictuvidad. Porque Antonio vivió conflictivamente su condición de líder. Sentía que había un tiempo –el del arte, el de la filosofía-, que se le escapaba. Y, a veces, para retenerlo, para intentar recuperarlo, se valía del humor. Antonio sabía muy bien –y lo padecía aún más- que el líder tiene que renunciar a muchas cosas: a veces a todo el tiempo que quisiera para los hijos y para el hogar.

Quienes ya hemos vivido más años que los escasos 35 años de Antonio, a veces pensamos –intuimos-,que quienes viven tan pocos años, tal vez reciban alertas, avisos indescifrables para los demás, de que su tiempo será poco, de que su vida será corta. (Jamás Antonio nos anticipó nada, ni siquiera mencionaba a la muerte en sus conversaciones). Pero, ¿cómo explicar su ritmo frenético, su insaciable voracidad por saber y por hacer? ¿No serían producto de esos alertas, de esos avisos de que iba a morir joven?

¿Quién se atreve a negar que Antonio -en broma o en serio- no eligió alguna vez como Aquiles, una vida breve pero gloriosa?...

Lo dicho, no deja de ser un trillado lugar común. Es cierto. Pero, recordando a Antonio, uno llega al fondo mismo de los lugares comunes ya que, al fin de cuentas, el lujo de los grandes hombres quizás sea vivir, y hacer propios, los lugares comunes del ser humano.

No obstante, reconocemos que Antonio cumplió una trayectoria que sería igualmente válida, importante y destacable, si en lugar de 35 años, hubiera necesitado 50, 60 o 70 para cumplirla.

Vivió el privilegio de ser uno de los protagonistas de la reestructuración de la ONCE, de su democratización, de la reforma de su Cupón, de su apertura y gravitación internacional. Una sola de estas tareas, le hubiera bastado para justificar y satisfacer toda una larga vida. Pero Antonio las acumuló todas y todas las llevó adelante en los cinco breves años de su presidencia en la ONCE. Y nos parecía tan natural –por tratarse de Antonio- que en tan poco tiempo hiciera tanto, que muchos caímos en su trampa: apostábamos a su futuro, a un futuro donde, ni por asomo, cabía la mezquindad de su muerte prematura.

Dentro de la ONCE, Antonio vivió todas las etapas posibles: alumno, profesor, militante del cambio y, por ello, censurado, editor de una revista clandestina y, finalmente, presidente del Consejo General inaugurando el proceso democrático.

Se formó en la ONCE, concientizó las carencias de la misma y participó dinámica y decisivamente en su cambio. Más allá del número de años que se viva, pocas personas tuvieron la satisfacción que tuvo Antonio: devolver con creces a la organización que lo formó, todo lo que recibió y aun más.

Lo más interesante es que todo ello no fue un acto aislado, personal, individualista. Antonio formó parte de una destacada generación de jóvenes ciegos que, educados en la ONCE, fueron artífices de la modernización y democratización de la ONCE. Hoy, muchos de ellos –tal como ocurrió con Antonio- ocupan los cargos de mayor responsabilidad en la ONCE. Seguramente, si Antonio pudiera leer estos apuntes, estaría de acuerdo con nuestra última afirmación. Más de una vez, comentamos con él, la formidable realidad de la ONCE, tan profundamente modificada en el correr de esta década, y el papel que en todo esto, jugaron y juegan jóvenes personas ciegas.

Y seguramente, Antonio también estaría de acuerdo con nosotros , en que en estos momentos de dolor y dura prueba que les toca vivir a esa generación y a toda la ONCE, se continúe –y hasta se mejore- el camino que tuvo en don Antonio Vicente Mosquete a un líder, un poeta, un filósofo, un humorista…

 

 

"Sólo el amor"

Ésta es una página literaria de Antonio Vicente Mosquete, escrita en abril de 1987, sobre la canción del mismo nombre de Silvio Rodríguez.

No sé Silvio cómo te estallaría esta canción en el pecho.. Sé, eso sí, que al inyectármela, se me amontonan en la garganta borbotones de una esperanza nueva y desconocida, me sube por las venas una fe insólita en el hombre, en la vida y me dan ganas de tocarme las manos, reconocerme la arcilla que hay en mis manos, afirmarme humilde e inverosímilmente en la desnuda esencia de lo humano: sin adjetivos, sin contornos, con el vértigo fuera. Por sobre las ruinas de una existencia rutinaria y estomagante, sin ética ni estética, sin norte y sin latido, se abre paso un ansia de atrapar cada golpe de ternura, cada beso posible, cada caricia prohibida; la inquebrantable decisión de no dejar pasar de largo sin subrayarlo en el cuaderno de la vida ni un solo gesto amistoso, ni un solo instante de camaradería elemental, ni una sola sonrisa, ni la más mínima palabra inteligente y bonita, ni una mujer, ni un niño, ni un chiste siquiera. Asoma por sobre la desesperanza la más inconmovible resolución de reivindicar como propia toda mirada limpia, toda confabulación contra los convencionalismos.

No sé Silvio si este vitalismo angustiado, pero al fin esperanzado, tiene algo que ver con lo que sentiste al hacer esta canción. Es, al menos, una visión heterodoxa y contradictoria de un náufrago escéptico que se aferra desesperadamente a la vida y que, a veces, sólo algunas veces, recobra un soplo de vitalismo apasionado, de fe en el hombre, pasajero, pero creíble.

 

 

En este tiempo de trabajo

(Palabras pronunciadas por don Antonio Vicente Mosquete, el 10 de noviembre de 1985 en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, al inaugurarse el VIII Congreso panamericano de Ciegos y la Asamblea fundacional de la Unión Latinoamericana de Ciegos).

Ilustres autoridades gubernamentales, provinciales y municipales; dignas autoridades y representantes de los organismos internacionales y nacionales de y para ciegos; queridos amigos y delegados al VIII Congreso Panamericano de Ciegos:

Quiero, en primer lugar, transmitir un saludo entrañable y emotivo de la delegación española que asiste a esta reunión, a todas las personas que aquí están presentes. Quiero también expresar que este saludo proviene de toda la ONCE y de los ciegos españoles que siguen, intensamente, el proceso de unificación de las organizaciones de y para ciegos de este querido continente.

A veces sería necesario rehuir los discursos, aminorar el tiempo que dedicamos a las palabras; pero, quizás, necesitamos expresar nuestros sentimientos y nuestros móviles, nuestras ideas motrices.

Para la ONCE, el haber participado del proceso de unificación de las organizaciones regionales latinoamericanas que trabajan en el sector de la deficiencia visual, es un compromiso y una satisfacción que se realiza desde dos fundamentales perspectivas.

En primer lugar, la ONCE, por su propia estructura y por su propia esencia, está convencida de que, únicamente con la unidad de esfuerzos de los ciegos y de los trabajadores que desempeñan labores en servicios a ellos prestados, se podrá conseguir la plena equiparación de oportunidades de los ciegos, en los distintos contextos sociales, económicos y políticos.

En segundo lugar, la ONCE actúa en el área latinoamericana con sentido de exclusivo interés mutuo, nunca desde posiciones paternalistas o de cooperación externa.

Los recursos de que disponen las personas ciegas de habla española o de habla portuguesa, son, como en todas partes, escasos. El unificar esos recursos, el utilizar conjuntamente esos recursos, es también para los ciegos españoles un interés primordial. Por lo tanto, en esta presencia nuestra, en este apoyo de la ONCE al proceso de unificación de las organizaciones regionales latinoamericanas, no hacemos más que empujar en la dirección en que están empujando los ciegos del mundo; en la dirección en que han empujado los ciegos de Europa y de otros continentes. Y confiar en que en este tiempo de trabajo, en el que nosotros también pretendemos implicarnos –sin interferir, por supuesto-, y que estamos dispuestos a vivir con intensidad, seamos capaces de superar la dispersión –es un lujo que no podemos permitirnos- y que, de la dispersión y sobre la dispersión salga la unidad. Y también, que no sólo la unidad se constituya en el objetivo exclusivo y en la meta de esta reunión. Tenemos la claridad de concebir la unidad como un instrumento, y únicamente con el cambio de la dinámica de las organizaciones internacionales, con la elaboración de unas estrategias y unos planes de trabajo, concretos, podremos lograr los objetivos de integración y de emancipación de los ciegos por los que todos luchamos.

Que superemos la dispersión y consigamos la unidad y que también, si fuera posible, vayamos dejando algo de espacio a los hechos del que hasta ahora, quizás en exceso, han ocupado las palabras.

Muchas gracias.

 

 

Por la solidaridad

(Palabras pronunciadas el lunes 6 de abril de 1987, por don Antonio Vicente Mosquete, en la ceremonia de inauguración de la Reunión del Comité Ejecutivo de ULAC, en Santo Domingo, R. Dominicana).

Ilustres autoridades del gobierno dominicano; cuerpo Diplomático; Delegaciones de organizaciones de y para ciegos de nivel mundial, regional y local; señoras y señores:

Siento la emoción que supone el saludar y el estar entre verdaderos compañeros y hermanos, y el asistir con satisfacción al crecimiento y a la consolidación paulatina de las organizaciones de y para ciegos de esta región.

Como lo recordara Pedro Zurita y los anteriores oradores, desde hace cinco años, y quizás sobre la base firme de un trabajo amplio hecho en el pasado, se pusieron en marcha una serie de mecanismos que han ido progresivamente avanzando y que nos sitúan hoy en un punto de importantes logros, pero también de necesarias reflexiones.

La ONCE, que estuvo en toda su historia implicada en la colaboración a las organizaciones de y para ciegos de Latinoamérica, en los últimos cinco años –y con su transformación democrática-, ha pretendido dar un nuevo impulso a esta tarea; y lo ha hecho, como sabéis, desde la perspectiva de nuestra solidaridad internacionalista; desde la perspectiva de utilizar conjunta y racionalmente los recursos, siempre escasos, que tenemos, y no sólo de beneficiar, sino también de beneficiarnos, de esta comunidad lingüística en la que vivimos.

Hoy la ONCE tiene una posición internacional diferente. Como sabéis, desde la Reunión del Comité Ejecutivo de la Unión Mundial de Ciegos en Nueva York, además del nombramiento de Pedro Zurita como Secretario General, lo que nos honra a todos, se ha designado a España sede de la II Asamblea mundial.

Con la misma modestia, con la misma actitud de combatividad y servicio que teníamos en aquel momento, pero quizás con mayores posibilidades por la gestión de la ONCE en el plano internacional, seguimos ofreciendo todo nuestro apoyo a esta región latinoamericana.

Creo que durante estos años se ha llevado a cabo un trabajo necesario, inicial, extendido, pero quizás no suficientemente intenso, que se ha traducido fundamentalmente en apoyo para mejorar las condiciones y medios materiales de muchos centros e instituciones de Latinoamérica. Y, por otra parte, a fortalecer y vitalizar esta nueva criatura en la que todos hemos puesto muchas esperanzas, que es la ULAC.

Hoy creo que ya podemos hacer una reflexión crítica, y estoy seguro que el Comité Ejecutivo de la ULAC lo hará así. Y que de esa reflexión crítica surgirán nuevas orientaciones para ir encauzando con mayor acierto y mayor eficacia nuestra colaboración.

Estoy seguro también, de que la celebración en la República Dominicana de estas reuniones reforzará las actividades de las organizaciones de este país y contribuirá, de una manera directa, a que la situación de los ciegos mejore, poco a poco, como es nuestro sino, difícilmente y con esfuerzo pero de una manera continuada, en este país. Ya en 1983, tuvimos ocasión de visitar muy brevemente la República Dominicana y comprobar el calor, el afecto, la combatividad y el trabajo de estas organizaciones. La presencia hoy de autoridades del gobierno refrenda la actividad y el trabajo que aquí se han hecho.

No quiero terminar sin expresar nuestra apuesta y nuestra esperanza en la capacidad de lucha, en la capacidad crítica de este continente; en la seguridad de que cuando nos reunimos y hacemos este tipo de trabajo no lo estamos haciendo en función de intereses personales, sino en función de los intereses de un amplísimo sector de personas que viven en unas determinadas limitaciones, en unas condiciones de marginación todavía no superadas. Y también en la convicción de que no sólo hacemos esto en beneficio de los ciegos, sino en beneficio de un cambio social más profundo, que haga de nuestra sociedad un modelo más satisfactorio, más rico y más plural en cuanto a las personas que lo componen.

Finalmente, permitidme ya en este mismo nivel en que nos expresamos, que cuando venimos a Latinoamérica, aunque sea por muy poco tiempo, lo hacemos con la seguridad de recargar nuestras pilas en el vitalismo, la esperanza y el compromiso común de que nuestros lazos culturales de unión en el caso de los ciegos es todavía más fuerte, más estrecha, todavía más esperanzada.

Que los trabajos de estas reuniones, del comité Ejecutivo y del seminario sean fructíferos y además, que cada vez estrechemos más nuestras relaciones.

Muchas gracias.

 

 

1988: Asamblea mundial en España

La II Asamblea de la Unión Mundial de Ciegos tendrá lugar en Madrid en 1988. Así lo decidió el Ejecutivo de la UMC en su reunión del pasado mes de octubre. En dicha reunión estuvo presente don Antonio Vicente Mosquete, Presidente del Consejo General de la ONCE. Con él dialogó América Latina sobre la II asamblea, la elección de Pedro Zurita para ocupar la secretaría de la UMC y otros temas vinculados con la ONCE y su acción internacional

Mayor implicación

Vicente Mosquete es uno de los dirigentes más jóvenes y con mayor porvenir en el panorama internacional vinculado con las personas ciegas. Le corresponde nada menos que el mérito de haber sido el Presidente de la ONCE en el decisivo tránsito hacia la democratización y modernización de la poderosa Organización.

Su mandato (1982-1986), constituye un hito clave en la historia de la ONCE. Así lo reconoció la masa de afiliados que, en 1986,, dio la mayoría absoluta al renovador grupo orientado por Vicente Mosquete, quien así accedió a un nuevo mandato.

Consultado sobre por qué la ONCE presentó la candidatura de Zurita para la Secretaría de la UMC y a Madrid como sede de la II Asamblea en 1988, Antonio Vicente Mosquete responde: "Son cosas distintas. En primer lugar, hay que decir que desde 1982 decidimos implicarnos más en el movimiento internacional. Y lo decidimos porque estamos convencidos de que algunos problemas de las personas ciegas se pueden resolver mejor en el ámbito de la cooperación internacional."

Solidaridad

Profundizando su pensamiento, el Presidente de la ONCE agrega: "Hay muchas personas ciegas de zonas subdesarrolladas que carecen de los servicios básicos y que, por principios de solidaridad, deben ser asistidas por las organizaciones de los países que están en una situación mejor. Estas organizaciones deben transferir un poco de su bienestar y de sus posibilidades a tales personas ciegas."

Organizaciones únicas

"Desde 1982 la ONCE está en esta posición –continúa Antonio Vicente-. Nuestra primera línea de acción fue favorecer la formación de organizaciones únicas de y para ciegos, tanto en el ámbito regional como en el mundial. Así fue como apoyamos, sucesivamente, la unificación a nivel europeo, la formación de la Unión Mundial y la creación de la ULAC".

Ida y vuelta

El Presidente de la ONCE hace una pausa, y luego enfatiza que "La segunda línea de acción fue que, la cooperación que siempre ha prestado la ONCE a América Latina, cristalizara en algo más sistemático".

Y agrega: "Por eso, una vez que estuvo creada la ULAC, se puso a su disposición el Fondo de ayuda para Iberoamérica, financiado por la ONCE. Creemos firmemente que esta cooperación puede hacerse en una filosofía de ida y vuelta, es decir, que todo lo que se consiga crear para América latina también favorece a los ciegos españoles y a la propia ONCE."

Valor acumulado

Para Antonio Vicente, la tercera línea de acción "Fue contribuir con los recursos humanos de la ONCE, a dinamizar las organizaciones regionales y mundiales." Y aclara: "En esa línea, siempre hemos pensado que Pedro Zurita es un valor acumulado que tiene la ONCE y el propio colectivo de los ciegos del mundo. Tiene apitudes y mucha experiencia en el trabajo internacional. Por eso la ONCE lo propuso para la Secretaría de la UMC, sabiendo, además, que sus planteamientos abiertos y no regionalistas, encarnan muy bien el pensamiento de la ONCE."

50 aniversario

Finalmente, el Presidente de la ONCE se refiere a la II Asamblea de la UMC.

En 1988 celebraremos el 50 aniversario de la ONCE –explica-. Hasta ahora la ONCE no ha estado implicada en ningún tipo de acontecimiento de esta magnitud. La ONCE solamente organizó la Reunión quinquenal del ICEVI en 1972 y la Reunión de Directores de Imprentas y Bibliotecas en 1977. Me parece que por su importancia, por su volumen y, ahora por su empuje, la ONCE está en condiciones de organizar la II Asamblea Mundial en coincidencia con su 50 aniversario."

El lema de la Asamblea será "El progreso a través de la acción conjunta." Se desarrollará en Madrid entre setiembre y octubre del próximo año y "América Latina" continuará informando sobre este importante acontecimiento.

 

 

Post data sobre el cupón

Pero la entrevista al presidente de la ONCE, no terminó con su referencia a la II asamblea mundial y al cincuentenario de la ONCE. Aquella tarde de octubre de 1986, continuamos hablando en el hotel Roosevelt de Nueva York. Especialmente sobre el cupón y, también, sobre algo más acerca del cincuentenario. Ese material no lo incluimos en el reportaje publicado en el Nº 5 de América Latina. Lo guardamos para otro trabajo que, en ese momento, pensábamos realizar. Hoy, la muerte de don Antonio Vicente Mosquete, nos hace modificar los planes y, a modo de post data, damos a conocer el resto de aquel reportaje que no imaginábamos el último…

Cuando hoy recorremos Madrid descubrimos, aquí y allá, hermosos, atractivos quioscos de venta del cupón-Pro-Ciegos. Estos quioscos se han incorporado estética y funcionalmente al paisaje madrileño. El cupón ha cambiado. Ya no es exclusivamente de vendedores a la intemperie. Ahora va al encuentro de los posibles compradores, los busca, los provoca con modernos y eficaces atavíos publicitarios. (Recordemos que veinte años atrás, encontrábamos a más de un vendedor que, simplemente, colgaba los cupones de su solapa y esperaba que fuera el propio comprador quien quitara el cupón y entregara el dinero como, si en lugar de un pago, fuera una limosna).

Hace más de 50 años

El cupón no es algo nuevo, aunque tenga una nueva fisonomía. Ya antes de que existiera la ONCE, se vendía en varias ciudades españolas. En la década del 30, que se inició con el acceso de los ciegos a la cátedra universitaria (1930); que siguió con la creación de la Federación Nacional de Ciegos(1931); que continuó con el proyecto del censo nacional (1932) y que culminó con la fundación de la ONCE (1938), ya se dio el comienzo de la venta del cupón. Ello sucedió en Madrid y Valencia, en 1933, a cargo de las sociedades Socorro del ciego y El Porvenir, respectivamente. Un año más tarde, ocurrió lo mismo en Sevilla (Sociedad La Hispalense) y en Barcelona) Sindicat des Cecs de Catalunya).

Una vez creada la ONCE, el cupón fue institucionalizado como un mecanismo provisorio, para aquellas personas ciegas que no podían aspirar ni obtener otra ocupación laboral.

Aunque se aplicó en todo el territorio español, no se implantó un único sorteo a nivel nacional. Por el contrario: en cada delegación provincial de la ONCE, se realizaba a diario su propio sorteo.

Por sus características y su atmósfera general, estos sorteos tuvieron gran parecido con la beneficencia y con algunas rifas que aún hoy se juegan en ciertos países latinoamericanos.

Tiempo de reforma

Ya varios años antes de que la ONCE fuera reestructurada por el Real Decreto 1041 de mayo de 1981, algunos afiliados se movilizaron, reclamando la modernización del cupón.

Estas movilizaciones abarcaron a jóvenes personas ciegas, que comprobaban cómo, día a día, iban declinando las ventas. Cómo poco a poco, quedaban por detrás del costo de la vida y de la inflación, no cubriendo las necesidades personales y colectivas.

Finalmente, las nuevas ideas se abrieron paso: llegó el tiempo de reformar al cupón, cuando se logró la reestructuración general de la ONCE.

"El primer acuerdo formal del Consejo para reestructurar el cupón –recuerda Antonio Vicente mosquete-, fue tomado en abril de 1983. Todo el tiempo transcurrido desde el mes de abril, hasta fines de diciembre, fue dedicado a la planificación de la reforma. Entre otras cosas, hubo que disponer de nueva maquinaria para imprimir el nuevo cupón."

Mentalización del cambio

Resulta fácil comprender y aceptar esta parte del cambio: nueva maquinaria, nuevos cupones. Pero nos preguntamos –y se lo preguntamos a don Antonio Vicente Mosquete-, ¿qué pasó con la gente? Porque, una máquina se cambia por otra, una forma del cupón por otra forma; pero, ¿los vendedores?, ¿y la larga tradición?, ¿y el estilo dominante?

"Fue necesario un gran trabajo de mentalización –nos responde-, se realizaron muchas reuniones con los vendedores. Hubo bastante resistencia, hasta amenazas de huelga: varias personas ciegas se oponían al cambio."

Un gran temor

Interrumpimos al presidente de la ONCE, para preguntarle el porqué de esa resistencia.

"Quizás por un gran temor hacia lo nuevo –nos dice-, hay personas ciegas que viven algo así como el vértigo de lo desconocido. Aunque entonces, la situación del cupón era precaria y objetivamente se iba deteriorando más y más, al punto que desde 1980 crecía menos que el costo de la vida, o que la inflación, a pesar de todo ello, mucha gente tenía miedo de perder esa situación; no querían arriesgar nada, no querían cambiar nada. Algunos decían que concentrar los premios en un premio gordo y dar reintegro al acierto de la última cifra, era un grave error. Pensaban que, por ser un juego diario, lo que más le interesaba al apostador, era que hubiera muchos premios aunque fueran de poca monta. No aceptaban cambiar éstos ni tampoco el reintegro."

La reforma: ¿en qué consistió?

Don Antonio Vicente Mosquete sintetiza la reforma explicando que "Consistió en dar pocos premios pero gordos y el reintegro. Se debilitaron los premios intermedios y muchos creyeron que ello llevaría a debilitar las ventas."

Aprovechamos una pausa en su explicación, para consultarlo si ahora cambió esa situación, si los vendedores y los funcionarios de la ONCE, están convencidos del éxito de la reforma.

Nos dice rotundamente que sí, que están absolutamente convencidos, y nos da las razones de su afirmación: "Porque ahora es posible llevarse a casa dos o tres veces más de lo que antes ganaban. Además, en lugar de estar 7 u 8 horas- a veces hasta 10- como sucedía antes, ahora se vende mucho más en menos tiempo. Hubo momentos en que alcanzaban 3 o 4 horas de trabajo. Los compradores hacían cola, porque el producto se volvió apetecible. Ahora se vende algo que atrae. Hubo un cambio económico. Pero también un cambio en las condiciones de trabajo y en la consideración social de la persona: ahora vende algo que importa, antes vendía algo sin prestigio."

Sobre la propaganda

En estos dos o tres últimos años, hemos sido testigos de una intensa propaganda del cupón. La hemos encontrado en la televisión y en otras formas de la comunicación. A veces, nos ha parecido una propaganda decididamente comercial. Es otro cambio más y sobre el mismo y sobre sus consecuencias, interrogamos al presidente de la ONCE. "Todo esto tuvo su peligro" –nos confiesa-, fue necesario hacer mucha propaganda, usar los mecanismos comerciales. Eso hizo que la imagen de la ONCE, se polarizara aún más hacia lo comercial. Por eso, desde 1985 todas nuestras campañas las centramos en los servicios de la ONCE y en los aspectos no comerciales."

Algo más sobre el cincuentenario

Es difícil hablar con don Antonio Vicente Mosquete, sin retomar, una y otra vez, el tema del cincuentenario de la ONCE. Le apasiona, le preocupa; piensa, planifica: "Los 50 años de la ONCE serán un buen motivo para contrarrestar esa imagen comercial. Queremos que la gente, ponga por delante el aspecto social de la ONCE. Quizás montemos una exposición itinerante para recorrer todo el territorio español. También pensamos en un libro blanco sobre la situación de los ciegos en España. También planeamos impulsar legislaciones que den mayor estabilidad a la ONCE."

Ayer y hoy

Al escucharlo hablar del cincuentenario, pensamos en los orígenes de la ONCE. En aquel diciembre de 1938, ni él ni muchos de nosotros habíamos nacido. Sin embargo a todos –españoles y latinoamericanos- nos ha interesado el fenómeno que dio origen a la ONCE, lo hemos estudiado y analizado a la luz de distintos documentos. Por eso, nos parece natural que la conversación vaya de la próxima celebración de las bodas de oro, al tiempo de los orígenes y preguntamos al presidente de la ONCE acerca del presente y el comienzo de la Organización.

"Entre la ONCE de cincuenta años atrás y la de hoy –responde-, hay más relación de la que a veces creemos. Antes del decreto de 1938, los ciegos en España se organizaban como podían; cada uno en su región, en su ciudad, en su provincia. Y lo hacían, fundamentalmente, para pedir trabajo. También tenían claro que uno de los objetivos principales, era la cultura y la integración. Al cupón se lo consideraba como un instrumento para una situación excepcional o especial. Claro que esto se olvidó a lo largo de la historia de la ONCE. Yo creo que es bueno recordar cómo empezamos, las dificultades que hubo y las que hoy habría si no existiera la ONCE. Repensemos los motivos de por qué estamos unidos, y para qué estamos unidos. Pensemos que si algún día se rompiera la ONCE como mecanismo institucional, los ciegos lo pasaríamos mal, francamente muy mal: sin servicios, sin trabajo, sin recursos económicos y sin posibilidades de pensiones suficientes."

No son privilegiados

En más de una conversación, don Antonio Vicente Mosquete nos ha expresado su preocupación por la idea que la opinión pública se hace acerca de la persona ciega. A diferencia de lo que ocurre en nuestra América Latina, a veces se piensa que las personas ciegas en España viven mucho mejor que las personas que ven. Es la otra cara del mito, cara contra la que luchó Vicente Mosquete:

"También nos gustaría llevar a la opinión pública –dice- el mensaje de que los ciegos no son privilegiados. La idea que ha circulado en España, de que los ciegos viven muy bien, creo que hay que desmontarla poco a poco y con paciencia. Ocurre que como la televisión ha mostrado a las personas ciegas, a sus hijos limpios y aseados, a sus lugares de trabajo o de estudio, ya por eso piensan que todo eso es mucho, es demasiado para alguien que es ciego. La cuestión, entonces, está en lograr que comparen a los ciegos con los demás ciudadanos. Y de esta comparación, surgirá que los ciegos no viven demasiado bien. Incluso, se podrá apreciar que tienen muchos problemas para hacer una vida normal. Tenemos que mostrar, poco a poco, qué necesita un ciego para vivir bien, para vivir con normalidad y dignidad".

Hasta aquí la post data, que termina con la palabra "dignidad", palabra que ahora, en el grabador suena con la fuerza de un legado que a todos nos dejó don Antonio Vicente.

Enrique Elissalde (julio de 1987)

 

 

Protesta ante la muerte de Antonio Vicente Mosquete

 

I – La noticia.

Primero fue el estupor

el corazón, un ocho en la garganta

el piso que cede como un colchón de agua

y el dolor

metiéndose en los dientes

reptando debajo de las uñas

e instalándose por fin en el vientre

como una pesada campana muda

cayendo…

inútil como la borra del vino

cayendo…

destrozando las dendritas

y apagando las sinapsis

cayendo…

Y después la rabiosa impotencia

ordeñando los lacrimales

hasta extraer de ellos sangre

para marcar a fuego esta cara

que llevará por siempre

la enquistada huella de tu ausencia.

¿Con qué herramienta

recomponer ahora la realidad?

¿Cómo es posible

que habiendo sido tantos

los que te quisimos tanto

no haya alcanzado el amor

para desterrar a la muerte’

¿Por qué tengo que aceptar hoy

que tu risa sea

un montoncito de cenizas

que caben en un puño sediento?

¿Entenderlo? ¿Explicarlo? ¿Consolarse?

Desafío a quien te haya conocido

a que sea capaz de lograrlo.

Toda tu vida fue

un superlativo acto de amor

febril como un átomo de carbono

alegre como un recreo

afanoso como un rosal.

Por eso ahora

me embarga el odio

la necesidad de maldecir

maldecir ¿a quién? ¿A la vida?

¿Al destino? ¿A la suerte?

No, no puedo

porque tú hasta el final

te estuviste dando

y hoy tu corazón

aunque en otro pecho

todavía está palpitando

y tus riñones

dan vida a otros seres humanos.

¿Qué hago entonces con este odio?

¿Qué hago?

¿Dónde lo pongo? ¿Dónde lo guardo?

¿Dónde lo escondo?

¿Dónde?

Miserable papel

el que ahora nos corresponde

almorzar, acostarnos, cumplir con el calendario

con su nombre, que ya no tiene cuerpo

adherido a cada poro

esperando nuestra propia muerte

porque ahora ella, sólo ella

podrá tapar con su presencia

la insondable intemperie

de tu ausencia.

Pero no, ¿qué digo?

¿Por qué convocar a la muerte

si la odio?

Si fue ella, ella, la muy hija de puta

la que te arrancó de cuajo

aniquilando el prisma de nuestras esperanzas

y marchitando el futuro

que de un tajo

se convirtió en el pretérito

más imperfecto del universo.

Viviste

mientras viviste

"desesperadamente aferrado a la vida"

y creíste en el hombre

y repartiste honestidad

como si fueran caramelos

y te entregaste a los demás

para que los demás fueran.

Por eso hoy te pido que comprendas

que hagas un esfuerzo, uno más

y aunque te duela

comprende que esta cara

llevará por siempre

la enquistada huella de tu ausencia.

 

II – Ya no.

Ya no crecerás junto a tus hijos

ya no te tocarás más las manos

para reconocer "la arcilla de tus manos"

tan cerca de los otros

como el aire de los alvéolos.

Ya no.

Ya no tienes voz

ni risas, ni ideas

ni Rosa en tus labios

"ni un chiste siquiera"

Ya no.

Ya no sufres

ya no piensas

ya no sueñas

ya no.

Ya no tendrás más cumpleaños

¡Y tuviste tan pocos!

Ya no tienes alegrías

ni esperanzas, ni pasiones.

Ya no tienes nada

porque te has muerto

muerto, muerto, para siempre

y ya no te querremos muerto

ya no

todavía no

aún no

jamás no

vivo te querríamos

y ya no.

 

III – La protesta.

Hoy me calzo tus zapatos

y protesto

como hubieras protestado tú

yo protesto

Y aunque sea inútil la protesta

yo protesto

Y aunque la muerte se ría

a carcajada limpia

yo protesto.

Y aunque el dolor

y la angustia

me repriman,

yo protesto.

Y aunque me pisoteen los volantes

y me rasguen los afiches

yo protesto.

Y aunque me encarcelen la esperanza

yo protesto

para amargarle la vida a la muerte

yo protesto.

 

IV – La maldición y la queja.

¡Ay! cómo se aflojan los contrafuertes de la vida

cuando los golpea a destiempo la muerte.

¡Ay! Qué solos nos quedamos los vivos

cuando nos golpea a destiempo la muerte.

¡Ay! Maldita seas, la muerte.

Aunque me cueste el alma, yo te maldigo

por injusta, por avara

Por angurrienta,

por traidora, por lujuriosa, por impaciente

porque no se le hace eso

a un Antonio Vicente.

Porque no te lo perdonaré nunca

maldita seas, la muerte.

 

V – El enfrentamiento.

Ahora sí que te jodiste, antonio

Ahora sí que nos jodiste a todos.

A lo largo de tu corta vida plena

todo fue acierto, alegría, realizaciones

por eso, ahora, no acierto a comprender

cómo no lograste gambetear con acierto

una jugada tan sucia, tan baja, tan rea,

pero tan vilmente certera.

Tu presencia siempre fue

una clase pública y abierta

salpimentada de humor y sabiduría,

pero una lección como ésta

no figuraba en los programas.

Por eso no comprendemos,

no aceptamos

que fallaran a la vez

tantos mecanismos físicos y humanos

que en un instante le abrieran la puerta a la muerte

para que la muy villana

trampeando todas las cuentas

te ganara así,

tan miserablemente,

la partida.

¡Ah! ¡Pero si hubieras podido enfrentarla!

¿Verdad Antonio?

Seguro que la habrías burlado.

Casi no me cuesta trabajo

imaginarte

sentado frente a ella

frente a frente

con un vaso de cerveza

en tu diestra

con tu codo izquierdo

apoyado sobre la mesa

tu cabeza ligeramente hacia adelante

alta y despejada tu frente

frente a frente con la muerte.

Ya te oigo, ya te veo,

como el herrero Miseria

clavándola en la horqueta

hasta que se te diera la gana.

Pero ella lo sabía

sabía que así

perdería la partida

irremediablemente.

Y quien piense que miento

que demuestre lo contrario

y quien piense que exagero

será porque pasó a tu lado

como un simple extranjero.

 

VI- Epílogo

Y ¿sabes una cosa?

¡Igual la derrotaste!

Ya la derrotó Rosa

con la entereza que le dejaste

y que ella, como tú

nos repartió a raudales.

La derrotamos tus amigos

con la fe que nos dejaste.

La derrotó tu obra

que seguirá fecundando

corazones honestos

que asomarán a la vida

sin haber conocido tu gesto

pero que recibirán tu nombre en su seno

generación tras generación

mientras haya generaciones.

Ella tendrá tu juventud y tus ansias

pero tu memoria nos pertenece.

Hoy ya eres eterno

como el fuego y como el aire.

En este momento proclamo

Derrotada sin más a la muerte.

Porque mal que le pese

a la muy maldita

no pudo ni podrá

por más que haga

borrar tu nombre

de la faz de la tierra

mientras la tierra sea.

Carmen Roig

Junio-87

 

 

 

 

 

 
 
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