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  Pesadilla Electoral de Lectoescritura (María Jesús Cañamares)
 




Pesadilla Electoral de Lectoescritura

María Jesús Cañamares Muñoz

MI guía-intérprete y yo caminamos hacia un mundo de ensueño, hacia una O.N.C.E. mágica. Ella me escribe en la palma de la mano que asistiremos a un espectáculo nunca visto ni imaginado: un espectáculo electoral entre puntos, voces sintéticas, programas y aparatos tiflotécnicos, donde hay una pugna por ser el mejor y más usado en la educación, cultura y acceso a la información de personas sordociegas o solo ciegas. En la sala hay un desmadre descomunal, y según mi intérprete solo yo puedo arreglarlo con mi voto. Los puntos minúsculos pero punzantes de un cajetín, se gritan entre sí.

--Yo, el uno, soy el más fuerte; ocupo el lugar más alto en la escala del cajetín y sin mí no podéis formar la mayoría de las letras del alfabeto.

--¡Menos chulería, amigo; yo también soy de derechas pero más tolerante -dice el dos-. Formo menos letras que tú pero tengo derecho a unos escaños en el partido.

--Yo soy ultraderechista y con mucha honra de modo que de aquí no me muevo -dice el tres colocándose decidido tras el dos-.

Los de izquierdas, impetuosos y con gana de gresca, se subieron al cajetín junto a los opositores y cada uno exponía sus derechos:

--¡Aquí todos mandamos, nadie es más ni menos que el otro-decía el punto cuatro mirando al uno con ojos feroces y gesto agresivo. Yo soy imprescindible al menos para 12 letras, así que mi sitio no lo ocupa nadie.

--¡caramba!, pues yo soy de centro-izquierda, tolerante, pero no tonto. Si queréis formar un partido fuerte tendréis que contar conmigo sin remedio.

----señores: creo que si todos razonáramos y nos uniéramos en un solo grupo, sería cuando verdaderamente formáramos un gran sistema contra el que nadie podría. ¿qué importa la ideología? Yo puedo convivir con todos ustedes sin problema -habló muy serio el punto seis-.

Todos reflexionaron sobre lo expuesto por el compañero y al final, estuvieron de acuerdo en que eso era lo mejor: unirse todos, al margen de ideologías y formar un sistema sólido de lectoescritura para ciegos. Vitorearon al seis por tan buen tacto, y tras someter a votación varios nombres, para designar al futuro sistema lo llamaron Braille. Pero ese Braille tenía que luchar por el poder con otros partidos: el de las voces sintéticas -masculinas y femeninas-, el de los aparatos tiflotécnicos formado por ordenadores, teléfonos, calculadoras, relojes parlantes, lectores de libros hablados, etc. Y el otro partido formado por programas como jaws, talk, movilespeake y nvda.

En la campaña todos me dieron sendos mitines que me traducía la intérprete en la mano; me volvían loca ofreciéndome sus servicios y a todos creía necesitarlos.

--¡NO me digas que no es cómodo meterme en tu bolsillo y poder leer un libro de mil páginas mientras viajas -me decía el victor-. No peso ni ocupo nada comparado con un libro en Braille o un ordenador.

Un teléfono presumido, me susurró.

--YO, además de guardarte cientos de libros que puedes leer igual que con Víctor, guardaría tus correos, tu música, te ofrezco skype o wapshap para charlar con gente, calculadora y agenda, puedes leer la prensa o informarte del estado del tiempo, tengo una extensa gama de aplicaciones para que sepas dónde estás o qué edificios hay a tu alrededor; puedes llamar por teléfono y mandar sms, ¿qué más puedes pedir?

--Nosotros, los ordenadores, hacemos todo eso, pero además, tenemos mucha más memoria que los compañeros anteriores, de modo que tú verás si nos necesitas o no.

El partido de las voces se levantó y protestando me dijeron:

--¿Y nuestras voces no significan nada para ti? Nosotros, hombres y mujeres, aunque de forma sintética, te leeríamos todo tipo de documentos y libros, sin quejarnos de nada, sin cobrarte un céntimo... A toda hora nos tendrías disponibles en un ordenador para leerte lo que nos pidieras sin que tengas tú que gastar tus dedos o la visión que puedas tener. Somos varios y hasta puedes elegir el que más te guste.

--Sí, sí, pero soy sordo-ciega, no os oiría a ninguno. Yo necesito dispositivos con salida en Braille para enterarme de lo que leo o escribo. No me desmerecéis ninguno, de verdad, pero necesito tocar, no escuchar. Comprenderme, por favor.

--¡exactamente, -dijeron los miembros del sistema braille muy educados y comedidos- Tú necesitas al Braille: Braille escrito en papel, Braille computerizado, Braille estenografiado, ¡pero Braille, está claro! Porque, dime: ¿quién de todos nosotros te va a permitir escribir o leer partituras musicales o cálculos matemáticos muy complicados, si no es el Braille? Y si tienes que dar una conferencia ¿vas a poder hacerlo con un iphone o un victor? Tendrías primero que escuchar tus appuntes, memorizarlos y por último exponerlos, lo que sería muy tedioso. Con el sistema braille te lo apuntarías en papel y podrías leer la ponencia al tiempo que la expones. Si vas a una farmacia o a un supermercado, ¿vas a llevar encima un iphone para colocarlo en cada envase y que te lea su contenido? ¿vas a hacer lo mismo en una farmacia, donde prácticamente está nuestro sistema Braille en todos los medicamentos y puedes leer sus cajas sin llevar aparato alguno? ¿Qué dicen a ésto, señores opositores?

¡Silencio absoluto! ¡Nadie tenía respuesta ante tal contundencia de un sistema que ofrecía tantas garantías de seguridad en la vida de un sordociego. Así pues, me dejaron en libertad sin más presiones ni ofertas, pidiéndome encarecidamente que reflexionara a fondo y votara en consecuencia el día señalado para ello.

Dicen que el voto es secreto, pero, señores, yo confío en la máxima discreción de todos ustedes, y les vcuento mi firme decisión después de una larguísima y dura reflexión: ¡he votado al SISTEMA BRAILLE! Estoy segura de que ganará las elecciones aunque tenga que formar coaliciones con otros sistemas en momentos puntuales para ayudar a las personas a ser lo más independientes posible.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
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