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  Braille y Tecnología Deben Coexistir (Associació Catalana per a la Integració del Cec)
 

 

 

Braille y Tecnología Deben Coexistir

Son recursos complementarios, no excluyentes

 

En este documento, elaborado por la Associació Catalana per a la Integració del Cec (ACIC), se explica por qué el braille no puede quedar arrinconado ante la irrupción de las nuevas tecnologías. Los avances técnicos son un factor clave de integración para las personas ciegas, pero la vigencia del braille sigue más viva que nunca. Menospreciar el sistema de lectoescritura braille argumentando que las nuevas tecnologías ya garantizan esa integración, es una falacia.

 

Índice

1. Introducción - Braille versus tecnología, una falsa oposición

2. Braille: código de lectoescritura insustituible

3. Tecnología: factor innegable de integración

4. Vigencia del braille como instrumento de autonomía personal en la vida cotidiana

5. Usuarios potenciales del braille: no a la trampa de las cifras para desacreditarlo

6. Conclusión y propuestas

Anexo - Acciones y logros en defensa del braille

 

1. Introducción - Braille versus tecnología, una falsa oposición

La aparición del braille significó, para las personas que no ven, el acceso a la lectura y a la escritura, superando y dejando atrás el oralismo como única fuente de conocimiento hasta ese momento.

En los últimos años, la aparición de aplicaciones de "síntesis de voz" en ordenadores, teléfonos móviles y todo tipo de dispositivos tecnológicos ha supuesto para las personas ciegas un avance sin precedentes en las posibilidades de acceso a la información y a la comunicación, equiparándonos en gran medida al resto de ciudadanos en el uso de las nuevas tecnologías, con la consecuente mejora de las condiciones para una mayor integración laboral y social.

Pero este vertiginoso avance ha generado, incluso en algunos sectores del propio colectivo de invidentes, la sensación de que el uso de la voz sintética para acceder a la información hace innecesario y obsoleto el aprendizaje y uso del Sistema Braille.

Nosotros creemos que ese discurso es preocupante y erróneo. El uso del braille sigue teniendo plena vigencia como instrumento de alfabetización y en la vida cotidiana.

Por eso, como reacción a la confusa tendencia de desprestigio del braille frente a las nuevas tecnologías, surge la necesidad de elaborar este documento, para fijar nuestra posición como entidad e intentar aportar una reflexión clarificadora al respecto.

El uso del braille y de las tecnologías de voz sintética es absolutamente necesario y complementario en el mundo de hoy para una persona ciega total. Se trata de sumar recursos que en ningún caso son excluyentes, no de contraponerlos.

Este documento pretende demostrar la complementariedad entre braille y tecnología. Defiende la vigencia del braille como un instrumento más de integración y de autonomía de las personas ciegas frente a los discursos que lo consideran en desuso, y pone sobre la mesa algunas propuestas concretas para avanzar en ese camino necesario de la coexistencia entre la voz y el braille en un mundo cada vez más tecnológico.

 

 

2. Braille: código de lectoescritura insustituible

Hace casi 200 años, Louis Braille transcribió el alfabeto en tinta en un código de seis puntos táctiles alcanzables con la yema de los dedos. Por primera vez en la historia de la humanidad, las personas ciegas accedieron a la lectura y la escritura como el resto de las personas videntes. Desde entonces el braille es nuestro único instrumento de alfabetización.

El derecho a aprender a leer y escribir fue una conquista histórica. Por suerte, a estas alturas nadie la discute. Los ciegos no podemos quedar excluidos de la alfabetización. Sin embargo, en la mayoría de países, el braille todavía no tiene un reconocimiento legal como código de lectoescritura de las personas ciegas. Además, en el caso de las personas sordociegas, el braille constituye no solo el único sistema de lectoescritura, sino también la única vía de acceso a las nuevas tecnologías a través de las líneas braille.

Hay una diferencia importante entre ciegos y videntes al interactuar con los diversos sistemas y equipos informáticos y acceder a la información. Mientras que las personas videntes leen directamente la pantalla, es decir, siguen utilizando su sistema de lectoescritura, cambiando únicamente el soporte en papel por el electrónico, las personas ciegas mayoritariamente utilizamos los llamados "lectores de pantalla", programas que se sirven fundamentalmente de la síntesis de voz para convertir en sonido todo lo que encuentran escrito.

El acceso a la información exclusivamente por vía auditiva tiene como consecuencia la pérdida de contacto con el sistema de lectoescritura alfabético. Ello supone, evidentemente, una gran pérdida de información, además de reducir la costumbre de uso de nuestro sistema de lectoescritura, el braille. Mientras que los videntes actualizan y refuerzan constantemente, mediante la lectura, su conocimiento ortográfico, nosotros lo perdemos, acercándonos a cierto tipo de analfabetismo.

 

Las razones de este predominio de la síntesis de voz no son intrínsecas al braille, ni a su supuesta dificultad de aprendizaje, como pretenden algunos. Hay que buscarlas en el elevado coste de los equipos informáticos braille (líneas braille, etc.) y en el escaso esfuerzo investigador en ese sentido.

El resultado es el creciente abandono del uso del braille por una parte del colectivo. Sin embargo, es evidente que la lectura en braille trae consigo el correcto aprendizaje y dominio de la escritura, y es imprescindible si no queremos ser analfabetos funcionales. La ortografía, por ejemplo, se pierde en la lectura oral. Las tecnologías basadas solo en síntesis de voz, aunque permiten acceder a la información de forma rápida, no pueden sustituir los procesos mentales que suponen leer y escribir. Hay otras cuestiones que tampoco se pueden resolver con la rapidez y nivel de satisfacción que ofrece la lectura en braille. Por ejemplo en el aprendizaje de idiomas, en qué la lectura y la escritura son esenciales. Lo mismo ocurre con la escritura musical, las operaciones matemáticas, los símbolos de física y química, los lenguajes de programación informática, etc. En todos estos ejemplos, el braille es imprescindible e insustituible.

Por ello, resulta irresponsable y poco realista defender que el uso de la síntesis de voz ha dejado atrás el alfabeto braille, que éste es obsoleto y que es innecesario el esfuerzo de aprenderlo. Todo lo contrario. Creemos que ha de defenderse su valor y su utilidad como instrumento de alfabetización y aprendizaje.

La solución pasa por la complementariedad. Es decir, por el uso combinado de la voz y el braille en el acceso a la tecnología.

 

3. Tecnología: factor innegable de integración

Los avances tecnológicos de los últimos años han significado para las personas ciegas una auténtica revolución en su acceso a la información y la comunicación, y en sus posibilidades de formación e integración social y laboral.

La aparición de máquinas y programas de digitalización por escaneo y OCR (reconocimiento óptico de caracteres) de libros y documentos, y de las impresoras braille que posibilitaron mejorar su producción tanto industrial como doméstica, permitieron a las personas ciegas disponer de mucho más material en braille que hasta entonces, y poder así formarse mejor.

Además, los programas de lectura de pantalla y las líneas braille para el ordenador permitieron leer directamente en braille mientras se escucha lo que aparece en la pantalla. Estos avances fueron, a finales de los 80 y primeros 90, la punta del iceberg de lo que vendría después.

Surgieron también una serie de aparatos específicos, como los anotadores parlantes, que permiten la escritura e interacción en braille, pero que solo se comunican con el usuario mediante voz sintética. Esos dispositivos también facilitan la impresión en tinta y en braille de los documentos almacenados en ellos.

La irrupción de Internet y el mundo digital nos ha dado un acceso inmediato a gran cantidad de información, con versatilidad y rapidez. Por ejemplo, a una obra extensa, como algunas enciclopedias o diccionarios, difícilmente imaginables en braille; a una novedad editorial en formato electrónico o a un periódico digital. O, todavía más, han permitido nuestra participación en las redes sociales, que están revolucionando la sociedad.

La telefonía móvil pone a nuestra disposición no solo el acceso a la información y la posibilidad de comunicarnos en la red desde cualquier parte, sino también un sinfín de aplicaciones que nos son de gran ayuda en la vida cotidiana y que podrán serlo aún más cuando alcancen mayor perfeccionamiento. Por ejemplo, las aplicaciones de reconocimiento de voz, de imágenes y de colores, o de lectura de códigos QR permiten el acceso a gran cantidad de información; la tecnología GPS puede ayudarnos mucho en la orientación, la movilidad, la localización de lugares de interés, etc.

En definitiva, las nuevas tecnologías nos dan más capacidad de adaptación en la sociedad, y suponen un avance irrenunciable en el acceso a la información y a la comunicación, a cuyo tren hay que subirse si queremos integrarnos realmente.

Pero la adaptación a la sociedad digital es un reto no exento de dificultades.

Las personas ciegas vamos siempre por detrás en cuanto a accesibilidad tecnológica se refiere: hay que ir hacia un diseño universal pensado para todos. Las legislaciones más recientes intentan garantizar ese diseño universal mediante la implementación, desde el inicio, de las medidas de accesibilidad necesarias. Pero la realidad es que no siempre es así.

La adquisición de los programas y dispositivos tecnológicos adaptados suele ser cara y no siempre está al alcance de todos los usuarios. Esta es una cuestión a resolver, especialmente en el caso de las líneas braille.

A pesar de los innegables avances y de la continua investigación, en muchos casos la tecnología no ha alcanzado aún un nivel de desarrollo suficientemente satisfactorio para resolver lo que algunos esperan de ella. Por ejemplo, los programas OCR, o de reconocimiento de voz, de imágenes o de colores, los lectores QR, etc., siguen siendo complejos de usar por una persona ciega total, y sus resultados no son lo suficientemente fiables y satisfactorios. Además, un exceso de dependencia de las tecnologías puede ser también una barrera cuando éstas fallan, y todos sabemos por experiencia que ello ocurre a menudo.

Finalmente, el progreso tecnológico no nos puede conducir al extremo de creer que la tecnología, por sí sola, nos resolverá todos los problemas y carencias que la ceguera comporta, y nos integrará definitivamente.

En conclusión: debemos aprovechar al máximo las posibilidades que las nuevas tecnologías nos ofrecen, pero sin caer en el excesivo positivismo tecnológico y en la tecnodependencia. No podemos renunciar al uso y conocimiento de otros recursos no tecnológicos que nos proporcionan autonomía y nos son útiles. ¡Sería tanto como pretender que las personas videntes también dependieran exclusivamente de las nuevas tecnologías y no usaran por ejemplo lápiz y papel!

 

4. Vigencia del braille como instrumento de autonomía personal en la vida cotidiana

El braille es para nosotros un recurso indispensable en muchos aspectos de la vida cotidiana, exactamente igual que el alfabeto en tinta lo es para las personas videntes. ¿Hay alguien que pueda pensar en prescindir, por ejemplo, de leer con la vista el envase de un producto porque éste lleve incorporado un código QR?

Así como la letra impresa para los que ven es más inmediata, sencilla y eficaz que cualquier sistema informatizado, el braille para los ciegos también lo es. Además, los sistemas de reconocimiento de imágenes o de lectura de QR exigen realizar operaciones complejas, como enfocar y hacer fotografías de objetos o códigos, algo especialmente difícil para una persona ciega total.

Al fin y al cabo, resulta más sencillo y normalizador leer la etiqueta de un producto, ya sea impresa en tinta para la mayoría o en braille para unos pocos, que desplegar toda una parafernalia tecnológica para obtener la información.

El braille ha sido hasta ahora, y tiene que seguir siendo, la herramienta esencial de la integración del ciego, con dignidad e independencia. Entre sus funciones se encuentran aspectos tan sencillos y a la vez vitales como:

- Identificar los medicamentos, mediante su etiquetado.

- Identificar los productos tanto en la tienda como en casa.

- Votar de forma secreta, mediante el procedimiento de voto accesible que utiliza el braille para elegir las papeletas; un derecho fundamental que, como ciudadanos, hemos tenido negado hasta hace poco.

- Distinguir carnets y documentos de uso tan habitual como la tarjeta sanitaria o la de discapacidad.

- Archivar los documentos que todos tenemos en casa: un título académico, una escritura notarial, las facturas.

- Visitar con más independencia museos y monumentos, gracias a elementos en braille como cartelas, rótulos, hojas de sala y folletos explicativos.

- Rotular los CD y DVD, botes de especias, productos de higiene personal y del hogar, entre otros.

- Etiquetar la ropa con el nombre del color, para tener mayor independencia a la hora de vestirse.

- Marcar los mandos inaccesibles de los electrodomésticos para poderlos usar correctamente.

- Jugar a cartas, tanto si los compañeros de juego son ciegos como si son videntes.

- Consultar las guías de transporte público que estén impresas en braille.

- Anotar teléfonos y direcciones.

- Consultar el calendario en braille.

- Localizar la taquilla que estamos ocupando en un centro deportivo, cultural, etc.

- Elegir con independencia los platos y bebidas en restaurantes que disponen de carta en braille.

- Orientarnos mediante la señalización en braille en el interior de los edificios.

- Identificar los botones de un ascensor o de un portero automático.

- Utilizar las máquinas expendedoras de diversos productos (bebidas, alimentos...).

- Identificar, en máquinas expendedoras de billetes de transporte público o en cajeros automáticos, las diferentes entradas y salidas (de tarjetas, monedas, billetes, etc.).

Resumiendo, la presencia del braille en los espacios públicos y en la vida cotidiana sin duda normaliza e integra. Además, motiva su aprendizaje y contribuye a que todos lo utilicemos más y lo valoremos mejor.

 

5. Usuarios potenciales del braille: no a la trampa de las cifras para desacreditarlo

Con independencia de las personas videntes que quieran conocerlo, es necesario precisar con claridad quiénes son los usuarios potenciales del braille, es decir, los sujetos a los que se debe garantizar el derecho a aprenderlo y usarlo.

Son usuarios potenciales y naturales del braille: las personas sordociegas; las personas ciegas totales; las personas con una pérdida de visión que les impide utilizar la letra impresa en condiciones eficaces, a pesar de las ayudas ópticas disponibles; y también los que tienen una enfermedad degenerativa que pueda acabar en ceguera total.

Afortunadamente, los avances médicos han permitido, al menos en los países más desarrollados, que haya menos personas en las situaciones que acabamos de describir. Además, el desarrollo de las ayudas ópticas y de las nuevas tecnologías posibilita que cada vez más personas que padecen una discapacidad visual funcionen como videntes en el acceso a la información. Por eso, el colectivo de usuarios potenciales del braille es, en nuestros países, cada vez más minoritario, pero ello no justifica en modo alguno su exclusión.

¿Sería justificable descuidar -para poner un ejemplo- la investigación médica de las llamadas enfermedades raras, alegando que son minoritarias? Del mismo modo, por minoritario que sea el colectivo de usuarios del braille, las cifras y la relación coste/número de usuarios no pueden servir de argumento para no garantizar el derecho básico a la alfabetización y al uso del braille como instrumento esencial de nuestra integración en la vida diaria.

Lo mismo puede decirse respecto a las adaptaciones y al diseño universal de las nuevas tecnologías, donde el colectivo de ciegos también es minoritario respecto a la mayoría vidente.

 

6. Conclusión y propuestas

Por todo lo expuesto anteriormente, creemos que la solución pasa por dar al braille y a la tecnología un papel complementario en la vida de las personas ciegas. Ambos son necesarios, compatibles y no excluyentes.

Sin embargo, para impulsar eficazmente la integración de las personas ciegas, es imprescindible la intervención de los poderes públicos. Exigimos, pues, que la Administración tome las medidas necesarias para:

1. Garantizar la alfabetización y reconocer el braille como código de lectoescritura de los ciegos, fomentando su aprendizaje en condiciones análogas a a la de los usuarios de la letra impresa. Promover, por tanto, un conocimiento básico del braille entre los profesionales de la educación, rehabilitadores, etc., como vía de acercamiento necesaria para la integración de las personas ciegas.

2. Impulsar el uso del braille en la vida cotidiana y en las relaciones con la Administración, especialmente cuando resulte más sencillo, útil, eficaz e integrador que otros sistemas. Para ello proponemos incorporar el braille en:

- formularios, impresos y documentos públicos en las relaciones con la Administración;

- facturas de suministros y servicios;

- etiquetado de productos de consumo, especialmente alimenticios y productos peligrosos;

- documentos públicos de carácter personalísimo, como el otorgamiento de testamentos y escrituras públicas;

- DNI, tarjetas bancarias y demás carnés;

- cartas de restaurantes;

- paradas de autobús y accesos a andenes de metro y tren, indicando la dirección y el sentido de circulación, tal como exige la legislación vigente,

entre tantos otros ámbitos donde el braille se hace necesario.

3. Favorecer la investigación tecnológica, el desarrollo de la accesibilidad y el diseño universal, combinando en lo posible el desarrollo de las aplicaciones de voz y braille electrónico. Se impone un mayor y mejor desarrollo de equipos que combinen el uso del braille y la tecnología, como líneas braille, impresoras, anotadores, etc.

4. Subvencionar o facilitar la adquisición de equipos tan esenciales como la línea braille, con el fin de reducir su elevado coste y hacerlo asequible a todas las personas potencialmente usuarias.

En resumen, legislación, conciencia y equilibrio son las tres palabras clave:

- Legislación para garantizar y estandarizar la promoción y el aprendizaje del sistema braille, así como el acceso a los recursos tecnológicos tanto en lo que respecta a su accesibilidad como a su coste económico.

- Conciencia del valor del braille como instrumento único de alfabetización, así como del papel indispensable de los recursos tecnológicos como fuente de acceso a la información.

- Equilibrio para que se garantice que cada persona ciega pueda utilizar en cada momento aquellos recursos que más se adecúen a sus necesidades y capacidades.

Solo así conseguiremos que las personas ciegas puedan utilizar todos sus potenciales y, en consecuencia, interactuar en igualdad de condiciones con los demás, sin dependencias ni guetos.

Anexo - Acciones y logros en defensa del braille

Desde su creación en 1992, una de las principales preocupaciones de la Associació Catalana per a la Integració del Cec (ACIC) ha sido, y sigue siendo, la promoción del sistema Braille como instrumento de integración social de las personas ciegas, así como el impulso de políticas públicas que favorezcan su mayor implementación, conocimiento y uso.

En esta línea, la ACIC ha desarrollado numerosas acciones, como la elaboración, en 2003, del documento titulado "A favor del sistema Braille", ampliamente difundido, que resume nuestros planteamientos al respecto como entidad, y recoge nuestras principales reivindicaciones sobre ello.

Como consecuencia de ese trabajo, en octubre y noviembre de 2004, respectivamente, el Parlament de Catalunya y el Congreso de los Diputados aprobaron sendas resoluciones instando a los gobiernos a impulsar el uso del braille por parte de las personas ciegas en las relaciones con la Administración y en el acceso a la información. Una de las principales conquistas ha sido la implantación del procedimiento de voto secreto, mediante el uso del braille, para poder seleccionar autónomamente las papeletas electorales. Así, a partir de 2008, las personas ciegas tenemos garantizado el mismo derecho fundamental al voto secreto que el resto de ciudadanos.

En 2009, con motivo de la celebración del bicentenario del nacimiento de Louis Braille, nuestra entidad llevó a cabo una campaña divulgativa mediante la edición de un punto de libro que se distribuyó entre partidos políticos e instituciones. En él se recogían seis reivindicaciones prácticas de uso del braille en la vida cotidiana, algunas de las cuales se han llevado a efecto en los últimos años, como la implementación del braille en la Tarjeta Sanitaria.

Ahora, en función de los evidentes cambios tecnológicos en la sociedad, hemos creído necesario actualizar y profundizar nuestra reflexión en defensa del braille. El braille promueve la integración de las personas ciegas, y no puede quedar en segundo plano ante las nuevas tecnologías. Los avances técnicos son un factor clave de integración para las personas ciegas, pero la vigencia del braille es más viva que nunca. Menospreciar este sistema de lectoescritura, argumentando que las nuevas tecnologías ya garantizan nuestra integración, es un error que supone desperdiciar recursos en lugar de sumarlos.

 

 

 

 
 
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