SIÉNTATE CONMIGO
  Incomodidad Terminológica (Santi Moese y Javier Fran)
 
 
 
 
  Incomodidad Terminológica
  (Extraído de Lista de Correos Cursam, 2010)
 
  Santi Moese
 
   Desde hace algunos años, y seguramente por imfluencia anglosajona, tendemos a buscar palabras nuevas o paráfrasis o incluso frases para decir las mismas cosas, pero que den menos miedo. Así, si nos duele una muela y sospechamos que nos la tendrán que arrancar (perdón, extirpar), no vamos al dentista de toda la vida, sino al odontólogo, que es lo mismo pero, al decirse con un nombre más largo puede cobrar más, aunque nos acabará sacando la muela igual. Si a una persona le falla la vista y tiene miedo de que la cosa no vaya muy allá, no irá al oculista, sino al oftalmólogo, ya que la palabra parece encerrar algo mágico que tal vez hará las veces de talismán protector... Pero el médico hará lo que buenamente pueda se llame de una manera o de otra. Y así podríamos seguir hablando hasta la muerte... perdón, el fallecimiento.
  Y esto, a las personas que ya no sé cómo denominar entre las que me incluyo, lo hemos vivido muy en propia piel hasta, creo, llegar a confundirnos del todo:
  Cuando yo era pequeñito, lo de ciego parecía descarnado, brutal, despiadado y casi ofensivo. Así, si un niño me preguntaba:
  --¿Eres ciego?
  Se oía inmediatamente la voz de alguno de sus progenitores en un tono más que elevado:
  --¡Pepito, ven aquí ahora mismo! ¿Cómo le dices a este pobre niño que es ciego? Lo que pasa es que no ve.
  Y descubrí que había una palabra que sonaba mejor y que, según los mayores que me rodeaban, me definía mejor: Yo no era ciego, sino invidente. de modo que me lo creí, y decidí salir a la calle yo solito a ver si había alguna diferencia en mi movilidad ahora que había descubierto mi nuevo estado de invidencia en vez de ceguera. La sorpresa fue mayúscula: al tercer paso topé de cara con una señora que arrastraba el carro de la compra, y por poco me descalabro, además de dejar a una familia sin pitanza por unos días.
  Mas he aquí que lo de invidente o no vidente no acabó de convencer a las mentes bien pensantes, siempre pendientes de no ofender, que en definitiva, es la más económica y sencilla de las medidas de accesibilidad. Me dijeron entonces que no, que yo no era invidente, sino discapacitado visual. ¡Qué descanso! ¡Qué lejos quedaba ya eso de ciego! Además, mi estado se definía con dos palabras y no con una, lo que permitía a los políticos y demás seres bienpensantes decir menos cosas con el mismo tiempo de posesión de palabra.
  Los discapacitados visuales del mundo nos poníamos ya de acuerdo para festejar nuestro nuevo estatus cuando alguien nos sacó de nuestro error: ¿Qué es eso de "discapacitado"?, si tú eres muy capaz! Y así me convertí, de la noche a la mañana, en una persona con diversidad funcional visual. ¡Y eso sí que sí! ¡Diversidad funcional visual! en un mensaje de más abajo se define muy bien lo que presupone este concepto y yo empecé a descubrir con sorpresa que tal vez había un superpoder en mí. Tal vez lo que me pasaba era que, en vez de ver con los ojos, veía con el olfato, el gusto, el tacto, el oído, los pelos y el calor de mi cuerpo. De modo que volví a dejar el bastón en casa y salí a la calle, esta vez de noche para evitar carritos de la compra y, sintiéndome el quinto de los Cuatro Fantásticos, eché a correr como alma que lleva el diablo gritando: "¡Soy diverso funcional!" Pero un borracho (perdón, una persona de sexo masculino aquejada de una presunta sobredosis etílica temporal), no pudo esquivarme a tiempo y rodamos ambos por el suelo, cantando él los últimos compases de "Asturias, patria querida", y coreándolo yo con los improperios y quejidos más refinados que se me ocurrieron.
  Entonces, si ciego, invidente, no vidente, discapacitado visual y persona con diversidad funcional son la misma cosa... ¿para qué tanta vuelta? Una persona discapacitada visual, discapacitada auditiva o de talla baja, seguirá siendo ciega, sorda o enana, se la califique como se la califique.
  Negar esta realidad es buscar excusas para no aplicar la accesibilidad universal en serio.
  Creo sinceramente que lo interesante sería obviar lo peyorativo de las palabras que nos han definido toda la vida: ser ciego puede ser una desgracia, pero nunca una vergüenza. Si fuéramos especuladores, prevaricadores, gángsters, lo entendería, entendería esa reticencia a llamar las cosas por su nombre, pero creo que no es el caso.
 
 
  Javier Fran escribió:
 
  Aprovecho tu mensaje para decir algo acerca de la incomodidad
  terminológica que me producen tanto "discapacidad" cuanto "diversidad funcional".
  "Discapacidad" me desagrada porrquesuena mucho a "incapacidad", o sea, a carencia de capacidad para obrar en derecho (: contratar, legar, testar, declarar, etc), a no estar capacitado para obrar sin tutores, lo cual solamente sería el caso para ciertos grados de enfermedad mental, para menores de edad y para inhabilitados por haber delinqido.
  Por otra parte, "diversidad funcional" me parece un eufemismo que oculta mermas funcionales. Seríamos funcionalmente diversos si, compensando cegueras, sorderas, miembros paralizados, etc, tuviésemos órganos funcionalmente diversos: ocalización mediante gran discriminación de la percepción infrarroja (la del calor), magnetocepción,, alas, etc.
  También lo seríamos si, a cambio, de mermas o de carencias de unos órganos, tuviésemos especialmente agudizados otros. Ahora bien, existen sordociegos, etc.
  Sin negar que haya algún tipo de agudización de órganos funcionalmente no disminuidos (Por ejemplo, ciego yo desde hace unos cuantos años, tengo muchos reflejos en los tobillos para evitar torceduras graves, cosa perfectamente explicable en principio por la costumbre de depender más del tacto, de los somatorreceptores y de la propiocepción andando al hacerlo  a ciegas) y sin excluir totalmente que algún tipo de percepción normalmente atrofiada se nos desatrofie un poco (por ejemplo la del decimotercer nervio craneal, etc), básicamente pienso que lo que ocurre a fin de cuentas es que en grado mayor o menor, lo que estamos es funcionalmente mermados, y ello por mucho que intentemos superarnos.
  Durante el fin de semana pasado, por ejemplo, en la Pica d'estats, hube de tomarme casi el doble de tiempo que otros montañeros necesitan para ascender a ella y descender de la misma, y ello imprescindiblemente con guías.
  Dicho ello, el concepto "diversidad funcional" está en cierto modo tan en el ambiente hasta el punto de que suele serme habitual haber de responder a quienes se preguntan -y me preguntan- acerca de las percepciones alternativas que se me hayan desarrollado compensando la ceguera funcionalmente totalsin perjuicio de una cuanta percepción lumínica y, a veces, de bosquejos de formas.
  
 
  Javier Fran, posteriormente, escribió:
 
  Pienso que minusválido" , por lo menos, no suena a carente de 
  capacidad, o sea, a incapacitado o incapaz por minoría de edad, demencia o delito grave. Ahora bien, hay muchos vocablos semánticamente muy distintos mediante meros prefijos, por lo tanto, a pesar de sus resonancias, "discapacitado" es distinto de "incapacitado. "minusválido", por su parte, nada en sí mismo tiene que lo haga peor 
  que "discapacitado". Parcialmente designa lo que significa. Es obvio que, yo por ejemplo, tengo menos valimiento para hacer cosas para las cuales la vista es
  muy importante.
  Hay un problema etimológico en "minusválido": Mientras que hoy en día "válido" legalmente significa cumpliente con los reglamentos o normas, y en lógica formal significa coincidente con la realidad o la verdad, en latín
  significaba gozante de salud. Por ello "minusválido", por una parte es
  referible a disminuciones sensoriales, físicas y/o mentales y, por otra, a como si no fuésemos normativamente de recibo, lo cual semánticamente se aproxima a "incapacitado".
  Asomándonos al francés y al inglés, tenemos "handicapé" y disable". "Jandicapado" y "Disábil" entrañarían también sus pegas. "Jandicapado" en seguida sonaría a sensorial, física y/o mentalmente "capado", además de que en deporte, sobre todo en equitación, los jandicapados son precisamente quienes deben llevar carga suplementaria para no competir con demasiada ventaja inicial.
  "Disábil", por su parte, se toparía con que de entre nosotros los hay muy hábiles en muchos aspectos y por muchos conceptos. Si, en vez de remitirnos al lexema del vocablo inglés nos remitiésemos al significado del mismo,resultaría el vocablo "discapaz" y henos con que, por ello, "disable" y "Discapacitado" tienen la misma base conceptual y quizá el segundo sea criptoanglicismo. Ni que decir tiene que la otra versión posible"dispotente"sonaría inmediatamente a "impotente"...
  En suma, parece ser que cada unos cuantos años vamos cambiando de vocablo, de eufemismo de hecho, porque a fin de cuentas todos y cada uno de ellos acaban significando lo que eluden eufemísticamente: lisiado, tullido, ciego, sordo, chalado, demente, loco...
  Por ello, pienso que lo ideal serían vocablos lo mínimamente eufemísticos posible a la vez que exentos de connotaciones despectivas.
  Por ello, en oposición a "funcionalmente diversos", decía "funcionalmente mermados", "Funcionalmente disminuidos". Personalmente soy un visualmente disminuido.
  Ahora bien, ¿qué ocurre si compensatoriamente potenciamos más otros órganos y/o, siquiera marginalmente, se nos desatrofie algún otro tipo de percepción? Más aún, ¿Qué ocurre si la imaginación visual a ciegos criados viendo se nos estimule intensamente de modo que la mente se recree intensamente en la imaginación visual y en sueños plenos de imaginería y de cromatismo?
  En última instancia, soy ciego. Otros son sordos, otros cojos, etc.
  Calificándome de ciego a mí mismo, no corro riesgo de eufemismos que acaben significando despectivamente lo que ciego significa sin menoscabo.
  ¿Hay algún vocablo que signifique ciego y/o inválido y/o .....?
  "Tarado"podría serlo si no tuviese connotaciones psicomoralmente denigrantes.
  Cabría emprender una investigación léxica filológica buscando vocablo adecuado, mientras tanto, pienso que cuanto más descarado sea el eufemismo tanto más se acaba cargando despectivamente. El eufemismo "funcionalmente diverso" es excesivamente descarado y lo seguirá siendo mientras no hubiere, por ejemplo, percepción espacial, de cuerpos y de superficies por infrarrojos mediante la glándula pineal.....
  Claro que hay quienes hablarán del "orgullo ciego", "del orgullo sordo", etc, como ciertos useños que en nombre de tal orgullo exigen vivir en ciego solamente con ciegos y procurando adrede tener hijos ciegos.....
  En fin, en su momento prefería "minusválido"(el cual había substituido a "impedido", etc) a "discapacitado" y, establecido éste, hoy en día prefiero "discapacitado" a cualesquiera otros eufemismos nuevos siquiera sea porque discapacitado es objetivable en tantos por ciento de discapacidad mientras que "diversidad funcional" sería absurdo en, por ejemplo, "50% de diversidad funcional", lo cual haría lamentablemente sinónimos los adjetivos "diverso" y "disminuido" y asimismo "mermado". Invocando la diferencia la haríamos sinónimo de disminución, de merma o de carencia y, sarcásticamente, los totalmente impedidos tendrían "100% de diversidad funcional".
   
   
 
 
 
  Total visitas 971548 visitantes (1870169 clics a subpáginas)  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis